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5 razones por las que vale la pena viajar con niños

Es hora de pensar en las vacaciones de verano y muchos padres se preguntan sobre la viabilidad de organizar viajes largos con niños pequeños.

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Cuando estamos de vacaciones y decidimos viajar, los niños tienden a aburrirse, no les gusta caminar, no toleran los museos y las visitas culturales, y sólo están contentos si los llevamos a la playa o la montaña. A esto se suma el que los viajes se ralentizan por sus necesidades y que las largas horas de vuelo se hacen pesadas.  Sin embargo, a pesar de esto, creemos que no hay nada más hermoso que viajar cuando los niños son pequeños. No hay recuerdo más dulce para los niños. Por ello, si te desanima irte con los niños estas vacaciones, debes buscar entre tu optimismo y también conocer las 5 razones por las que vale la pena viajar con niños.

5 razones para viajar con niños

Si tienes previsto viajar con los niños este verano, quizás no tengas muchas ganas debido a lo cansado que llega a resultar, pero lo cierto es que también unas vacaciones familiares son divertidas y como hemos dicho, nos llenan de momentos que los niños recordarán por siempre. En concreto, estos son sólo algunos de los motivos o razones para viajar con niños:

Aprendamos a ver el mundo con sus ojos

Organizar un viaje con niños significa, en parte, aceptar compromisos para satisfacer sus necesidades. Significa ser capaz de encontrar rápidamente soluciones si algo sale mal. Y es ponerse en su piel para entender por qué algunas cosas pueden intrigarles y fascinarles y otras no tanto. En otras palabras, significa aprender a mirar el mundo con sus ojos, acogiendo con alegría el aporte que su pequeño punto de vista puede atribuir a las diferentes situaciones.

Les hacemos adaptarse a un nuevo entorno

Los niños son de rutinas y están apegados a sus hábitos. Acostumbrarlos a viajar desde pequeños significa acostumbrarlos a vivir fuera de su zona de confort diario, adaptándose rápidamente a las situaciones y afrontándolas cada cierto tiempo si se presentan. Por supuesto. A menudo es agotador y necesitamos tener inventiva y espíritu de adaptación nosotros mismos. Pero a la larga, lo que se obtiene es un niño fluido, resiliente, capaz de enfrentarse a lo desconocido sin miedo, consciente de que de alguna forma podrá afrontarlo.

Aprenden a ver el mundo con una mente abierta

Viajar significa acoger lo que el mundo nos ofrece, interpretarlo y hacerlo parte de nosotros. En una palabra, es acostumbrarse a tener una mente abierta sobre las cosas, las personas, las situaciones… desarrollar la aceptación de las diferencias, el respeto por los demás, la curiosidad por lo diferente . Además, significa aprender a tomar lo mejor de otras culturas, otros pueblos, otras costumbres y llevarlo contigo.

Aprenden tolerancia y respeto hacia los demás

Lo anterior, en dos palabras, se puede resumir en tolerancia y respeto hacia el resto del mundo. Los niños acostumbrados a viajar, a enfrentarse a lo que les es diferente, son generalmente niños tolerantes, capaces de captar las diferencias y no sólo acogerlas, sino hacerlas formar parte de ellas. Los niños que viajan no tienen miedo de enfrentarse a lo desconocido y, de hecho, a lo que no pertenece a su vida cotidiana, sino que se sienten intrigados y fascinados.

Formamos a los viajeros del mañana

Un niño que viaja probablemente será un viajero en el futuro. Siempre podrá tomar sus cosas y salir a descubrir el mundo.