El signo clave que revela que tu hijo tiene altas capacidades: «Primer aviso»
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La identificación temprana de las altas capacidades en los niños es un factor crucial para garantizar su pleno desarrollo. Aunque solemos asociar este concepto con un rendimiento académico excepcional, la realidad es mucho más compleja y rica. Detectar estas capacidades en una etapa temprana no solo abre la puerta a un futuro lleno de posibilidades, sino que también permite evitar problemas derivados de la desmotivación o el aburrimiento escolar. Sin embargo, ¿cuál es ese primer aviso que puede indicar que un niño tiene altas capacidades?
Según el Ministerio de Educación de España, durante el curso 2022-2023 se identificaron más de 51.000 estudiantes con altas capacidades, mayoritariamente en primaria y secundaria. Aunque el papel de las instituciones educativas es fundamental en este proceso, el 98% de los casos son inicialmente detectados por los padres. Este dato subraya la relevancia de que las familias estén atentas a ciertas señales que puedan manifestar los niños en casa. Entre los primeros indicios, destacan comportamientos como un vocabulario avanzado para su edad, una curiosidad insaciable y preguntas que van más allá de lo habitual. Estas características suelen destacar en el ámbito escolar, donde los niños con altas capacidades demuestran una participación activa, un razonamiento maduro y, en ocasiones, desinterés cuando las actividades no representan un verdadero reto. Este conjunto de rasgos puede ser el primer indicador de que el niño necesita una atención educativa adaptada a sus capacidades.
Como explican Mario y Maider Belda, autores de la guía ‘Hijos con altas capacidades’, estos comportamientos reflejan una curiosidad inagotable y un razonamiento avanzado que no se conforma con explicaciones superficiales. Estas señales iniciales son clave para iniciar el proceso de identificación y apoyo.
Detectar las altas capacidades en los niños
En el ámbito escolar, los profesores desempeñan un papel clave en la detección inicial de las altas capacidades. Un primer aviso común es la forma en que estos niños destacan en clase, ya sea por sus preguntas poco comunes, su facilidad para resolver problemas complejos o su habilidad para expresarse con claridad y precisión. Ante estas evidencias, los tutores suelen informar a las familias y, con su consentimiento, derivan al niño a los equipos de orientación psicopedagógica.
El objetivo de este proceso no es sólo confirmar la presencia de altas capacidades, sino también determinar si existen otras necesidades específicas. Por ejemplo, algunos niños pueden presentar trastornos del aprendizaje como dislexia o TDAH, lo que puede dificultar el reconocimiento de su potencial completo. Una evaluación integral que considere el entorno familiar, las habilidades sociales y las áreas de dificultad es fundamental para garantizar un apoyo adecuado. Además, este enfoque permite diferenciar entre un comportamiento sobresaliente puntual y un perfil consistente de altas capacidades, facilitando una intervención educativa más precisa.
Mario y Maider Belda destacan para Telecinco, que muchos de estos niños además pueden mostrar aburrimiento o desinterés en clase cuando no encuentran retos intelectuales a su medida, lo que a menudo lleva a subestimar su verdadero potencial. Por ello, la colaboración entre familia y escuela resulta indispensable.
Mitos y realidades sobre las altas capacidades
A pesar de los avances en el reconocimiento de las altas capacidades, existen numerosos mitos que aún rodean a estos niños. Uno de los más comunes es creer que siempre destacan académicamente. En realidad, como ya hemos mencionado muchos niños con altas capacidades pueden mostrar desinterés o bajo rendimiento. Además, su tendencia al perfeccionismo puede llevarlos a frustrarse si no cumplen con las altas expectativas que se imponen a sí mismos.
Como indican los expertos en la guía ‘Hijos con altas capacidades’, es fundamental comprender que estos niños no siempre reflejan su potencial en las calificaciones. Su rendimiento puede verse afectado por la falta de estímulos adecuados, lo que subraya la necesidad de métodos de enseñanza adaptados que estimulen su interés y creatividad.
Otro mito generalizado es la idea de que estos niños no necesitan apoyo adicional. Sin embargo, además de atención académica, requieren orientación emocional para manejar la ansiedad, la frustración y, en algunos casos, las dificultades para relacionarse con sus compañeros. Su selectividad al elegir amistades o su interés por temas poco comunes no deben confundirse con una falta de habilidades sociales. Es crucial desterrar estas ideas preconcebidas, ya que pueden limitar las oportunidades de intervención y apoyo adecuado para estos niños.
La evaluación continua como herramienta clave
Para fomentar el desarrollo integral de los niños con altas capacidades, es fundamental implementar metodologías de aprendizaje que estimulen su creatividad e investigación. Los proyectos en profundidad y los retos multidisciplinares les resultan mucho más motivadores que los exámenes tradicionales basados en la memoria. Además, sistemas de evaluación flexibles que permitan la ampliación del temario o la realización de trabajos de investigación son esenciales para mantener su interés y potenciar sus habilidades.
Una estrategia educativa efectiva no sólo mejora su desempeño académico, sino que también refuerza su autoestima y su relación con el aprendizaje. Estos niños necesitan entornos educativos que promuevan la exploración de sus intereses, que fomenten la curiosidad y que estén preparados para atender sus necesidades tanto intelectuales como emocionales. Este enfoque holístico asegura que puedan desarrollarse plenamente, evitando la apatía y la desmotivación.
Detectar las altas capacidades a tiempo es el primer paso para garantizar que los niños puedan alcanzar su pleno potencial. Los padres y educadores deben trabajar juntos para identificar y apoyar a estos niños, superando los estereotipos y mitos que a menudo dificultan este proceso. Al proporcionarles los recursos y el entorno adecuado, no solo se fomenta su desarrollo académico, sino también su bienestar emocional y social, sentando las bases para un futuro lleno de posibilidades.
En este camino, es fundamental recordar que cada niño es único, con talentos y necesidades particulares. Una detección temprana, unida a una intervención adecuada, puede marcar la diferencia entre un desarrollo pleno y una experiencia educativa frustrante. Por ello, el compromiso conjunto entre familia y escuela se convierte en el cimiento de un futuro prometedor para estos jóvenes con altas capacidades.
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