Ciencia
Incendios forestales

Los científicos piden restaurar los patrones naturales de los incendios para evitar la destrucción de los ecosistemas

El fuego estuvo presente en los ecosistemas durante miles de años, modelando paisajes y garantizando la supervivencia de muchas especies. Sin embargo, en las últimas décadas, la gestión intensiva de los bosques transformó esa relación natural. Frente a este contexto, una investigación plantea un cambio de enfoque: respetar los patrones naturales de los incendios.

Desde luego, esta visión busca aprovechar el papel que desempeñan los incendios de baja intensidad en la regeneración de hábitats y en la regulación de procesos ecológicos esenciales.

¿Por qué los científicos piden restaurar los patrones naturales de los incendios?

Los científicos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) subrayan en su investigación, publicada en CellPress, que el fuego no siempre es sinónimo de destrucción. En muchos ecosistemas, especialmente los mediterráneos, los incendios han actuado como una fuerza natural que favorece la biodiversidad. 

Determinadas plantas solo germinan tras el paso del fuego, mientras que algunos animales dependen de los paisajes abiertos que este genera.

En el Mediterráneo, la riqueza de especies se debe en gran parte a la dinámica histórica de los incendios. En Brasil, el 66% de las plantas del Cerrado florece gracias a la acción del fuego. En Australia, la ausencia de incendios ha provocado el declive de poblaciones de rata canguro que dependen de los pastos generados tras quemas frecuentes.

Estos ejemplos muestran que los patrones naturales de los incendios son fundamentales para mantener la estabilidad de los ecosistemas. Restaurarlos no significa volver a regímenes antiguos, sino adaptarlos a las condiciones actuales del clima y del paisaje. Dicho esto: los incendios no deberían desaparecer.

¿Cuáles podrían ser las estrategias para recuperar las dinámicas de los incendios?

El estudio sugiere aplicar técnicas de renaturalización, también conocidas como rewilding. Entre ellas se encuentra la quema en mosaico localizado, que consiste en provocar fuegos controlados en áreas estratégicas para generar diversidad de hábitats. Esta práctica reduce el riesgo de incendios masivos al interrumpir la continuidad del combustible vegetal.

Otras medidas incluyen permitir que ciertos incendios ardan de forma natural, reintroducir animales que regulen la vegetación, como búfalos o castores, o favorecer la presencia de árboles grandes que modifiquen el microclima y reduzcan la propagación del fuego.

Estas acciones no eliminan la intervención humana, pero plantean un papel menos controlador y más facilitador de los procesos naturales.

La aplicación de estas estrategias requiere planificación y análisis de riesgos. No todos los fuegos pueden dejarse avanzar sin control, especialmente en zonas con presencia humana. Sin embargo, los investigadores destacan que en muchos casos los incendios de baja intensidad pueden convertirse en herramientas útiles para restaurar la salud de los ecosistemas.

Ejemplos de autorregulación en la naturaleza

El estudio recoge distintos ejemplos que evidencian la capacidad de la naturaleza para gestionar los incendios cuando se respetan sus dinámicas:

Estos casos demuestran que la restauración de los patrones naturales de los incendios implica considerar no solo la acción del fuego, sino también la interacción de múltiples especies que influyen en la dinámica de los ecosistemas.

En los sistemas mediterráneos, la presencia de bosques más maduros podría favorecer la creación de microclimas frescos y la continuidad del ciclo del agua y del carbono. Dejar que sequías o incendios de pequeña escala afecten a algunas áreas permitiría diversificar el paisaje y reducir la posibilidad de incendios descontrolados.

Beneficios a largo plazo de restaurar los patrones naturales de los incendios

La gestión intensiva y artificial de los ecosistemas resultó costosa y poco eficaz frente al aumento de incendios extremos en un contexto de cambio climático. Los expertos proponen replantear la relación con el fuego y otorgarle un papel regulador dentro de la naturaleza.

La restauración de los patrones naturales de los incendios permitiría:

Asumir al fuego como una perturbación natural, y no como un enemigo, podría favorecer ecosistemas más resilientes al cambio climático. Así, la clave estaría en dejar que la naturaleza recupere parte de sus dinámicas originales, combinando la intervención humana con la capacidad de autorregulación de los ecosistemas.