Lleno y puerta grande para Talavante en Palma antes de que Baleares se cargue los toros
El diestro Alejandro Talavante cortó las dos orejas de su segundo toro y abrió la Puerta Grande del Coliseo Balear de Palma de Mallorca, en una noche triste para el toreo al ser la última que, presuntamente, acogerán las islas antes de que entre en vigor la polémica ley de los «Toros a la Balear».
Una noche distinta. Especial. El Coliseo Balear acogía la que, en principio, será su última corrida de toros sin muerte antes de que entre en vigor la polémica ley de «toros a la balear» aprobada por el gobierno autonómico.
No se sabe si la nueva fórmula prosperará en la islas o se convertirá en mero instrumento para hacerlas desaparecer de una manera totalmente encubierta. El caso es que hoy, al menos, la afición de Palma demostró que quiere las cosas tal y como están. Sin inventivas.
Quedó demostrado en la gran entrada, rozando el lleno, que registró el coso mallorquín que contó con tres espectadores de excepción: la infante Elena y sus hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica de Marichalar y Borbón, que no quisieron perderse una noche histórica y en la que no faltaron gritos de «¡libertad!» y otras consignas en demanda de un espectáculo íntegro y con su liturgia.
Luego la función tuvo un nombre por encima de los demás: Alejandro Talavante. El extremeño, que quedó inédito con el terciado e inválido segundo, hizo las delicias del respetable en el quinto, toro más aparente y más colaborador al que cuajó una faena excelsa, de naturalidad, gusto, temple y solemnidad sobre ambas manos.
Toreo grande de Talavante, que cerró labor con una arriesgadas arrucinas y una gran estocada que le pusieron en las manos las dos orejas de su antagonista.
Cayetano se estrelló de bruces con un primero de su lote, tercero de corrida, blando y descastado, con el que puso actitud y ganas por agradar. Y al que cerró plaza, también deslucido, le cortó una oreja merced a una faena de mucha entrega y raza, justo la que no tuvo su antagonista.
Abrió cartel su hermano mayor, Francisco Rivera Ordóñez, que anduvo voluntarioso y muy dispuesto con su primero, al que instrumentó una labor populista que bien le hubiera servido para cortar algún trofeo de haber matado como Dios manda. El cuarto, en el límite de las fuerzas, no le permitió redondear nada.
FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Núñez de Tarifa, discretos de presentación, terciados y cómodos por delante, flojos, descastados y deslucidos en líneas generales. Primero y quinto, los menos malos.
Francisco Rivera Ordóñez «Paquirri», de grana y oro: ovación y silencio tras aviso.
Alejandro Talavante, de malva y oro: silencio y dos orejas.
Cayetano Rivera, de azul pavo y azabache: silencio y oreja.
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