Sociedad
'La infiltrada'

La historia real de Elena Tejada, la policía que se infiltró en ETA

Este viernes se ha estrenado una película sobre Elena Tejada

El proyecto está dirigido por Arantxa Echevarría

Carolina Yuste es la encargada de dar vida a Elena Tejada

Este viernes llega a los cines ‘La infiltrada’, una película que promete arrojar luz sobre la increíble y desconocida historia de Elena Tejada, la única mujer policía que logró infiltrarse en la banda terrorista ETA durante uno de los momentos más oscuros de su actividad. Este biopic, dirigido por Arantxa Echevarría, se basa en hechos reales y cuenta con la actuación de Carolina Yuste, quien interpreta a la valiente agente que dejó atrás su vida para desempeñar uno de los trabajos más peligrosos en la lucha contra el terrorismo en España.

El proyecto es una oportunidad para que el público descubra los sacrificios y peligros que conlleva el trabajo encubierto. Durante ocho años, Elena Tejada, bajo la identidad falsa de Aranzazu Berradre Marín, se sumergió en el mundo de ETA, ganándose la confianza de algunos de sus miembros más peligrosos y recolectando información clave para la desarticulación de la banda.

La historia de Elena Tajada

Elena Tejada tenía solo 20 años cuando decidió aceptar la misión más arriesgada de su carrera como agente de policía: infiltrarse en ETA, una organización que durante décadas llevó a cabo una brutal campaña de violencia en busca de la independencia del País Vasco. Para cumplir con esta operación, tuvo que cortar todo vínculo con su familia y amigos. A partir de ese momento, su vida pasó a estar al servicio del Estado bajo una nueva identidad, en un mundo lleno de desconfianza, traiciones y el constante peligro de ser descubierta.

A su corta edad, Elena debía ganarse la confianza de miembros del Movimiento de Objeción de Conciencia en Logroño, quienes la consideraban una simpatizante de la causa vasca. Esta fue la puerta de entrada para acceder a los círculos cercanos de ETA, un mundo cerrado, controlado por el miedo y la paranoia. Tejada sabía que cualquier error podía costarle la vida. No solo estaba infiltrada, sino que convivía con etarras en apartamentos que estaban constantemente vigilados por la policía, lo que sumaba una presión extra al desafío que enfrentaba diariamente.

La labor de Tejada fue clave para uno de los mayores éxitos de las fuerzas de seguridad españolas en su lucha contra el terrorismo: la desarticulación del Comando Donosti, una de las células más activas de ETA. Durante su tiempo como infiltrada, Elena fue capaz de recopilar información crucial sobre los planes de la banda, incluyendo sus tácticas y los colaboradores que apoyaban sus actividades. Esto incluyó detalles sobre las redes de pisos francos donde se escondían los miembros del comando y las estrategias que la banda utilizaba para reorganizarse tras cada golpe policial.

¿Qué fue la ‘tregua trampa’?

Uno de los momentos más destacados de su labor fue durante la llamada ‘tregua trampa’ de 1998. En septiembre de ese año, ETA anunció un alto al fuego, supuestamente para abrir una vía de diálogo con el gobierno español. Muchos creyeron que esto era el primer paso hacia el final de la violencia que había ensangrentado España durante años. Sin embargo, la tregua fue una estrategia engañosa. Elena, desde su posición privilegiada dentro del entorno etarra, pudo informar a las autoridades que la banda no solo no tenía intención de detener su actividad, sino que estaba utilizando este tiempo para rearmarse y reorganizarse.

Gracias a la información proporcionada por Elena, las fuerzas de seguridad lograron adelantarse a los movimientos de ETA y evitar que la tregua fuera utilizada para preparar nuevos atentados. La información que suministró permitió a las autoridades identificar a los responsables de la reorganización de la banda y lo más importante: desmantelar el Comando Donosti, un duro golpe para la organización en un momento en el que intentaba fortalecerse.

Las consecuencias que tuvo todo esto

Aunque su trabajo fue fundamental para frenar la actividad terrorista, el coste personal que Elena tuvo que pagar fue inmenso. Durante los años que pasó infiltrada, tuvo que dejar atrás su vida personal por completo. El peligro de ser descubierta estaba siempre presente, lo que la obligaba a vivir en un constante estado de alerta. Además, el hecho de mantener relaciones cercanas con personas involucradas en actos violentos y criminales, mientras fingía ser parte de ellos, generaba una enorme presión emocional.

Cortar lazos con su familia fue una de las decisiones más difíciles que tuvo que tomar. Para proteger tanto su misión como a sus seres queridos, Elena desapareció del radar de aquellos que la conocían. No podía dar explicaciones, no podía visitar a sus padres ni contactar con amigos. Su vida, tal como la conocía, quedó en pausa para dedicarse completamente a un trabajo que era tan arriesgado como solitario.

Este aislamiento emocional se sumaba al estrés constante de saber que cualquier error podía costarle la vida. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, Elena logró mantener su identidad secreta durante ocho largos años. Todo esto hoy cobra repercusión gracias a la nueva película de Carolina Yuste.