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Comer sin hambre es genético y puede provocar obesidad en los niños

Comer sin hambre es genético y este hábito, si se cultiva, puede llevar a los niños a la obesidad, revela un estudio.

¿Comes impulsivamente o a veces incluso sin hambre? Este es un hábito más que extendido entre la población adulta, y también desgraciadamente aumenta entre los niños. Recientemente ya os hablamos del último informe del Ministerio de Consumo en el que se revelaba que cuatro de cada diez niños españoles tiene sobrepeso, pero a este se le suma ahora otro estudio en el que se alerta de cómo el hábito de comer sin hambre es algo genético que puede provocar obesidad en los niños.

Comer sin hambre es genético y puede provocar obesidad en los niños

Muchas las personas que suelen picar entre horas o justo después de comer cuando de hecho no tienen hambre. Algo que también le pasa a muchos niños en especial cuando se trata de algo dulce; un «manjar» al que normalmente es difícil que se resistan.

Precisamente un estudio publicado en la prestigiosa revista Pediatrics ha destacado la relación entre esta tendencia a comer dulces incluso después de una comida normal y el riesgo de desarrollar obesidad en los niños. En concreto, se han fijado en la costumbre de muchas familias de ofrecer un postre dulce a los niños con la condición de que se coman la comida o cena saludable que les precede y que tal vez se niegan a comer.

Desde un punto de vista psicológico, los expertos desaconsejan este enfoque porque los niños necesitan conocer las propiedades de los alimentos y aprender a elegir la dieta adecuada para ellos.

Pero desde el punto de vista nutricional es aún más perjudicial dar el famoso postre al final de la comida, sobre todo si ya has comido lo suficiente.

La causa genética de comer sin hambre

Los investigadores han planteado la hipótesis de una causa genética detrás de esta actitud, que estaría influenciada por el entorno en el que se vive . Si tienes acceso ilimitado a los alimentos, especialmente a los dulces, la tendencia a comer sin hambre se desarrolla a una edad muy temprana , lo que conlleva un mayor riesgo de obesidad infantil y por tanto mayores problemas en la edad adulta.

Promover una dieta saludable y tratar de limitar los azúcares innecesarios y la comida «fast food» en los niños y adolescentes ha sido una cruzada de médicos y nutricionistas durante años, también porque la obesidad infantil es ahora un auténtico problema de la sociedad contemporánea.

Cómo evitar la obesidad infantil

Lo que pueden hacer los padres para evitar desarrollar esta tendencia en sus hijos es ante todo enseñarles educación alimentaria, explicarles la sensación de hambre y saciedad y enseñarles a tomar postres saludables o que solo tomen postre si realmente se han quedado con hambre.

Otra idea es la de apostar por una buena fruta como postre y además colocarla encima de la mesa junto al resto de la comida. De este modo, integrada en el almuerzo o en la cena, podremos conseguir que los niños  se coman su pieza de fruta sin rechistar ya que estará integrada como parte de la comida completa.