Tras el Nobel, Dylan sigue como si nada hubiera ocurrido
Bob Dylan interpreta una canción de su trigésimo quinto disco en un concierto en Las Vegas, tras recibir el jueves el premio Nobel de Literatura, como si nada hubiera ocurrido.
Y los 3.000 espectadores reunidos en esta lujosa sala del hotel Cosmopolitan tuvieron que esperar hasta el bis para escuchar la eterna ‘Blowin’ in the Wind’ (1963), tal vez la más célebre de las canciones de Dylan.
Reconocido desde los años 60, como «la voz de una generación», Dylan, como de costumbre, no se deja ganar por la nostalgia. Muchos de los temas que interpreta -desde «High Water (For Charley Patton)» hasta «Soon After Midnight»- pertenecen a discos grabados en este siglo.
En un ambiente cargado de blues, los espectadores pueden disfrutar a Dylan en la batería, la armónica y el piano -aunque no en la guitarra- durante aclamadas pero menos conocidas canciones, como «Simple Twist of Fate,» «Love Sick» y «Make You Feel My Love.»
Nada de «Mr Tambourine Man,» «Like a Rolling Stone» o «Subterranean Homesick Blues». Como de costumbre, tampoco habló con el público. El prolífico cantautor, tan elocuente con la pluma, es sin embargo de pocas palabras. Incluso la Academia sueca «todavía» no había podido hablar con él este viernes.
Letras desde el corazón
En la sala, hay hombres con sombreros de cowboy, espuelas y bigotes, como si fueran personajes de un western; un viejo roquero que se acoda en la barra luciendo bandana y chaqueta de cuero de motociclista para tomar una piña colada.
«Te amamos, Bob», grita un fanático a través de una espesa barba, mientras Dylan se sienta al piano para interpretar uno de sus clásicos: «Everybody Must Get Stoned». «Leyenda», grita otro admirador tras escuchar «Highway 61, Revisited» y «It’s All Over Now, Baby Blue».
Pero en general, el público es el que podría esperarse en un concierto en un hotel de Las Vegas, que viste elegantemente informal y de buen comportamiento.
«Disfruté el espectáculo. Fue algo corto, pero creo que se merece el premio», dijo Ray Staniewicz, de 65 años. «Ha hecho mucho por el movimiento pacifista desde los años 60, 70 y hasta el día de hoy. La literatura, no se, no estoy muy familiarizado, en honor a la verdad», agregó.
Gail Wolfe, de 70 años, llegó desde Vancouver con su esposo Norbert, de 74, y su Yorkshire Suzy Q. «Él realmente amaba a Dylan en los años 60», dice en alusión a Norbert. «Me gustaron mucho sus nuevas canciones. Me sorprendió, porque vine por nostalgia, pero lo que trajo es realmente bueno», añade. «Es un poeta. Habla de lo que pasa en el mundo… Sus letras salen del corazón», afirmó.
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