Miguel López-Remiro: «Debemos separar la relevancia de Picasso de sus circunstancias»
Miguel López-Remiro es el nuevo director del Museo Picasso de Málaga desde enero y se estrena con una exposición de Joel Meyerowitz
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Director del Museo Picasso Málaga. Miguel López-Remiro (Pamplona, 46 años) llegó a la pinacoteca en enero después de que el Consejo Ejecutivo de la Fundación Museo Picasso eligiera su proyecto para la gestión del espacio. Afirma sentir un gran honor de liderar este espacio poniendo a «al artista y su ciudad en el centro», y estar preparado para todos los juicios de valor que se hagan de Picasso con respecto a su obra y vida personal, argumentando que «debemos separar la relevancia del artista de sus circunstancias».
Ha hecho una remodelación importante de la colección del museo. Ahora ya no está por etapas, tal como las conocemos, y para ello ha contado con primeros espadas del mundo del arte: Michael Fitzgerald, profesor del Trinity College de Hartford (EEUU).
Este verano, además, se estrena como comisario con una ambiciosa exposición sobre Joel Meyerowitz, el gran fotógrafo callejero pionero del color, quien vivió en Málaga seis meses durante los años 60, para después iniciar un megaviaje por Europa que daría como resultado una muestra en el prestigioso MOMA de Nueva York. El fotógrafo del Bronx ahora vuelve a la ciudad con 86 años y casi 50 años después para mostrarnos la Europa que éramos y entablar un diálogo con este espacio picassiano.
Llego a la dirección en enero, cuando conoció que sería el director del Museo Picasso Málaga, ¿qué pensó?
Pensé en el honor que supone. Recuerdo perfectamente todo el proceso de selección, las entrevistas y las visitas hechas desde la inauguración del museo. Es un espacio que me fascina, no sólo por la arquitectura de Richard Gluckman, sino también porque es un museo que admiro por su programa artístico, su arquitectura, su centralidad dentro de la ciudad de Málaga y, por supuesto, por la figura de Picasso como un eje vertebral en todas esas posibilidades que establece un museo para realizar programas educativos y museísticos. Por tanto, es un honor, una felicidad enorme y un gran reto profesional.
En este nuevo periodo que se abre en la pinacoteca, ¿cuál es el proyecto que pretende desarrollar?
Al principio hay muchas cosas que hacer: conocer los espacios y los equipos, también los compromisos adquiridos, para hacer exposiciones a futuro hay que evaluar, así como armar un trabajo conjunto con el Comité de Arte, el Consejo Ejecutivo, el Patronato, etc. La impronta personal como director artístico creo que es importante, ahora estoy en un momento de conocimiento y estudio, de crear alianzas con otros museos como el Picasso de París y Barcelona, con los que ya me he reunido, así como buscar y participar en foros de discusión alrededor de Picasso, con el fin de poder trasladar un mensaje artístico a la audiencia.
Lo que sí le puedo decir es que el artista va a estar en el centro, pero no en el centro de este museo, me refiero a la centralidad que Picasso tiene en el desarrollo de las artes contemporáneas y de las artes de nuestro tiempo en todo el S. XX. Picasso es una figura cardinal, y alrededor de ella se van a tejer diálogo con otros artistas. Contar con los artistas como agentes con los que dialogamos y con los que investigamos es algo fundamental para mí. Algo que me ha demostrado mi histórico como curador y mi relación con los artistas con los que he trabajado.
Esto a lo que se refiere, me recuerda a lo que decía Marcel Duchamp: «Está el artista, está la obra y estamos nosotros».
Sí, la obra se convierte en un polo de atracción hacia el artista que lo crea y a la vez se establece con un campo de diálogo con el espectador y con otros artistas. La obra de arte es un mecanismo que establece posibilidades de acción, y esto es algo que desde los museos debemos recordarnos. Son espacios en los que podemos aprender. Siempre pienso en la relación que pueden tener los niños con el arte y los artistas, tenemos la opción de poder abrir campos de imaginación y eso es lo que me gusta pensar como director de este museo.
El arte nos ayuda a empatizar con un artista, cómo y en qué momento ha creado esta escultura, un vídeo, una fotografía, etc. En este caso, la comunicación humana que se establece es muy potente; algo que es, además, universal porque el arte es un símbolo y un lugar de encuentro.
¿Cree que Picasso sigue teniendo esa fuerza e influencia, humana y artística, en los artistas que hacen arte en el presente?
Diría que sí. Los grandes artistas de la historia de la humanidad, aquellos que se convierten en clásicos, como pueden ser Wagner o Mozart, Rothko o Picasso, son eternamente contemporáneos porque generan un símbolo o un mito, tienen capacidad para generar una nueva simbología e iconografía, y una serie de lenguajes que permiten que otros artistas los puedan revisitar.
Esto es lo que pasa con los grandes clásicos, como Shakespeare o Velázquez, Las Meninas pueden ser constantemente revisadas porque es una pieza universal. Se pueden cruzar miradas entre ellos, y lo mismo pasa con Picasso, que es casi una constante cultural del tiempo que vivimos y son perfectamente visitables.
También se ha hecho una reordenación de la colección a través de la exposición Pablo Picasso: estructuras de la invención. Una muestra donde se pueden ver 150 obras de Picasso, pero sin división por etapas, algo a lo que didácticamente estamos acostumbrados como espectadores. Esta remodelación la ha hecho Michael Fitzgerald, profesor del Trinity College de Hartford (EEUU), y parece ser una persona con las cosas muy claras.
Sí, sí. Es un gran conocedor de la Historia del Arte y un gran sabio de la figura de Picasso. La exposición de Michael Fitzgerald lo que plantea, efectivamente, es una visión unitaria de los registros y la latencia de una serie de preocupaciones que están en todo momento en la obra de Picasso. Hay conceptos que se repiten y eso nos hace entender que los artistas no están ligados a movimientos artísticos, escuelas o grupos. Es algo demasiado estricto vincular a Picasso, de repente, con el cubismo, luego con el surrealismo, etc. Por tanto, se ha conformado una visión unitaria de sus vivencias muy conectadas con su propia vida y sus intereses. Estoy pensando en el Mediterráneo, un elemento que es el origen de su vida. Existen fundamentos constantes que perduran en el tiempo y esto es lo que diferencia a los grandes artistas, músicos o académicos. Y esto es lo que hemos mostrado –o querido mostrar, no quiero sonar grandilocuente– en el recorrido de Fitzgerald, Pablo Picasso: estructuras de la invención.
Picasso es una figura muy juzgada en los últimos años, sobre todo por su vida personal, la relación con sus hijos y sus mujeres. ¿Está preparado para estos juicios, teniendo en cuenta que este museo gira en torno a él?
Sí, claro. Pienso que tenemos que ser capaces de abrazar la diferencia y separar también la relevancia de un artista de esas circunstancias. Creo que debemos hacer el ejercicio de comprender y contextualizar, y desde ahí hacer una narración libre. Yo parto de esa idea. Tenemos que procurar tejer una idea coherente de un artista en el contexto de la Historia del Arte, en este caso Picasso, quien establece un campo de una dimensión enorme en las artes plásticas y visuales.
Su llegada viene con una exposición de Joel Meyerowitz, pionero de la fotografía callejera en color, que se verá en verano y que ha comisariado usted. ¿Qué espacio tiene este fotógrafo en el Museo Picasso Málaga?
Esta exposición tiene que ver con un viaje que Joel Meyerowitz hizo por Europa en los años 60. Se trata de un proyecto que vengo investigando desde hace años, entender la razón por la que el fotógrafo estuvo aquí en Málaga durante seis meses y ese viaje iniciático por Europa que él hace, y que le lleva a hacer su primera exposición monográfica en el MOMA de Nueva York en el año 1968. Aquel interés sobre Joel me lleva a descubrir en 2012 una foto de España y ver que era Málaga. Empecé a investigar la razón por la que estuvo aquí y esa investigación ha dado como resultado esta exposición sobre Meyerowitz que se va a titular Europa.
Joeal muestra una identidad de Europa interesante, y que su familia desciende de Europa del Este, aunque él nació en el Bronx, y descubre este continente con 28 años, una Europa a la que vuelve ahora con 86 años, concretamente a Málaga con motivo de esta exposición, algo que me interesa porque es una relación con la misma ciudad, mucho antes de que existiera el museo, pero cuando sí existía Picasso. Podríamos decir que es un metaviaje, una elipsis narrativa que transcurre en los años 60 y que ahora cobra vida en un edificio que ni existía. Me gusta la idea de irnos al pasado a través de un artista que estuvo aquí en Málaga, ver cómo reconoce la ciudad y cómo de nuevo empieza a hacer fotos otra vez en las calles. La semana que viene, además, va a estar aquí preparando un documental que vamos a realizar para esa exposición.
Todo esto es algo que me llena de ilusión. Es una forma de trasladar esa imagen de que los artistas relacionados con la ciudad pueden generar también relatos muy interesantes en torno a Picasso. Es muy interesante hablar con Joel de Picasso mientras trabajamos, ya que cuando él piensa en esta exposición, está pensando en la figura de un Picasso de 80 años. Creo que es una oportunidad única y bonita de traer a un pionero de la fotografía de calle en color, uno de los grandes padres de la fotografía callejera junto a Garry Winogrand. La exposición se presenta el 14 de junio y Joel dará una conferencia para 300 personas al aire libre, queremos que la gente pueda ver al artista en la calle.
Seguir trabajando con 86 años es tener un compromiso muy fuerte con su obra.
Sí, sí, Joel es un ejemplo de compromiso, lleva 60 años haciendo fotografías y es que su vida está destinada a eso. Creo que los grandes artistas son así, se descubren siendo artistas y lo son toda la vida. Hacen los que hacen casi por necesidad, y se lo dan a la sociedad, la obra de los artistas no está encerrada: la enseñan y quieren multiplicar sus relatos.
Picasso trabajó también hasta el final.
De ahí que el paralelismo sea tan interesante. Esta ciudad tiene posibilidades maravillosas para el arte, es la ciudad donde nació Picasso y que da la oportunidad a los espectadores de hacer un viaje por su infancia. Diría que todos nos hemos relacionado con Picasso en algún momento, en nuestra formación, y es que Picasso significa vanguardia, es un emblema de la creatividad nueva que supone el S. XX. Me gusta mucho cuando la gente experimenta un viaje por la vida de Picasso, las 2.500 personas que entran aquí cada día intentan entender quién era, qué hacía y por qué, y lo hacen en la ciudad que nació. Creo que es una suerte poder abrazar todo lo que él tenía aquí, como la luz, el mar o las palomas, lo cual incorporó como elementos casi permanentes a su obra.
Ahora está en Málaga, pero ha pasado por el Museo Guggenheim de Bilbao, fundó el Museo Universidad de Navarra (MUN), hizo la tesis doctoral sobre Rothko en EEUU. Hasta 2029 tiene el cargo vigente, ¿dónde puede ir luego?
Es complicado decirlo. Me licencié en Economía en la Universidad de Navarra, gracias a la familia Huarte terminé mi tesis doctoral sobre Rothko en EEUU y trabajé en una antología del artista, y luego la donación de la colección de María Josefa Huarte al Museo de Navarra me dio la oportunidad de ser director-fundador del MUN, etc. Mi vocación es trabajar en el mundo del arte y y creo que las oportunidades profesionales surgen y se van sucediendo.
Una vez dijo la galerista Soledad Lorenzo, cuando le pregunta por su papel fundamental en el galerismo español, que siempre lo necesario acaba sucediendo. Y esto es algo que a todos nos pasa en nuestras profesiones, debemos ser conscientes de dónde estamos y aprovechar las oportunidades, luego el futuro ya se verá.
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