Sociedad

El Papa recuerda en su último mensaje del año a quienes viven en condiciones indignas

«La Iglesia que está en Roma no quiere ser indiferente a las esclavitudes de hoy, ni simplemente observarlas y socorrerlas, sino que quiere estar dentro de esa realidad, cercana a esas personas y a esas situaciones», ha manifestado.

Francisco ha hecho estas consideraciones durante la celebración de las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, una ceremonia solemne celebrada en la basílica de San Pedro y en la que se ha entonado el ‘Te Deum’ de acción de gracias por el año pasado.

Francisco, que ha reivindicado la «cercanía materna» de la Iglesia frente a las personas más débiles de la sociedad, ha recordado que también en Roma «hay hermanos y hermanas que, por distintos motivos, se encuentran en esta situación». «En particular, pienso en tantas personas sin hogar. Son más de 10.000. Su situación es especialmente dura en los meses de invierno. Todos son hijos e hijas de Dios, pero diferentes formas de esclavitud, a veces muy complejas, los han llevado a vivir al borde de la dignidad humana», ha señalado el Papa.

Durante la homilía de la última misa del año, el Papa ha subrayado que Jesús «nació para rescatar», es decir para «sacar de una condición de esclavitud y devolver a la libertad, a la dignidad y a la libertad propia de los hijos». Si bien en ese momento, según ha señalado el Pontífice, aquel Jesús «es casi invisible e insignificante» pero «en poco más de treinta años desatará una fuerza sin precedentes, que todavía permanece y perdurará a lo largo de toda la historia». «Esta fuerza se llama Amor», ha acotado.

En este línea, ha destacado que de su fragilidad, nace la «fuerza» de los fieles. «De su hacerse siervo, nuestra libertad. ¿Cómo llamar a todo esto, sino Amor? Amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, a quien esta tarde la santa madre Iglesia eleva en todo el mundo su himno de alabanza y de agradecimiento», ha añadido.

La ceremonia eucarística ha comenzado cuando el Papa, ataviado con paramentos blancos, propios de este periodo, ha besado una representación del Niño Jesús ubicada a los pies del altar mayor al tiempo que el coro de la basílica entonaba ‘Noche de Paz’.