Decretazo de Sánchez en Sevilla

Los hosteleros de una Sevilla a más de 43 grados advierten a Sánchez: «Si cumplimos matamos a alguien»

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Borja Jiménez

Este miércoles entraba en vigor el decretazo de Pedro Sánchez a través del cual los negocios hosteleros tienen que dejar el aire acondicionado entre los 25 y los 27 grados… también en Sevilla. Y precisamente OKDIARIO Andalucía ha hablado con varios empresarios de la restauración y comerciantes de la capital hispalense para ver cómo han vivido las primeras horas con estas medidas de «ahorro energético». La respuesta es más que evidente: a los 45 que se rozan en la ciudad, si cumplen, «matamos a alguien».

Paco, un empresario hostelero con más de cinco negocios en la capital hispalense, recuerda a este periódico que «el Gobierno está haciendo cosas ilegales desde el principio». «Yo no creo que a día de hoy nadie esté de acuerdo con las medidas que está tomando este Gobierno, porque está siendo un auténtico desastre», analiza.

«Si le hago caso al Gobierno no va a entrar ningún cliente, ni en mi bar ni en ningún bar de Sevilla. 27 grados en Sevilla es inhumano. Es que te puedes cargar a alguien»

«Yo creo que el que haya decidido que hay que poner el aire a 27 grados en Sevilla es que no ha estado en Sevilla en julio o agosto. Ni ha estado en los 50 grados en los que estamos. Si le hago caso al Gobierno no va a entrar ningún cliente, ni en mi bar ni en ningún bar de Sevilla. 27 grados en Sevilla es inhumano. Es que te puedes cargar a alguien. Los días de muchísimo calor no se puede estar en la calle. Entonces, los días de 50 grados, si pones el aire a 27 grados, te supone que no entra el cliente», explica Paco, que se escandaliza con las desorbitadas sanciones con las que amenaza el Ejecutivo: «Y las multas dicen que son de un millón de euros. ¡Lo que nos faltaba! Que nos multen ya con un millón de euros por intentar tener a nuestros clientes fresquitos».

El responsable de un local de una conocida marca hostelera admite que los trabajadores lo notan, sobre todo, en «los momentos de más bulla». «La hostelería es un trabajo en el que te tienes que mover mucho y muy rápido, y hay muchos momentos de estrés, de estar bajo mucha presión, y ya con temperaturas más bajas que ahora pasábamos momentos de mucha calor. Esos grados de más se notan», explica.

«Los clientes se quejan por el calor. Nosotros intentamos que ellos estén lo más cómodos posible. Hay división de opiniones, gente que te entiende y que no», añade el mismo encargado. Otro responsable de otro negocio hostelero apunta en la misma dirección, y advierte de que los días en los que haya «más bulla» será complicado.

Hablamos también con el camarero de otro negocio, que prefiere no salir en cámara, y que simplemente lamenta la «mucha calor» que está pasando con esta medida. «Nosotros abrimos con 25 grados pero vamos bajando porque la gente se queja», reconoce el encargado de otro restaurante de Sevilla. «Ahora que han bajado un poco las temperaturas lo llevaremos mejor, pero habrá días en los que nos querremos morir. Esto es horroroso», señala otro empleado de una cadena de restaurantes.

«Lo llevo mal. Me cisco en este Gobierno y en su p… madre»

Entramos también a un establecimiento de venta de empanadillas, cuyos gestores se niegan rotundamente a cumplir con esta medida: «El aire lo tenemos que tener a una temperatura inferior a 27 grados más que nada porque tenemos productos de alimentación y la tienda tiene que estar a unos 22 grados para poder conservar nuestros productos». «Se echarían a perder nuestros productos, es totalmente inviable. Es imposible cumplirlo», explica la encargada de este comercio.

Y es que los comercios también lo están pasando francamente mal con esta medida en la capital hispalense. Sin ir más lejos, el dueño de un Estanco del centro de Sevilla admite que está cumpliendo la medida simplemente porque «lo estoy probando». «Lo llevo mal. Me cisco en este Gobierno y en su p… madre», exclama.

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