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Crítica teatral

El Rey emérito visto como un personaje shakesperiano

El montaje 'El Rey que fue' de Els Joglars se ha podido ver este sábado en el Auditórium de Palma

El acierto de Boadella-Fontseré es acercarnos el personaje de Juan Carlos I en su intimidad, reconstruyendo con acierto unas creíbles pautas de conducta

Aunque Albert Boadella dejó la dirección de Els Joglars en el año 2012, cierto es que la edad de oro de esta compañía satírica se apagó en 1997, después del estreno de El extraño caso del Doctor Floit y Mister Plà. A partir de entonces, personalmente me había desconectado de Els Joglars, hasta que Boadella se planteó el retorno acudiendo a un mano a mano, nada menos que con Ramón Fontseré, quien desde 1983 venía siendo el actor fetiche de la compañía y, además, sucesor de Boadella en la dirección. Su excelente recreación de Jordi Pujol en Ubú President, sigue siendo un hito en la historia reciente del teatro satírico español probablemente jamás superado. . 

En 2023 cobrará forma la nueva sátira de Els Joglars, El Rey que fue, en la que el personaje central es Juan Carlos I, ya en el exilio y convertido en un personaje shakesperiano en palabras del propio Boadella. Es, por tanto, una aproximación cercana al drama, aunque no exenta de un perfil satírico. 

Interesante elegir el Cuarteto de cuerdas número 14 de Schubert, también conocido como La muerte de la doncella, como única ilustración musical en el desarrollo de la obra, por sus connotaciones con la propia trayectoria del rey Juan Carlos I en lo que tiene que ver con su vida privada en tiempo presente: la negación del amor y la amistad en un período muy complicado de su vida –el exilio-, equivalente a la vivencia de Schubert en el momento de componer el cuarteto (1824), falleciendo solo cuatro años después. Tal vez el 2028, doscientos años después, le llegue su hora al emérito inmerso en la soledad, el desamor y olvido. De eso trata La muerte de la doncella.

Un simple apunte. Me pareció incorrecto vincular los líos de faldas de Juan Carlos I, dicen que un rasgo habitual en los borbones, con esa doncella del cuarteto. Una superficialidad innecesaria ante el significado, tan profundo y determinante, del cuarteto de Franz Schubert. ¿Quién tuvo la idea? 

Fieles a su tradición, Els Joglars levantan una obra satírica, en la que nada se ignora y prácticamente todo –esquematizado- queda expuesto. No hay compasión alguna desde el punto de vista de los hechos, pero sí hay cierta proximidad al perfil humano del personaje y sin excluir alguna reflexión a propósito del papel histórico que ha jugado, sin ir más lejos renunciando al poder absoluto de su reinado para hacer viable la llegada de la democracia, algo que ha sido silenciado, por expreso deseo de la perversa progresía, y aquí debidamente denunciado aunque solamente sea de pasada.

Me parece interesante subrayar la excepción que hacen Els Joglars con la puesta en escena de El Rey que fue, porque estos comediantes siempre se han caracterizado por sus retratos mordaces del poder; solo que esta vez se  permiten señalar, antes que nada, a la manipulada opinión pública sobre las consecuencias que han llevado a Juan Carlos I al exilio y a la imposición de un ostracismo que no hace justicia al servicio que una vez prestó a España.  

El acierto de Boadella-Fontseré es acercarnos el personaje en su intimidad, reconstruyendo con acierto unas creíbles pautas de conducta, compatibles  con su campechanía. Buen trabajo de Fontseré en su interiorización de las salidas temperamentales del monarca tan bien acompasadas con el papel de Adrián, su presunto hijo natural, aunque por encima de todo el bufón que le permite entrar en distendida polémica con el Rey y su momento histórico. 

Llevar todo ello a un velero y a una paella, acompañando el mal tiempo del Golfo Pérsico, incide en la hilaridad buscada por el trabajo coral y artesano que siempre ha caracterizado a Els Joglars. Pero el trasfondo, que siempre permanece inalterado, es la figura regia del personaje, tan maltratada por la obsesión política de interpretaciones interesadas. Por eso mismo El Rey que fue no deja de ser una denuncia ante el hecho de minimizar los valores objetivos de un personaje histórico, del que precisamente hemos silenciado interesadamente lo trascendente para acto seguido borrar su recorrido como providencial monarca parlamentario, en tiempos claves para España. 

Hay que saber leer entre líneas para comprender que Els Joglars no hacen leña del árbol caído. Al contrario: respeto absoluto a su papel institucional, aunque reconociendo que sus errores personales han minimizado su labor.

El Rey que fue, si me lo permiten, es la descripción del fin de una dinastía, que acabará siendo enterrada en el panteón de El Escorial. Lo que se pueda ver después es otra historia en función de si el juancarlismo acaba siendo el comienzo de una nueva era, protagonizada por Felipe VI. Por el momento.

Lo que personalmente valoro de esta puesta en escena es que Els Joglars no renuncien a su identidad, al tiempo que optan por desmarcarse de esas críticas, gratuitas, que tanto agradan a la progresía woke que domina el presente.