La ciencia de la procrastinación
No son pocos los que tienen la poco sana costumbre de dejar para mañana lo que pueden hacer hoy. A veces, no solo no es para mañana, es para a saber cuándo. Pero, ¿cuál es la ciencia de la procrastinación? Es decir, ¿qué le pasa a nuestro cerebro cuando no hacemos algo en el momento en que debemos o querríamos hacerlo?
En realidad, la procrastinación es más normal de lo que parece. Hasta en las pequeñas cosas, todos en un momento dado dejamos algo para el día siguiente, o para un rato más adelante. ¿El motivo? La ciencia, como es habitual, ha estado investigando el tema para saber qué nos pasa por la cabeza en esos momentos.
Un nuevo estudio realizado por especialistas de la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, ha estado investigando este singular fenómeno, y ha descubierto que son dos las zonas de nuestro cerebro que se encuentran implicadas.
El estudio hizo uso de la resonancia magnética en 264 personas, tanto hombres como mujeres, a quienes se les realizó una encuesta para poder llevar a cabo una medición sobre el control de sus acciones.
La ciencia de la procrastinación implica dos zonas cerebrales
Según el estudio, las zonas que se ligan a la procrastinación son la amígdala cerebral y el córtex del Cíngulo anterior. A tenor de los datos arrojados, aquellas personas que tienen poco control sobre sus acciones muestran una amígdala de mayor tamaño, y la conexión de esta con el córtex del Cíngulo anterior es menos pronunciada.
La citada amígdala es la encargada de advertir sobre acciones que pueden ser negativas. Por su parte, el ya nombrado córtex es el que selecciona qué acciones se ponen en práctica. Así pues, cuando la conexión entre ambas es leve, nos costará más trabajo llevar a cabo las acciones con éxito en la consecución final.
Cuanto más grande es la amígdala, mayor ansiedad sufrimos. Además, los sentimientos negativos se magnifican. Si a eso le sumamos una conexión pobre, las ideas de fracaso se hacen más manifiestas.
¿Se puede mejorar el nexo entre ambas zonas cerebrales? Eso es labor para otro estudio. Pero, de momento, si eres fan de la procrastinación, siempre podrás echarle la culpa a tu cerebro, ¿verdad? Por desgracia, esta parte afecta a nuestro desarrollo profesional y personal, de ahí que resulten interesantes tanto este estudio como otros posteriores que se puedan llevar a cabo para mejorar en este sentido y alcanzar un nivel adecuado a las necesidades actuales.
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