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El alimento al que la Reina Letizia no puede decir que no: es imposible resistirse

La Reina Letizia lleva una alimentación saludable, pero a veces hace excepciones

Su Majestad cuida mucho su dieta e intenta comer verdura todos los días

Un camarero de Soria asegura que a la Reina le encantan los torreznos

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La Reina Letizia, habitualmente asociada a un estilo de vida marcado por el rigor y la constancia, ha defendido siempre una alimentación equilibrada basada en productos frescos que le permiten mantener un estado físico óptimo sin recurrir a excesos. Su dieta habitual se construye en torno a una combinación sólida de verduras y hortalizas preparadas de manera sencilla, frutas variadas que aportan energía natural y proteínas elegidas al detalle para evitar grasas innecesarias. Esta forma de entender la nutrición responde a una filosofía muy concreta que ella misma ha convertido en rutina diaria, hasta el punto de descartar habitualmente cualquier fritura que pueda interferir en ese equilibrio.

Sin embargo, incluso alguien tan disciplinado como ella puede ceder ante un producto concreto cuando el entorno y la ocasión lo favorecen, y eso mismo ocurrió durante una visita institucional a Soria que terminó convirtiéndose en una anécdota inesperada sobre los gustos culinarios más ocultos de la reina. Allí, una especialidad local logró romper por completo la solidez de su disciplina: unos torreznos que, contra todo pronóstico, se convirtieron en el único capricho capaz de despertar en ella una reacción espontánea y entusiasta.

El capricho de la Reina Letizia

Todo sucedió durante un acto oficial que parecía destinado a transcurrir sin novedades, un recorrido programado en el que los Reyes acudían a inaugurar distintas iniciativas locales antes de dirigirse al ayuntamiento. En la plaza principal, donde se agolpaban curiosos y vecinos, un hostelero de la zona había colocado una torre de torreznos como muestra de uno de los productos estrella de su restaurante, una estructura tan llamativa que él mismo confesó estar dubitativo sobre si retirarla o dejarla allí ante la inminente presencia de los monarcas. Su sorpresa llegó cuando vio que la Reina, lejos de mostrarse indiferente, se dirigió directamente hacia la improvisada exhibición gastronómica con paso decidido, sin rodeos ni intermediarios, y escogió dos piezas señalándolas con absoluta naturalidad.

El hostelero relató posteriormente al El Día de Soria que, además de escoger los torreznos, la reina dejó claro que el aspecto del producto le había resultado irresistible, destacando su aroma y su textura como si fuera una consumidora más ante un plato especialmente bien elaborado. Aquellas palabras, pronunciadas con cercanía y sin pretensiones, sorprendieron aún más al dueño del local, que nunca imaginó que Su Majestad pudiera interesarse de manera tan directa por un alimento tan tradicional.

Los Reyes Felipe y Letizia en un acto. (Foto: Gtres)

Fue entonces cuando él decidió ofrecerle también un poco de panceta frita, otra de las especialidades que elaboran diariamente y que forma parte de la gastronomía más representativa de la provincia. La madre de la princesa Leonor, lejos de mostrar reparos, aceptó el ofrecimiento y probó el producto sin dudar, demostrando que, pese a su fama de seguir una dieta inflexible, también sabe dejarse llevar por los sabores auténticos cuando la ocasión lo merece.

La Reina se acordó de sus hijas

Su inclinación momentánea por los torreznos no quedó únicamente en una indulgencia personal, porque quiso extender ese pequeño placer a sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, a quienes desde pequeñas ha transmitido la importancia de una alimentación variada y equilibrada. Según el propio restaurador, la reina pidió que le prepararan varios torreznos adicionales para llevárselos a casa y que sus hijas pudieran disfrutarlos, ya que, aunque a ellas les encantaban, no habían tenido oportunidad de probarlos durante la pandemia.

Lo que comenzó como un simple encuentro gastronómico evolucionó en una relación inesperada entre el establecimiento y la Casa Real, ya que el impacto de los torreznos fue tal que Felipe VI regresó en una visita posterior con la intención expresa de repetir la experiencia. El propietario del local explicó que el Rey acudió personalmente al restaurante tiempo después, interesado de nuevo en adquirir torreznos para llevar, lo que demuestra que el producto realmente había dejado una impresión positiva en la familia.

Sin embargo, la visita no tuvo el desenlace que él esperaba, porque justo ese día el local estaba cerrado por vacaciones y, aunque el monarca se acercó con intención de comprar, no pudieron atenderlo.

El lado más divertido de doña Letizia

Lo  que hemos contado anteriormente, deja al descubierto una faceta poco habitual de los Reyes, que en ocasiones logran sorprender con pequeños espontáneos y naturales. Para Letizia, los torreznos representaron esa excepción capaz de romper una disciplina alimentaria que rara vez flexibiliza, convirtiéndose en un capricho inesperado que evidencia que incluso quienes siguen rutinas estrictas encuentran espacio para disfrutar de los sabores tradicionales.

Para la familia en su conjunto, la experiencia quedó asociada a Soria de una manera especial, al punto de motivar una segunda visita por parte del monarca. Y para el restaurador, supuso una anécdota inolvidable que unió su producto estrella con una historia que ya forma parte de la memoria colectiva de la ciudad, demostrando que, a veces, la proximidad entre la vida cotidiana y la realeza se construye en los detalles más sencillos.