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España tiene una mina de oro valorada en 3.000 millones de euros y nadie quiere tocarla

Mina de oro
Oro.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En España, un país con una rica historia minera, existe una mina de oro que nadie se atreve a tocar debido a las múltiples controversias que lo rodean. Se trata de la mina de Salave, situada en Tapia de Casariego, Asturias, que alberga una de las mayores reservas de oro sin explotar de Europa. Este yacimiento no sólo alberga un tesoro con un valor estimado de 3.000 millones de euros, sino que también representa un importante dilema entre el desarrollo económico y la protección del medio ambiente.

Esta disyuntiva, que enfrenta a comunidades locales, empresas mineras y autoridades gubernamentales, es el reflejo de una tensión universal: la explotación de recursos naturales frente a la preservación ambiental. Precisamente, uno de los mayores puntos de controversia en torno al proyecto de Salave es su impacto para el medio ambiente. La extracción de oro, aunque económicamente rentable, puede generar graves daños ecológicos, como la deforestación, la contaminación de agua y suelo, y la alteración de ecosistemas locales.

El tesoro escondido: la mina de oro de Salave

Este yacimiento ha sido objeto de interés desde la época romana. Los romanos, utilizando avanzadas técnicas como el método de «ruina montium», lograron extraer miles de kilos de oro. Este método consistía en utilizar la fuerza del agua para derrumbar montañas y facilitar el acceso al mineral, dejando como legado las Lagunas de Salave, unas formaciones artificiales que hoy forman parte del paisaje asturiano.

Asturias tiene una larga tradición minera que se remonta al siglo XVIII, cuando la extracción de carbón era el motor económico de la región. Además del oro, el subsuelo asturiano alberga otros recursos como fluorita, caolín, arcilla y sílice, así como recursos geotérmicos y aguas termales.

La minería de oro no es un negocio que ofrezca resultados rápidos. Desde la identificación inicial de un yacimiento hasta que una mina comienza a generar beneficios sostenibles, pueden pasar entre cinco y diez años. En el caso de Salave, los estudios iniciales y las exploraciones han llevado décadas, utilizando tecnologías avanzadas de geofísica y geoquímica para determinar la viabilidad del proyecto.

Si se diera luz verde a la explotación, el desarrollo incluiría la construcción de infraestructuras, la preparación del sitio y la implementación de medidas para minimizar el impacto ambiental. Sin embargo, los defensores del medio ambiente argumentan que los costes ecológicos y las tensiones sociales asociadas al proyecto superarían los posibles beneficios económicos para la región.

Impacto ambiental y social

A pesar del atractivo económico del oro, su explotación ha enfrentado múltiples obstáculos. La última compañía en intentarlo, AsturGold, se encontró con fuertes restricciones legales y sociales que detuvieron el proyecto. Actualmente, la empresa Exploraciones Mineras del Cantábrico (EMC) está intentado obtener los permisos necesarios, aunque desde hace años se enfrenta a una oposición férrea por parte de colectivos ecologistas y asociaciones locales

La compañía sostiene que, con la experiencia minera acumulada en la región y el uso de tecnologías modernas, es posible desarrollar un proyecto sostenible en Salave que beneficie a la economía local sin comprometer el medio ambiente. A través de sus canales oficiales, la compañía ha reafirmado su compromiso con un enfoque responsable, argumentando que la explotación del yacimiento podría generar empleo y revitalizar la economía de Tapia de Casariego.

Sin embargo, las protestas y las demandas legales han ralentizado el proceso, y no está claro si el proyecto logrará superar los obstáculos que enfrenta. El movimiento ciudadano «Oro, no», que reúne a vecinos, ecologistas, pescadores y agricultores, ha sido particularmente activo en denunciar los peligros del proyecto. Según ellos, el desarrollo de la mina comprometería el equilibrio ambiental y social de la región, afectando la biodiversidad y las actividades económicas tradicionales, como la pesca y la agricultura.

Además, cuestionan las promesas de empleo y desarrollo económico que ofrece la empresa minera. Argumentan que, en muchos casos, los beneficios de la minería no se distribuyen equitativamente en las comunidades locales y que, una vez agotado el recurso, las regiones quedan devastadas.

En definitiva, el caso de Salave pone de manifiesto la complejidad de la gestión de los recursos naturales en el siglo XXI. La pregunta no es solo si debemos extraer el oro, sino cómo hacerlo de una manera que beneficie a las comunidades locales y respete el medio ambiente. En un mundo cada vez más consciente de la sostenibilidad, encontrar ese equilibrio será clave para determinar el futuro de esta mina y de muchas otras alrededor del mundo.

Y es que, existen otros casos donde la minería genera controversias similares a las de Salave. Uno de los más destacados es el proyecto de Roșia Montană, en Transilvania, Rumanía, considerado el mayor yacimiento de oro de Europa, con más de 300 toneladas de reservas. Allí, los planes de explotación por parte de una compañía canadiense provocaron protestas masivas debido a los riesgos de contaminación por cianuro y la amenaza a un lugar histórico.

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