Cultura

Fortes cuaja la mejor faena de la tarde en San Isidro pero la presidencia le niega la oreja

Contra la voluntad y la petición unánime y clamorosa de quince mil espectadores, el presidente del festejo, José Magán, le negó inexplicablemente al malagueño Fortes una oreja ganada a ley tras su valentísima faena al sexto toro de la corrida de hoy en Las Ventas.

Resulta cuando menos paradójico que el mejor, más meritorio y valeroso toreo que se ha hecho en la hasta el momento monótona y gris feria de San Isidro, el único que ha removido al publico de sus asientos y ha hecho romper las ovaciones unánimes en el tendido, se quedara sin el premio de, al menos, una oreja.

Porque ni ese justísimo trofeo, solicitado clamorosamente por los quince mil espectadores que presenciaron la faena de Fortes, quiso conceder un presidente ciego no solo al mandato popular sino a la más absoluta de las evidencias del ruedo.

El señor José Magán despreció así de la manera más lamentable la gallarda y sobresaliente faena del diestro malagueño al sexto toro de la tarde, al que además tumbó con espadazo en todo lo alto, en una lección antológica de la suerte del volapié.

Pero la faena tuvo mucho más que eso, principalmente una clara apuesta por la pureza pero también por la sinceridad, la estética más honda y por la reducción escalofriante de la distancia a la que se pasó los buidos pitones del toro por los muslos y por la faja.

Metido siempre en el terreno minado de un toro reservón y de medias arrancadas, Fortes se entregó al máximo, con un valor y una firmeza auténticas y sin alharacas para acabar emocionando a los espectadores con un toreo de gran intensidad, aun a costa incluso de una aparatosa y contundente voltereta que no mermó ni un ápice su determinación de triunfo.

Y, para colmo, el espigado torero de Málaga aún se volcó sobre el morrilló con absoluta rectitud para rematar su enervante obra. Si todo eso, tan rotundo, tan de verdad, no se merece al menos una oreja en una plaza como la de Madrid es que algo está cambiando para mal en este espectáculo.

Sobre todo teniendo en cuenta lo que pasó en varios de los capítulos anteriores de la corrida, y especialmente con la lidia del los toros segundo y cuarto de Pedraza de Yeltes, tan grandes en su calidad y su clase como en su desmesurado volumen, discreta pero totalmente desperdiciados por Danuel Luque y Manuel Escribano.

Ambos espadas les aplicaron, sin eco alguno en el tendido, un toreo voluntarioso pero demasiado asegurado y especulativo, casi como un trámite de desmotivado oficio, con una ambición tan escasa que contrastó con la que derrochó Fortes para hacer la que va a ser, sin duda, una de las mejores faenas de la feria. Esa que, se recordará también, despreció un presidente negado a las evidencias.

 

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Pedraza de Yeltes, todos de pelo colorado, muy seriamente armados y de desmesurado volumen, con una media de peso en torno a las 630 kilos.

Manuel Escribano, de negro y oro: pinchazo bajo, media estocada atravesada y descabello (silencio); pinchazo y estocada trasera tendida (silencio).

Daniel Luque, de salmón y oro: dos pinchazos, media estocada y descabello (silencio); estocada delantera desprendida (silencio).

Fortes: de purísima y oro: bajonazo (silencio); gran estocada (dos vueltas al ruedo tras petición unánime de oreja).

Cuarto festejo de abono de la feria de San Isidro, con algo más de dos tercios de entrada (15.889 espectadores, según la empresa), en tarde con rachas de viento.