OkBaleares
Crítica

Petita Simfònica, rica embajada de valores en proceso

La soprano Sabrina Gárdez, el tenor Celso Albelo y la Petita Simfònica, protagonistas en el segundo concierto del Festival Bellver

En las últimas ediciones del Festival Bellver se viene reservando una de las fechas para la presentación en sociedad de las sucesivas promociones de la Petita Simfònica, que es una parte significativa de la Acadèmia Simfònica; por cierto una de las aportaciones más apreciadas de Pablo Mielgo, director titular de la Orquesta Sinfónica de Baleares. Es una imagen saludable ver a los profesores titulares intercalados entre los camisas blancas, esto es, los integrantes de la Petita Simfònica, con edades entre los 10 y 17 años. ¡Qué digo, saludable! En realidad es una imagen, potente, cargada de futuro.

Probablemente algunos de ellos acabarán siendo solistas de carrera y otros ocupando asientos titulares en las orquestas repartidas por el mundo.

En esta ocasión, el formato elegido para el jueves 3 de julio fue el recital lírico, con primera parte operística, mientras la segunda era una inmersión en la zarzuela. Y con otro valor añadido, porque los solistas invitados eran la visualización de la excelencia en el aprendizaje (Sabrina Gárdez) y la proyección internacional en curso (Celso Albelo). En la foto que ilustra el texto les vemos a los dos en pleno ensayo para la gala del 3 de julio. 

La soprano cubana de 25 años Sabrina Gárdez inició sus estudios de canto en el Conservatorio José Iturbi de Valencia, con premio extraordinario, y desde el 2020 hasta ahora mismo becada por la Fundació Ferrer-Salat para perfeccionar conocimientos en el Conservatorio del Liceu de Barcelona. Y el tenor tinerfeño de 49 años Celso Albelo, después de formarse en el canto bajo la tutela del Conservatorio de Santa Cruz de Tenerife, viajó a Madrid para ampliar sus estudios en la Escuela Superior de Canto Reina Sofía.

Albelo es un tenor muy solicitado en los principales escenarios operísticos y Sabrina Gárdez enamora a quienes saborean la belleza de su timbre. Dos solistas ante los que medirse una atípica, por singular, formación orquestal.

Estos eran los mimbres que aguardaban en el patio de armas del Castillo de Bellver y con otro valor añadido, como hizo saber Pablo Mielgo: no es una tarea fácil para músicos adolescentes estar en el acompañamiento orquestal de una gala lírica. Todo salió a la perfección, adornado por la noche estival. 

Primera parte reservada a Verdi, Mozart, Donizetti, Puccini y Gounod, con el complemento de una segunda parte de zarzuela, que poco a poco se va prodigando por los escenarios del mundo. En este caso la segunda parte fue para recordar soberbias piezas de Chapí, Sorozábal, Vives, Giménez, Lara y Velázquez, sin que faltara Granada o ya en el bis, el dueto de soprano y tenor en clave pasodoble torero de la ópera homónima de Manuel Penella, aquí interpretado of course por Sabrina Gárdez y Celso Albelo.

En definitiva, vivimos un entrañable ejercicio en clave de work in progress.