¿Nacionalizar Nissan? El caso andaluz que demuestra la ruina que supondría esta utopía

Santana.
Santana.
Borja Jiménez

La izquierda ha llamado en tromba a nacionalizar la catalana planta de Nissan para salvar los miles de empleos que durante años se han generado en ella. Sin embargo, además de la imposibilidad de la expropiación de una multinacional -la séptima empresa más grande de Japón-, dado que supondría entrar prácticamente en una guerra con el país nipón, sería una ruina.

Y es que, ¿qué pretende nacionalizar la izquierda? ¿Directamente a la multinacional japonesa? ¿Las instalaciones vacías? ¿La gestión? Sea lo que sea, es imposible y, en caso de ser posible, ruinoso. Y es que el Gobierno ya se hizo cargo en una ocasión de una fábrica automovilística.

Santana Motor, una marca de todoterrenos con sede en Jaén que nació en pleno franquismo (1954) y desapareció en 2011, llegó a trabajar para grandes marcas como Land Rover o Suzuki. La planta, sin embargo, no era rentable y precisamente Suzuki, otra japonesa, anunció su cierre. La Junta de Andalucía, sin embargo, lo evitó haciéndose cargo de la fábrica por 15 años por un montante que supuso aproximadamente 600 millones de euros públicos. La consecuencia: una ruina de más de 130 millones de euros en pérdidas. En total, las arcas públicas perdieron más de 700 millones de euros.

Ahora, Santana, la planta automovilística de Linares (Jaén) «nacionalizada» por la Junta de Andalucía en 1994 tras la marcha del grupo japonés Suzuki, supone un nefasto precedente para las tres factorías barcelonesas que la multinacional nipona Nissan quiere cerrar a final de año.

Aunque la salida de Suzuki obedeció a una pérdida de competitividad de la factoría de Santana y el cierre de las plantas barcelonesas se justifica por una reordenación de los mercados internacionales del consorcio Nissan-Renault-Mitsubishi, existen paralelismos en ambos casos que la malhadada historia de la empresa andaluza puede ilustrar.

En conclusión: no es posible nacionalizar la planta y, en caso de serlo, sería otro negocio completamente ruinoso para las arcas públicas.

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