La UCO seguía a Montoya desde el primer momento pero esperó a que se delatara como la asesina de Gabriel
Los agentes de la Guardia Civil que investigan el asesinato de la profesora Laura Luelmo en El Campillo (Huelva) habían centrado sus sospechas, desde el primero momento, en su vecino Bernardo Montoya Navarro, que finalmente ha sido detenido este martes. El largo historial delictivo de este ex presidiario le convertía en el favorito de las pesquisas policiales.
Los agentes de la UCO tenían previsto detenerle a finales de esta semana y seguían todos sus movimientos, a la espera de algún gesto de que le delatara. Confiaban aplicar así la misma estrategia que con Ana Julia Quezada, la asesina del niño Gabriel, quien se delató cuando fingió encontrar la camiseta del pequeño durante una batida, para alejar las sospechas de los agentes.
Sin embargo, los hechos se precipitaron y la Guardia Civil detuvo a Montoya este martes, ante el temor de que pudiera darse a la fuga. Había abandonado su vivienda de El Campillo y su vehículo, un llamativo Alfa Romeo de color negro, había desaparecido de la población.
Finalmente, Navarro ha sido detenido en el municipio de Cortegana (a 46 kilómetros de El Campillo), la población en la que reside su familia y en la que cometió su primer crimen conocido: asesinó de seis puñaladas en el cuello a una anciana de 82 años, para evitar que testificara contra él tras descubrirle robando en su casa. Por aquellos hechos, Navarro fue condenado en 1997 a 17 años de cárcel, según ha informado el diario El Mundo. Y más recientemente, había cumplido otra condena en prisión por un delito de robo con fuerza.
Un historial digno de Puerto Hurraco
La joven de 26 años Laura Luelmo, que se había trasladado a vivir a El Campillo hace pocas semanas para trabajar como profesora interina, había trasmitido su novio en una llamada que se sentía acosada por Bernardo Montoya, quien vivía frente a ella en la calle Córdoba de esta población. Cuando salía de casa, Laura se sentía seguida por las mirada del ex presidiario.
Cuando los investigadores de la Guardia Civil conocieron este dato, centraron en seguida su atención en Bernardo Montoya. Observaron a distancia sus movimientos, a la espera de que pudiera conducirles a alguna pista sobre el móvil o el arma empleada en el crimen.
Tras hallar el lunes el cuerpo de Laura con signos de violencia, junto a un camino situado a cuatro kilómetros de El Campillo, la Guardia Civil decidió precipitar la detención de Montoya. Llevados por la confusión, algunos medios habían difundido el nombre de su hermano, Lucio Montoya, también ex presidiario y asesino convicto. El historial de la familia parece digno de Puerto Hurraco.
Pero Lucio había abandonado este mismo lunes con un permiso la prisión de Ocaña II (Toledo), donde cumple condena por asesinar a un vecino de 35 de Cortegana. Por tanto, no pudo participar en el asesinato de Laura Luelmo (que falleció entre los días 14 y 15 de diciembre, según la autopsia) y cuyo cuerpo fue hallado el mismo lunes. No obstante, los investigadores tienen la esperanza de que Bernardo pudiera haber confesado a su hermano algún detalle del crimen.
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