Cultura

Oriol Vilanova: el artista coleccionista

Imagínate que un día visitas el mercado de las pulgas en París y compras una postal antigua. Imagínate que años más tarde estas visitando el mercado de la Place du Jeu-de Balle en Bruselas (el equivalente de nuestro Rastro Madrileño) y encuentras la misma postal. Oriol Vilanova lleva más de 15 años coleccionando postales de todo tipo que ha encontrado por partida doble en diferentes mercadillos. Con una formación de arquitecto, residiendo entre Bruselas y Barcelona, Vilanova muestra un entramado social de costumbres y tradiciones. Su obra es un diálogo de nuestra historia, de nuestra cultura, es inteligente, es conmovedora, es poética, siendo el resultado de años de coleccionismo por azar donde a partir de un objeto aparentemente tan banal como una postal, crea esta bellísima obra conceptual. A día de hoy Vilanova ha amasado más de treinta mil postales y un centenar de temas en las que ha clasificado esta enciclopedia de imágenes.

Consecuencia de su formación, los motivos arquitectónicos son los más presentes en su obra. La serie sobre columnas románticas genera una atracción que sobresale por encima de las demás, aunque su variedad de imágenes se extiende con multitud de temas que abarca desde banderas suizas, carreteras, gatos, naranjas hasta puestas de sol y zoos.

Hace unos meses, Vilanova presentó en la Fundación Antonio Tàpies en Barcelona una instalación de dos pisos cubierta por multitud de postales de título “Domingo” aludiendo al día sagrado de peregrinaje a los mercadillos. La réplica de cada imagen estaba alineada de una forma continuada en el piso inferior, emulando desde la distancia a una pintura que fluía a través de explosiones de color.

La galería Parra Romero hasta principios de noviembre muestra con la exposición “42 días” la obra de Vilanova. Durante la duración de la muestra, se exponen cada día dos postales de dos imágenes diferentes que serán cambiadas por otras dos y así sucesivamente durante 42 días. Algunas de las imágenes que se irán mostrando son: un volcán, un túnel, una conversación, una feria alemana, un castillo pequeño, una cigarra, un cargamento de bananas, una estación de telecomunicaciones o una inquietante imagen del vacío.

La apariencia aleatoria y variable de la muestra nos enseña como “42 días” es capaz de invertir el formato expositivo habitual: de una distribución a lo largo del espacio a una exposición cuya visión completa se prolonga a lo largo del tiempo. Además de esta manera esta exposición se enlaza con las últimas muestras en instituciones de Vilanova donde recubrió de postales los espacios por completo. Esta vez, no obstante, algunas chinchetas presentes en el muro evidencian la ausencia de dichas postales, a la vez que nos sugieren que hay infinitas posibilidades de presencia. De este número sin fin solamente 42 llegarán a materializarse como definitivas, de ahí el título de la muestra.

Artistas con una genialidad de este tipo son cada vez menos frecuentes, y, aunque muchas galerías hayan inaugurado la temporada con muestras realmente atractivas, la galería Parra Romero nos ofrece una oportunidad de observar algo realmente único y excepcional, de experimentar no solo a través del espacio, sino también a través del tiempo; de extender nuestra experiencia más allá de una contemplación al uso, captando uno de los guiños más atractivos del arte de nuestro tiempo.