El director Gustavo Dudamel dice al fin «ya basta» a Nicolás Maduro

Gustavo Dudamel
Gustavo Dudamel en el Concierto de Año Nuevo de Viena de 2017. (Foto: AFP)

El afamado director de orquesta Gustavo Dudamel ha puesto fin al silencio sobre la situación política y social de su país, Venezuela. Criado en ‘El Sistema’ -como se conoce al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles, patrocinado por el Estado para la inclusión de capas desfavorecidas y el fomento de la cultura-, había tratado hasta la fecha de evitar críticas hacia el régimen de Nicolás Maduro y limitarse a abogar por el diálogo entre poder y oposición.

Así fue hasta que este miércoles un hecho le llegó hasta lo más hondo y le hizo dar el paso: Armando Cañizares, violinista de 18 años precisamente de ‘El Sistema’, fue asesinado en el marco de las protestas contra el Gobierno. Gustavo Dudamel, una de las voces más poderosas de la música clásica -también una de las más controvertidas por su afán comercial- ha publicado en sus perfiles en redes sociales un sentido texto en el que condena la «represión» y dice al presidente que «ya basta».

Levanto mi voz

Mi vida entera la he dedicado a la música y al arte como forma de transformar las sociedades. Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo clamor de un pueblo sofocado por una intolerable crisis. Históricamente el pueblo venezolano ha sido un pueblo luchador pero jamás violento.

Para que la democracia sea sana debe haber respeto y entendimiento verdadero. La democracia no puede estar construida a la medida de un gobierno particular porque dejaría de ser democracia. El ejercicio democrático implica escuchar la voz de la mayoría, como baluarte último de la verdad social. Ninguna ideología puede ir más allá del bien común. La política se debe hacer desde la consciencia y en el más absoluto respeto a la constitucionalidad, adaptándose a una sociedad joven que, como la venezolana, tiene el derecho a reinventarse y rehacerse en el sano e inobjetable contrapeso democrático.

Los venezolanos están desesperados por su derecho inalienable al bienestar y a la satisfacción de sus más básicas necesidades. Las únicas armas que se le puede entregar a un pueblo son las herramientas para forjar su porvenir: instrumentos musicales, pinceles, libros; en fin, los más altos valores del espíritu humano: el bien, la verdad y la belleza.

Hago un llamado urgente al Presidente de la República y al gobierno nacional a que se rectifique y escuche la voz del pueblo venezolano. Los tiempos no pueden estar marcados por la sangre de nuestra gente. Debemos a nuestros jóvenes un mundo esperanzador, un país en el que se pueda caminar libremente en el disentimiento, en el respeto, en la tolerancia, en el diálogo y en el que los sueños tengan cabida para construir la Venezuela que todos anhelamos.

Es el momento de escuchar a la gente: Ya basta.

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