Chernóbil

La Universidad de Málaga demuestra que la calima transporta radiación procedente de Chernóbil

radiación
Símbolo de radiación en la zona de exclusión junto a la central nuclear de Chernóbil (ZUMA PRESS).

Un reciente estudio de la Universidad de Málaga (UMA) y de la Universidad de La Laguna (ULL), en Santa Cruz de Tenerife, ha revelado que el polvo en suspensión o calima sigue transportando isótopos de cesio vinculados al desastre nuclear de Chernóbil de 1986.

Los investigadores han encontrado respuesta a la aparición de dichos radionúclidos, cuyo origen podría remontarse al accidente que tuvo lugar en la central nuclear soviética hace ya más de 36 años.

El estudio, que se ha publicado recientemente en la revista científica Journal of Geochemical Exploration, aborda la presencia de radiación de cesio 134 y 137 en suelos de Tenerife, que podría estar relacionada con este accidente y que habría llegado a la isla a través del polvo en suspensión procedente del Sáhara.

En la investigación han participado un total de ocho científicos. En concreto, por parte de la UMA, Elisa Gordo, de la Unidad de Técnicas Radiométricas de los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación (SCAI), y Esperanza Liger, profesora del departamento de Física Aplicada II.

Este trabajo se ha basado en un análisis retrospectivo de los datos recopilados a principios de la década de los 90 por el Laboratorio de Física Médica y Radiactividad (Fimerall), adscrito al Servicio General de Apoyo a la Investigación de la ULL, que mostraba el contenido de radionúclidos en aerosoles en los suelos de la isla.

En aquel momento no se tenía una visión tan general de las contribuciones de los episodios de polvo sahariano en suspensión y, sobre todo, no se disponía de una serie temporal larga para poder explicar la aparición de dichos radionúclidos de origen antropogénico en las muestras de suelos.

Basándose en trabajos previos realizados por la investigadora de la ULL, María López Pérez, ha sido posible dar una explicación plausible a la aparición de dichos radionúclidos en aquellos años, lo cual ha dado origen a este nuevo artículo científico, del que es también autora principal.

De acuerdo con López, a pesar de la gran distancia entre Canarias y la central nuclear de la extinta URSS, la fuente más probable de las concentraciones de 134 Cs y 137 Cs registradas en los suelos de las Islas Canarias Occidentales en los años 90 fue la resuspensión de terrenos y arenas previamente contaminados por dichos isótopos de origen artificial. Los isótopos liberados durante el accidente, según señala, se dispersaron principalmente por Europa, aunque también por todo el hemisferio norte en pequeñas cantidades.

Este trabajo concluye, no obstante, que las bajas concentraciones de estos isótopos, medidas tanto en los suelos como en la atmósfera de Tenerife, no proporcionan, en ningún caso, un incremento significativo en las dosis recibidas por la población tinerfeña y, por extensión, de la población residente en Canarias.

Las simulaciones de las columnas radiactivas liberadas por Chernóbil no mostraron una ruta de deposición directa hacia las Islas Canarias Occidentales durante los días posteriores al accidente. Los autores consideran que el escenario más probable fue que, después del desastre nuclear, los isótopos se depositaran primero en la superficie del suelo del norte de África y luego se resuspendieran en la atmósfera, permitiendo que fueran transportadas y se depositaran sobre las islas mediante tormentas de polvo, muy comunes en el norte de África.

Igualmente, el análisis de los datos de aerosoles recopilados en Canarias durante los últimos 20 años y los datos de densidad de la columna de polvo para el periodo 1986-1991 muestran que hay una entrada continua de polvo mineral y 137 Cs del norte de África asociado con las calimas.

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