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Alerta urgente de la NASA por las tormentas que están a punto de llegar y que van a provocar apagones masivos

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El Sol, fuente inagotable de energía, no siempre actúa como un aliado. Aunque su presencia es esencial para mantener el equilibrio climático y biológico del planeta Tierra, también puede convertirse en un agente potencialmente perjudicial cuando libera fenómenos de gran intensidad. Uno de estos eventos, conocido como tormenta solar o tormenta geomagnética, puede afectar gravemente la infraestructura tecnológica. En las últimas semanas, la NASA ha emitido una alerta preocupante ante la detección de nuevas tormentas solares de gran intensidad.

Estos eventos solares no afectan directamente al ser humano en términos físicos, ya que el campo magnético terrestre actúa como escudo natural. Sin embargo, las alteraciones que provocan en la magnetosfera pueden desencadenar fallos masivos en los sistemas eléctricos, interferencias en las comunicaciones y daños graves en los satélites. Conscientes de este riesgo creciente, las agencias espaciales han puesto en marcha proyectos científicos para estudiar el comportamiento del clima espacial y minimizar su impacto en la vida cotidiana, que cada vez depende más de tecnologías sensibles a estas perturbaciones.

La tormenta solar de la que alerta la NASA

Una tormenta solar es una liberación masiva de energía por parte del Sol que se manifiesta en forma de eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), ráfagas de viento solar y radiación electromagnética. Estos fenómenos, que ocurren con más frecuencia durante el llamado «máximo solar», envían partículas cargadas que, al alcanzar el entorno terrestre, interactúan con el campo magnético del planeta. Esta interacción puede generar una tormenta geomagnética, cuyas consecuencias se sienten a través de alteraciones tecnológicas y no directamente sobre el cuerpo humano.

Entre sus efectos más notorios se encuentran las auroras boreales que se observan en latitudes altas, pero también se producen perturbaciones en redes eléctricas, sistemas de navegación por satélite (GPS), redes de comunicación e incluso el funcionamiento de los aviones en determinadas rutas. Dependiendo de su intensidad, una tormenta solar podría desactivar sistemas enteros durante horas o días, afectando tanto a actividades cotidianas como a infraestructuras críticas, como centrales eléctricas, bancos, redes de transporte o comunicaciones militares.

Frente a este panorama, la NASA ha intensificado sus esfuerzos por comprender el comportamiento del clima espacial y anticiparse a los posibles eventos que podrían amenazar la estabilidad tecnológica del planeta. Una de sus iniciativas más prometedoras es la misión TRACERS, acrónimo de «Tandem Reconnection and Cusp Electrodynamics Reconnaissance Satellites». Se trata de dos satélites gemelos diseñados para explorar las regiones donde el viento solar entra en contacto con la magnetosfera terrestre, en especial en las zonas llamadas «cúspides polares».

Esta misión tiene como objetivo principal analizar cómo se transfieren la energía y las partículas del viento solar a la atmósfera superior de la Tierra. Para ello, los satélites registrarán datos en tiempo real sobre la dinámica de los campos magnéticos y eléctricos, la actividad de los iones y electrones y la forma en que el escudo magnético del planeta se adapta a las variaciones solares. La información que se obtenga permitirá mejorar las predicciones y diseñar medidas preventivas para proteger tanto los satélites en órbita como los sistemas eléctricos en superficie.

¿Estamos preparados?

A pesar de los avances científicos, la infraestructura tecnológica actual sigue siendo altamente vulnerable a los efectos de una tormenta solar potente. Un ejemplo histórico lo demuestra: en 1989, una tormenta geomagnética dejó sin electricidad durante horas a millones de personas en Quebec, Canadá. Más atrás, en 1859, ocurrió el famoso evento Carrington, una tormenta solar tan intensa que provocó fallos en los sistemas telegráficos de la época. Si algo similar sucediera hoy, las consecuencias serían mucho más graves debido a la enorme dependencia de la tecnología.

Posibles escenarios

Los modelos científicos contemplan diversos escenarios dependiendo de la intensidad de la tormenta. En un evento moderado, podrían producirse fallos intermitentes en la señal de GPS, pequeñas variaciones en la red eléctrica o interrupciones en radios de alta frecuencia. En un caso más grave, los satélites podrían apagarse o enviar datos erróneos, las redes eléctricas podrían sufrir sobrecargas o apagones totales y los sistemas de navegación dejarían de funcionar temporalmente.

Un evento de tipo Carrington en la actualidad podría costar miles de millones de euros en daños económicos. Grandes compañías tecnológicas y organismos estatales perderían datos críticos o verían interrumpidos sus servicios. La banca digital, el transporte automatizado y las telecomunicaciones entrarían en crisis. Y aunque la población no estaría en peligro físico directo, el caos provocado por la caída de sistemas básicos sería considerable.

Gracias a los avances en astrofísica y tecnología espacial, hoy es posible anticipar en cierta medida los efectos de una tormenta solar. Pero aún queda mucho por hacer. La inversión en investigación, el desarrollo de sensores más precisos y la colaboración internacional son esenciales para reforzar las defensas del planeta ante estos eventos naturales. La misión TRACERS es sólo uno de los pasos en una carrera contra el tiempo por garantizar la estabilidad tecnológica del siglo XXI.