El consejo de un famoso pediatra español para que tu hijo no llore en la sillita del coche: «Sólo cuándo papá….»
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Carlos González es uno de los pediatras más populares de España, gracias a sus consejos y explicaciones sobre la crianza de los niños, que comparte en redes sociales a través de su cuenta @criandosinmiedo. Uno de los últimos temas sobre los que ha hablado tiene que ver con algo que preocupa a muchos padres y madres: el momento de meter al niño en la sillita del coche. Dependiendo de la edad que tenga, es posible que se ponga a llorar o que sencillamente no aguante demasiado tiempo atado. ¿Qué se puede hacer? Con el verano a la vuelta de la esquina y muchas familias preparándose para las vacaciones, es importante tener todo listo… incluida la estrategia para evitar dramas cada vez que arrancamos el coche.
Lo primero de todo es tener claro el motivo por el que los niños lloran a veces cuando los ponemos en la sillita del coche. O sencillamente, se niegan a que los sentemos y los dejemos atados. Todo tiene que ver por lo visto, con la edad. Según explica el Dr. Carlos González en su vídeo: «Los bebés más pequeñitos a veces se dejan poner en la sillita porque se dejan poner en cualquier sitio. Los niños mayores se dejan poner en la sillita porque lo entienden y no tienen ningún problema». Pero el problema llega entre los dos y los cuatro años, una franja complicada por razones obvias. En sus propias palabras: «Los de dos, tres, cuatro años a veces se resisten con uñas y dientes”. Pero no debemos entender esto como un capricho, o un acto de rebeldía injustificada. Es una etapa de crecimiento en la que el niño empieza a afirmar su voluntad, a decir que no, y en la que muchas situaciones cotidianas se vuelven más tensas de lo habitual.
El consejo de un pediatra para poner al niño en la sillita del coche
El consejo del pediatra no pasa por la imposición o el castigo, sino por la comprensión de las circunstancias. «Yo, como padre, he llegado a la conclusión de que en ciertas ocasiones tienes que renunciar al uso del automóvil», reconoce. Es decir, si no es estrictamente necesario ir en coche, quizá sea mejor evitarlo. Pero claro, eso no siempre es posible.
Pero ¿qué ocurre si no nos queda más remedio?. En este caso, el pediatra recomienda actuar con rapidez: «Si realmente hay que ir en coche, pues se ata al niño a la sillita y se va, y lo más rápido posible, porque no lo vas a convencer a un niño de dos años». No se trata de dialogar largamente con un pequeño que aún no tiene las herramientas cognitivas para entender del todo por qué debe ir en una silla y por qué no puede bajarse cuando quiere. Se trata de anticiparse.
El error más común que cometen los padres
Por otro lado, González explica que uno de los errores más frecuentes es atar al niño demasiado pronto, cuando aún falta terminar de preparar el viaje: «Un error común en los padres novatos es atar primero al niño a la silla y luego ponerse a meter los bultos en el maletero». En ese rato el niño se desespera, se agobia y ya empieza el viaje de mal humor o llorando desconsoladamente. La clave está en hacerlo al revés.
«El niño lo tienes en brazos hasta el último segundo» explica «y sólo cuando papá está ya al volante, el motor encendido y las ruedas ya inclinadas para salir del aparcamiento, atas al niño y sales lo más rápidamente posible”. Este simple cambio en la rutina puede suponer una gran diferencia en el estado emocional del pequeño, que no asociará la silla con un castigo ni con un largo rato de espera sin moverse.
El valor del respeto y la empatía en la crianza
Más allá del consejo concreto, el mensaje de Carlos González encierra una visión mucho más amplia: la importancia de la empatía, la observación y el respeto hacia los tiempos del niño. No se trata de ceder ante todos los caprichos, pero sí de entender que muchas de las reacciones infantiles tienen una base lógica desde su perspectiva, y desde esta debemos actuar sin desesperarnos o ponernos a gritar.
A veces, la solución no está en hacer que el niño se adapte al 100% a nuestra forma de ver el mundo, sino en adaptar nosotros las rutinas para que él las viva con menos ansiedad. Como en este caso: llegar cinco minutos antes, dejar preparado el coche y actuar con rapidez puede ser una solución sencilla, eficaz y respetuosa.
Porque en el fondo, debemos tener claro que criar sin miedo es también criar sin prisas innecesarias ni batallas que se pueden evitar con un poco de previsión.
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