Por qué la IA de Apple no funciona tan bien como la de sus competidores
Apple no ha afinado todavía su modelo de IA
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Apple ha decidido seguir su propio camino en la carrera de la inteligencia artificial. Mientras Google, Microsoft o OpenAI ofrecen modelos capaces de generar texto, imágenes o código en segundos, la compañía de Cupertino avanza con más prudencia. Y no por falta de recursos, sino porque quiere hacerlo de forma diferente: sin depender de la nube, respetando la privacidad y cumpliendo las leyes de copyright. Una filosofía admirable, pero que explica por qué la IA de Apple aún no está a la altura de sus competidores.
Apple llega tarde a la fiesta de la inteligencia artificial
A finales de 2022 comenzó la explosión de la IA generativa con ChatGPT, Gemini o Copilot. Todos esperaban que Apple presentara algo similar en 2024 o 2025, pero su propuesta tardó más de lo previsto. Cuando finalmente lanzó Apple Intelligence, las novedades parecieron modestas: reescritura de textos, resúmenes automáticos y un Siri algo más listo, pero aún lejos de los grandes modelos del mercado.
Apple no ha perdido el tren, pero lo sigue desde cierta distancia. Su enfoque se basa en integrar la IA dentro del iPhone, iPad y Mac, de forma discreta y privada. Nada de enviar datos personales a servidores externos ni de usar material protegido para entrenar modelos.
Privacidad contra rendimiento: el dilema de Cupertino
El gran obstáculo de Apple es su compromiso con la privacidad. Casi todas las IAs potentes necesitan acceso masivo a datos, incluidos los personales. Así aprenden sobre nuestros hábitos, gustos o rutinas. Pero Apple se niega a recopilar esa información sin control. En su ecosistema, los datos del usuario son sagrados, y eso limita el potencial de sus modelos.
Desarrollar una IA útil sin vulnerar la privacidad implica ejecutar gran parte del procesamiento en el propio dispositivo. Los chips con motor neuronal de Apple lo hacen posible, pero no pueden igualar la potencia de los centros de datos que utilizan OpenAI o Google. Por eso Siri, aunque ha mejorado, sigue siendo menos “lista” que ChatGPT o Gemini.
Mientras tanto, la competencia juega con otras reglas
Microsoft, Google o Meta no comparten las mismas limitaciones éticas. La polémica función Windows Recall, que toma capturas automáticas del ordenador para recordar todo lo que hace el usuario, es un ejemplo de cómo algunas empresas están dispuestas a ir más lejos para obtener resultados.
A esto se suma el uso masivo de material con copyright para entrenar modelos. Casos como el de Meta, que descargó millones de libros pirateados para mejorar su IA, demuestran hasta qué punto la industria está dispuesta a saltarse las reglas. Apple, en cambio, ha preferido construir una IA “limpia”, sin usar contenidos ajenos ni comprometer la seguridad del usuario.
Apple Intelligence: una IA local y controlada
Apple ha optado por un modelo híbrido. Su IA se ejecuta en local siempre que es posible, y solo cuando necesita más potencia recurre a una nube privada con sus propios servidores y chips. Según la compañía, los datos viajan cifrados y se eliminan tras procesarse.
Además, Apple ha reconocido que Siri no puede saberlo todo, y por eso ha integrado ChatGPT dentro de su sistema, con permiso explícito del usuario. Si Siri no puede responder algo, pedirá ayuda a ChatGPT y mostrará el resultado, siempre dejando claro quién da la respuesta. Es un paso práctico, aunque evidencia que la IA de Apple aún depende de otros para ciertas tareas.
¿Está Apple viviendo en un compás de espera?
Algunos analistas temen que Apple llegue demasiado tarde a la revolución de la inteligencia artificial. Sus rivales están integrando la IA en todos sus productos, desde buscadores hasta gafas de realidad aumentada, mientras que Apple avanza a un ritmo más pausado.
Sin embargo, la empresa cuenta con ventajas únicas: un ecosistema cerrado, chips potentes, una base de usuarios inmensa y, sobre todo, una confianza que ninguna otra marca iguala. Esa lealtad puede darle margen para desarrollar una IA distinta, más ética y personal.
El riesgo está en el tiempo. Si Apple tarda demasiado, los usuarios podrían dejarse seducir por asistentes más potentes. Pero si logra equilibrar inteligencia y privacidad, podría convertir su aparente debilidad en su mayor fortaleza.
Un equilibrio difícil, pero posible
La IA de Apple no es peor porque sea menos avanzada, sino porque busca respetar principios que otros ignoran. La compañía se ha propuesto demostrar que se puede tener una IA útil sin entregar tu vida digital a la nube. El desafío es enorme, pero no imposible. Si consigue que Siri y Apple Intelligence evolucionen sin romper ese compromiso, no solo se pondrá a la altura de sus rivales: podría redefinir cómo debería ser la inteligencia artificial del futuro.
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