Cultura

Isabel Baquedano, profeta en su tierra: el Museo de Navarra y el Museo Universidad de Navarra acoge la gran retrospectiva de la indefinible artista

El Museo de Navarra y el Museo Universidad de Navarra han acogido ‘De la belleza y lo sagrado’, la primera retrospectiva de la pintora navarra Isabel Baquedano (Mendavia, 1929 – Madrid, 2018), una de las artistas más personales de la pintura española de la segunda mitad del S. XX. La muestra, que puede visitarse en las sedes de ambas organizaciones hasta el 10 de enero, ha sido co-producida con la colaboración del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el espacio pionero en acoger la primera gran exposición de la artista de las bellas y extrañas Anunciaciones.

Es la primera vez que pueden contemplarse en Pamplona los diferentes periodos de trabajo de la artista, figura preeminente de la conocida como Escuela de Pamplona y profesora de pintura de la Escuela de Artes y Oficios de la capital navarra. Un lugar en el que, además, fue maestra de gran parte de los pintores navarros contemporáneos más importantes de finales del siglo pasado.

Autorretrato con vestido blanco (Introspección), 1980. Isabel Baquedano

El viaje comienza a partir de los dibujos y trabajos de los primeros años 50, que abren la exposición en el Museo de Navarra. En total, se reúnen 290 obras, procedentes del fondo de la artista, museos, fundaciones y colecciones privadas. Además de las pinturas, se exponen fotografías, dibujos y documentos que permiten profundizar en la trayectoria de Baquedano. En palabras de Ángel Bados, comisario de la muestra junto a Miriam Alzuri y amigo íntimo y personal de la artista, Baquedano fue “dueña de un dibujo limpio y decidido, y del color deslumbrante, la artista supo trabajar con rapidez e intensidad a la búsqueda de su propio estilo”.

Antonio López: “Sólo hay una Isabel Baquedano en el mundo”

En palabras del artista Antonio López, contemporáneo de Baquedano, “Isabel es un caso apasionante. Una persona decidida a hacer algo de valor para entregar a los demás y, además, realizarse como pintora. Entre todos los que había en su curso, la recuerdo muy bien, ella tenía mucha seducción porque era muy entregada como hay poca gente. Entregada de forma generosa y también arriesgada, se notaba que le iba en ello la vida. Tenía un talento para la pintura como el que más, pero también es muy singular, sólo hay una Isabel Baquedano en el mundo”.

El recorrido permite conocer el desarrollo artístico de Baquedano, cuyo trabajo evoluciona en pocos años desde la figuración realista de contenido social hacia iconografías de gran economía formal, cercanas en algunos aspectos al ‘Arte Pop’. Es en los años 70 cuando sus obras alcanzan cierta plenitud realista.

“A pesar de los cambios de técnica en los diferentes periodos, las obras que se exponen en ambas sedes mantienen una misma función biográfica, “como si lo vivido y lo pintado fueran correlativos. Lo cual incita a pensar que la pintura le permitía tomar posición simbólica, en el mundo y con los demás, haciendo al espectador partícipe de su aventura, mediante el enigma latente de los cuadros y por su misma y rara belleza”, subrayaba Bados en la presentación.

Ángel Bados: “La artista supo trabajar con rapidez e intensidad a la búsqueda de su propio estilo”

“A mí me impresiona mucho Isabel. No sé si tenía conciencia del valor de su pintura, la verdad. Sólo ella te ofrecía eso, esa cosa tan limpia y pura, en una época tan impura como la nuestra. ¡Cómo pone el color, cómo acaba y desacaba! Es una persona que no tiene control y a mí eso me parece atormentador para la persona, pero muy de fiar”.

Obra de Isabel Baquedano en la exposición del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Baquedano fue evolucionando en su trabajo embebiéndose de las diferentes corrientes vigentes en su tiempo, dentro de su interés general por la Historia del Arte, pero interpretándolas de manera personal, siempre movida por su voluntad de aprender y disfrutar del proceso pictórico más que del resultado final, sin importarle ni el reconocimiento ni la fama. Su obra abarca una temática diversa, desde los temas con un claro componente social de sus primeras épocas, a los vinculados con el mundo clásico o la historia sagrada de su etapa final, pasando por otros vinculados con la estética simbólica, los paisajes urbanos o su entorno cotidiano.

Anunciación, 1995. Isabel Baquedano

Su trabajo mejora a los espectadores, ni ella misma sabe por dónde tiene que caminar, pero ya está en ese espacio, todos sus cuadros son verdaderamente sorprendentes”, destaca Antonio López. “Otra cosa que me gusta mucho es que bebe mucho del arte antiguo, pero no se nota. Es la perfección, cómo usa las formas, los colores, cómo hace desaparecer las figuras… Hay un espacio mágico, extraño, pero muy relacionado con el hecho de pintar, ella pinta de memoria. Eso está inventado, más inventado que Fra Angelico y, además, es como si lo tuviera delante”, añade el pintor castellano-manchego.