debate de política general

Armengol admite que Baleares vive del turismo pero insiste en reducir plazas hoteleras y cruceristas

Francina Armengol Turismo
La presidenta del Govern, Francina Armengol, en los pasillos del Parlament balear en la mañana de hoy.
Indalecio Ribelles
  • Indalecio Ribelles
  • Redactor OKDIARIO en Baleares, información local de Palma, social y política en general. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

La presidenta socialista del Govern, Francina Armengol, admite que Baleares vive del turismo pero insiste en reducir plazas hoteleras y cruceristas, tal y como ha manifestado en el transcurso de su discurso en el Parlament durante el Debate de Política General, donde ha abrazado la turismofobia creciente que comparte con sus socios de gobierno, independentistas de Més y Podemos, pero a la vez ha reconocido que las Islas viven del turismo haciendo un guiño al sector.

«Hemos de asumir los hechos. Porque podemos engañarnos todo lo que queramos, pero si lideramos la recuperación en Europa, si hemos conseguido máximos de ocupación es, en gran parte, por el turismo», ha precisado la presidenta balear.

Una industria turística que es capital para los ciudadanos de las Islas, ya que la coalición de gobierno que Armengol preside ha sido incapaz de proyectar una alternativa a medio y largo plazo tras siete años gobernando para que Baleares no tenga esa dependencia del turismo.

Hay que recordar que la economía balear posee un sector primario, agricultura y ganadería ya casi inexistente, una actividad industrial con el menor peso en el PIB de toda España y más del 70% de la población activa está empleada en el sector terciario.

Pero una vez reconocida esa dependencia, la presidenta del Govern ha dejado claro que su apuesta económica para Baleares pasa por «reducir el número de plazas en volumen, sin afectar a la ocupación o la cohesión social». Es decir, menos turistas porque, como ha apuntado a renglón seguido, «la nueva Ley de Turismo aprobada nos ha convertido en los primeros en aplicar una moratoria y bloquear nuevas plazas».

El resultado de esta política en contra de la única actividad económica de las Islas es para Armengol «muy elocuente»: «La ocupación nunca vista de este verano nos deja claro que estas plazas no hacen falta», ha manifestado la dirigente socialista, quien ya ha avanzado que, aunque serán los consells insulares los que decidan, «en el Govern lo tenemos claro, no hacen falta».

De hecho, esa nueva ley turística determina la desaparición sólo en Mallorca de más de 30.000 plazas turísticas, al obligar a eliminar dos plazas para crear una nueva. Una reducción del volumen de afluencia turística que irá acompañado en su relato del aumento de la calidad.

Como ejemplo de esta apuesta por la excelencia, Armengol ha anunciado que en los presupuestos de 2023 habrá una partida de 10 millones de euros para la compra de hoteles obsoletos de zonas turísticas maduras para eliminar plazas y destinar esos inmuebles a otros fines, aún por definir.

También ha tenido tiempo en su discurso para arremeter contra los cruceros y se ha felicitado por haber logrado que en la presente temporada, después de dos años de pandemia que han puesto en jaque a miles de trabajadores, autónomos y pequeños comercios de Palma, la llegada de estas embarcaciones al puerto de Palma se haya reducido un 20% y ha advertido a las navieras de que «tendrán limitar más aún su impacto».

«No hablo sólo de volumen, también de emisiones. La ruta está trazada y la recorreremos durante los próximos años», ha zanjado una confiada  presidenta del Govern.

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