La enseñanza primaria de Baleares, de las peores de la OCDE

La enseñanza primaria de Baleares, de las peores de la OCDE

A Marga Prohens le disgusta que hablemos de búnker educativo. Un sistema educativo sostenido con fondos públicos que van en aumento año tras año, incapaz de aceptar la menor crítica externa ante la catarata de resultados negativos que arrojan todas las pruebas de diagnóstico objetivas y externas, incapaz de curar ninguno de los males de los que adolece porque ni siquiera la autollamada comunidad educativa los quiere reconocer, incapaz de revertir la mediocridad y la desigualdad en los resultados académicos por motivos estrictamente socioeconómicos, sobreprotegido por todos los partidos sistémicos que para no molestar a los docentes no se atreven a lanzar la más leve objeción y a los que sólo falta recomendarnos que salgamos a los balcones a las ocho para aplaudirlos, sólo merece el nombre de búnker.

Un sistema educativo corroído por la cobardía, la indolencia, la comodidad y el conformismo de quienes cuentan los días para jubilarse a los 60 años, reacio a someterse a las pruebas de diagnóstico internacionales para no quedar en evidencia, sometido a la tiranía de una docena de fanáticos de la Educació en català, pública i de qualitat, que en cada centro señalan a quienes no comulgan con sus ruedas de molino, controlado por los sindicatos y su rosario de liberados que no dan un palo al agua, pero frente a los cuales se cuadra un consejero tras otro, acostumbrado a lanzar balones fuera cuando se les piden responsabilidades por sus pobres resultados, transido de modas pedagógicas sin ninguna base pero que alardean de ciencia frente a quienes señalan que el emperador va desnudo, un sistema así… no merece otro calificativo que el de búnker, pese a quien pese y guste más o menos. A Prohens o al Sursum Corda. ¿Para esto nuestros padres de la patria, los Félix Pons, Cañellas, Matutes, Albertí o Melià, querían la autonomía política?

Antonio Vera es con diferencia el consejero que ha comparecido más veces en la cámara balear para dar explicaciones y rendir cuentas de su gestión. De lo que sea: del plan de infraestructuras a diez o quince años, de colegios que ha tenido que apuntalar porque se caían a trozos, de los cambios en el organigrama de la consejería que si ahora se da más importancia a la red concertada que a la pública, de los fallos en la adjudicación de plazas de interinos al principio de curso, de cómo va a aplicar el plan piloto de elección de lengua. Nunca, sin embargo, ha comparecido ni ha respondido a ninguna pregunta para poner el foco sobre lo que realmente importa. ¿Qué ocurre en nuestras aulas para que los alumnos de Baleares sean tan mediocres académicamente y donde la herencia familiar siga siendo tan determinante? ¿Cómo explicamos que, siendo uno de los países con un ingreso en la educación reglada más temprano (la educación de 0 a 3 años va camino de ser gratuita de modo universal), gastándonos un potosí (unos 8.000 euros anuales por cada plaza pública), con una ratio global de nueve alumnos por cada docente, con tantos docentes auxiliares y de apoyo, con unas plantillas sobredimensionadas (840 docentes más este curso), la mitad de los alumnos de cuarto de primaria no llegue al mínimo en catalán, matemáticas, castellano o inglés?

¿Cómo se explica que, a la vista de las pruebas TIMSS de 2023, que por primera vez han evaluado a los alumnos de cuarto de primaria de Baleares en matemáticas y ciencias, seamos de nuevo los últimos de España y entre los tres últimos de todos los países evaluados? ¿Qué pasa en Baleares? ¿Cómo explicarán Antonio Vera, Anabel Curtó y Marga Prohens a los ciudadanos de Baleares que pagan religiosamente sus impuestos que en la prueba TIMSS 2023 el 17,8% de los alumnos de Baleares tienen un nivel muy bajo en matemáticas, un 32,8% bajo, sólo un 14,8% alto y apenas un 1,2% avanzado?

¿Cómo van a explicar Martí March, Amanda Fernández y Francina Armengol que en ciencias un 12,9% de nuestros alumnos tiene un nivel muy bajo, un 29,4% un nivel bajo y sólo un 17,2% un nivel alto y apenas un 2% un nivel avanzado? ¿Así es como piensan fortalecer la democracia, diversificar el modelo económico de Baleares, redirigir el monocultivo turístico hacia una economía que aporte valor industrial o tecnológico, nutrir de talento a la UIB o a la futura Universidad de Mallorca o tratar de que las Islas dejen de ser una tierra de camareros, kellys y picapleitos?

Pero si algo han aprendido nuestros políticos, no importa el color, es que no hay que intervenir la enseñanza balear, ni siquiera plantearse cercenar la autonomía de centros que permite a sus directores elegir qué modas pedagógicas se aplican, qué currículum pergeñan y qué idioma encasquetan según el contexto social y lingüístico del barrio. Los inspectores, por si acaso, siempre serán la coartada gubernativa de que todo funciona a la perfección mientras hacen la vista gorda. Ya veremos en qué quedan las propuestas de mejora, la mayor parte bastante certeras, del grupo de expertos que se acaban de hacer públicas. Conociendo el percal, me temo que todas estas propuestas quedarán en nada, no vayan a molestar a los pipiolos que llegan ilusionados de las facultades de magisterio o de pedagogía para aplicar las últimas corrientes innovadoras en el arte de la pedagogía.

No en vano la autonomía de centro que permite a los directores hacer y deshacer, aunque de espaldas a las familias, supone un avance sin igual del progreso democrático que llegó para quedarse. La autonomía de centro es un principio intocable y de paso muy cómodo ya que así los políticos eluden parte de su responsabilidad descargándola sobre las espaldas de las directivas.

Sólo hay que oír los poderosos argumentos en favor de los nuevos métodos pedagógicos a los que debemos tantos éxitos, desde las inefables situaciones de aprendizaje hasta la filosofía de Malaguzzi, por parte de la liga femenina de maestras de primaria que actúan de portavoces en la comisión de educación del parlamento balear.

La enseñanza es la principal competencia que el Estado transfirió a la autonomía balear, pronto hará 30 años. No sólo es la principal competencia por su volumen presupuestario, el segundo después de sanidad, sino por su impacto para el tejido familiar, económico y social de estas Islas y sobre todo para el desarrollo personal de cada uno de nuestros alumnos. El desempeño de la enseñanza balear por parte de nuestra clase política autonómica en estos 30 años es la muestra más palpable del fallo multiorgánico de nuestro Estado de las autonomías, se pongan como se pongan los pocos entusiastas que aún le quedan.

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