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Tralaralara tralaraLarin

Llevo más en esto que Matías Prats en el telediario y nunca había visto ni en el Lluis Sitjar ni en Son Moix pitar a un jugador local como el público ha hecho con Larin. Un trato muy injusto en términos comparativos respecto a otros futbolistas de la plantilla actual y también del pasado.

Finalmente ha marcado los mismos goles que Muriqi, siete, jugando casi 300 minutos menos (2067 por 1774). Además el kosovar marcó dos veces desde el punto de penalti y el canadiense solamente una. En el capítulo disciplinario cuatro tarjetas para este último contra tres del primero, aunque de ellas dos fueron rojas. Abdón, cánticos, caretas y campaña contra Javier Aguirre al margen, no entra en baremos similares. Algo tendría si Arrasate solamente le ha dado 435 minutos, 3 titularidades y, eso si, 21 entradas desde el banquillo.

Cyle no cae bien, ni es discutible el bajo nivel que ha demostrado. Algunas veces aparenta desidia y fragilidad moral. Se equivocó al encararse con la grada en el penúltimo encuentro de liga, pero ha soportado lo que ninguno de sus compañeros y que Pablo Ortells pagara por su traspaso ocho millones de euros, aunque eso no es culpa del jugador; en todo caso habría que abroncar a quien invirtió tal cifra, equivalente a la que ingresó el club por la venta de Rajkovic. A orillas del Pisuerga todavía sonríen cuando oyen hablar del director de fútbol del Mallorca. O no.

Desengañémonos. Que entre ambos delanteros con dos de las tres fichas más caras de la plantilla, solamente hayan marcado 14 goles, casi la mitad de los que ha sumado Budimir en solitario para el Osasuna, debe inducirnos a reflexionar y pensar en cuántas asistencias han recibido, cuántas veces ha llegado el Mallorca al área enemiga y si, en conclusión, han fallado los artilleros o simplemente no les han suministrado fusiles o balas.

No se preocupen. Larin no seguirá un año más en Palma o eso parece. El club ya lleva medio año filtrando que le quieren vender, pero quien esté limpio de culpa que tire la primera piedra, dijo Jesús, y eso alcanza desde el primer inquilino del palco presidencial de Son Moix hasta el último de la grada de animación.