Bebés
Películas

La película de los años 90 que pasó desapercibida y enseña a los niños valores esenciales para la vida de hoy

  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

En el cine animado de finales de los 90, muchas películas pasaron desapercibidas pese a ofrecer historias con mensajes profundos. Entre ellas, surgió una obra que, aunque no se convirtió en un fenómeno de taquilla, enseña a los niños grandes valores.

Su historia esconde un poderoso mensaje sobre la amistad, la empatía y la capacidad humana de elegir el bien por encima de la violencia. Además, destaca por presentar dilemas morales de manera comprensible para los más pequeños, fomentando la reflexión y el diálogo en familia o en el aula.

Aunque en su estreno pasó casi inadvertido frente a producciones de Pixar o Disney, hoy es reconocida por críticos y educadores como una herramienta pedagógica que fomenta valores universales y permanentes.

El Gigante de Hierro: la película de los 90 que enseña sobre la identidad y la amistad

El Gigante de Hierro, dirigida por Brad Bird y estrenada en 1999, narra la entrañable relación entre Hogarth Hughes, un niño curioso e imaginativo, y un enorme robot llegado del espacio.

Según el análisis recogido en la guía didáctica de El Gigante de Hierro, realizada por Fernando Bayón Guareño, Agustín Compadre Díez y Luis Salarich Femández en colaboración con el equipo técnico-pedagógico del Centro de Comunicación y Pedagogía, este film se ha convertido en un ejemplo del cine animado con propósito ético.

La historia resalta la importancia de los vínculos afectivos saludables, mostrando cómo la comprensión y el respeto pueden transformar incluso a los personajes más distintos entre sí.

A través de esta amistad improbable, la historia explora la importancia de mirar más allá de las apariencias y de construir la propia identidad a través de las acciones, no del origen o del destino impuesto. Este mensaje conecta con los niños al enseñarles que sus decisiones tienen valor y pueden cambiar su entorno para bien.

El argumento funciona como una metáfora del poder de la elección y el desarrollo del carácter. El Gigante, concebido originalmente como un arma, desafía su programación para convertirse en protector.

Esta decisión, muy humana, refleja uno de los mensajes centrales de la película: cada persona puede decidir quién quiere ser, incluso si el mundo espera algo diferente de él.

La producción también destaca por la enseñanza de valores fundamentales. Según la guía, los principios que se promueven son: amistad, comunicación, libertad, solidaridad, sacrificio, valentía, humildad, empatía, identidad y trascendencia, fomentando un pensamiento ético y reflexivo en el público infantil y juvenil.

El Gigante de Hierro como recurso educativo y ejemplo de valores positivos

Más allá de su valor cinematográfico, El Gigante de Hierro se ha convertido en una herramienta educativa muy apreciada en aulas de distintos países.

Educadores y especialistas en cine infantil la recomiendan por su capacidad para despertar conversaciones sobre numerosos valores. Además, estimula a los niños a identificar y priorizar estos valores éticos en la vida cotidiana, convirtiéndola en una película con utilidad pedagógica tangible.

Su mensaje final, lleno de esperanza, enseña a los más pequeños que la verdadera grandeza no reside en la fuerza física, sino en la bondad y la capacidad de decidir correctamente. Y tú, ¿qué films ves con tus hijos?