Toros

El Fandi corta la única oreja en Sevilla en una tarde con buenos toros desaprovechados por la terna

Los toros de la divisa gaditana de Fuente Ymbro lidiados este sábado en Sevilla, que compusieron la corrida de mejor presentación de la feria, ofrecieron por su clase y entrega unas claras opciones de triunfo grande a la terna que, en cambio, acabó desaprovechándolas.

En una feria en la que el juego de los toros ha estado muy por encima, salvo contadas y honrosas excepciones, de la mayoría de los espadas que han hecho el paseíllo en el albero maestrante, los «fuenteymbros» de hoy han sobresalido de esa altísima media de bravura y calidad.

Y en especial los lidiados en los lugares tercero, quinto y sexto, que tuvieron una duradera entrega en sus embestidas de clase, con un ritmo y una profundidad que pedían de sus matadores una respuesta similar y no una sucesión de muletazos especulativos y destemplados, acumulados con tanta vulgaridad como falta de verdadera apuesta.

La corrida, dentro de su fina pero notable seriedad por cuajo y armamento, fue idónea para que la plaza hubiera vuelto a vibrar con la fuerza y la pasión de la víspera, pero los toreros, aun voluntariosos, no dieron apenas motivos ni para provocar una ovación de mínimamente calor en el tendido.

La única oreja de la tarde la paseó El Fandi, de un toro que le puso en bandeja las dos. Si con el segundo, que fue el ejemplar más deslucido y apagado del encierro, el veterano torero resolvió con sobrado oficio tras banderillearlo lucida y variadamente, con este otro no pasó de trapacear con la muleta con su ya reconocida vulgaridad.

Aun así, aunque no le dio ni un solo muletazo con hondura ni temple, el de «fuenteymbro» le regaló varias docenas de embestidas sin despegar el hocico de la arena, yendo mucho más allá en su recorrido de lo que le llevaba Fandila, que si cortó el trofeo fue por el efecto fulminante de la media estocada con que lo tiró a la arena.

Pero el lote completo, el que compusieron otros dos toros de suprema calidad, fue el de un López Simón animoso, voluntarioso y destajista que acumuló pases y más pases con ambos, casi siempre desajustados de temple, colocado cerca de la pala del pitón para ligarlos, sin que por ello los serios y dulces astados variaran ni un ápice su aristócratica forma de embestir, que pedía a voces más sutileza, ajuste y sinceridad.

Los remates por bajo de cada serie y los efectismos que repartió entre sus dos deslavazados y acelerados trabajos fueron los únicos motivos que el público encontró para jalear al madrileño, hasta el punto de, en este amable fin de feria, llegar a pedir para él una oreja que el presidente, con buen criterio, no le concedió.

Abrió cartel el también veterano Antonio Ferrera con un primer toro que, con tantas virtudes como sus hermanos, sí que dio para mucho más que para la puesta en escena parsimonisa y diletante del extremeño, en la que vendió más maestría en la gestualidad y fuera de la cara del toro que en los hechos, lo mismo que con el endeble cuarto, con el que el público le obligó a cortar por lo sano.

El caso es que, veinticiatro horas después, aún flotaba en el ambiente de la plaza el eco de la gran antología de Pablo Aguado, que, al revés que la terna que hoy desperdició tanta calidad bovina, aún no tiene asegurada la presencia en todas las ferias. Tristes paradojas del actual negocio del toreo.

 

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Fuente Ymbro, de excelente presentación, por su seriedad y finura de hechuras, y de buen juego en general.

Antonio Ferrera, de azul noche: pinchazo, media estocada y descabello (ovación); bajonazo (silencio).

El Fandi, de carmelita y oro: estocada honda (ovación); media estocada (oreja).

López Simón, de azul marino y oro: estocada trasera tendida (vuelta al ruedo tras aviso y leve petición de oreja); estocada contraria y descabello (ovación tras aviso).

Decimotercera corrida de abono de la feria de Abril, con tres cuartos de entrada en los tendidos (unos 8.000 espectadores) en tarde muy calurosa.