No miren abajo
Andy Kohlberg, que fue segundo de Robert Sarver en funciones de jefe contable, preside el Mallorca dirigido por un par de incompetentes. Alfonso Díaz, director financiero y consejero delegado, todavía no ha respondido por sus meteduras de pata en el reparto de entradas para la final de Copa en La Cartuja, la indemnización que el club tuvo que pagar al restaurante Presuntuoso, el resultado de las investigaciones por los incidentes en Arabia, los cambios estructurales que debía implantar, la causa real de la próxima ampliación de capital anunciada en la rueda de prensa que valoró el mercado de verano, torticeramente retrasada para no destinar el dinero a reforzar la plantilla, ni las reiteradas dificultades que encuentran los aficionados para renovar sus abonos o el trágala de la excedencia concedida al anterior director de comunicación que, agobiado en la dirección del ente IB3, se dedica a crear vídeos promocionales y sumar seguidores en las redes sociales. De su sustituto mejor ni hablar.
Pablo Ortells, director de fútbol que en la quinta columna del Villarreal no hubiera alcanzado jamás el salario que percibe actualmente, no puede ni justificar su lamentable labor debida, incapacidad aparte, a los recortes que se le imponen. La respuesta del club al asunto Dani Rodríguez ha sido tan tibia y falta de autoridad como lo fueron las reivindicaciones extemporáneas de Leo Román, Maffeo, Copete, Antonio Sánchez y el edredón que le puso Abdón a la cama de Javier Aguirre premiado con una renovación sin precedentes ni explicación. Alguien con dos dedos de experiencia habría basado las necesidades del equipo en lo sucedido a lo largo de la segunda vuelta del pasado campeonato, no en la clasificación final ajustada a lo realizado, no con poca fortuna, en la primera.
Todo lo que sucede ahora tiene su origen en la dejadez imperante en este club a cuya propiedad le resulta absolutamente indiferente su destino. El objetivo único es cerrar los balances con pérdidas asumibles a la espera de algún comprador incauto. Lo saben los jugadores, lo sufre el cuerpo técnico y lo paga la afición con la mengua de su ilusión. La insistencia de este par de listos en recalcar el apoyo de Kohlberg y sus socios, ya viene reflejada en el refranero: dime de qué presumes y te diré de qué careces. Las pirámides se sostienen por su base, pero la cúspide se sitúa en lo más alto que es por donde empieza la demolición.
Por cierto, cuando les intenten engañar de nuevo con el tope salarial que les permite la LFP, sepan que el coste de la plantilla, no su valor, asciende a 37 millones y medio de euros. Hasta los 58 permitidos, restan 21. Echen ustedes mismos las cuentas.
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