Una admiradora de 85 años de Fernández Ochoa se calza las botas y hace una caminata de dos horas en su honor

Blanca Fernández Ochoa en Austria @Getty
Blanca Fernández Ochoa en Austria @Getty

En honor a Blanca Fernández Ochoa, una deportista a la que siempre admiró por su afición al esquí y el senderismo, una anciana de 85 años del distrito Moncloa-Aravaca de 85 años ha hecho esta mañana una caminata ayudada por un bastón de senderismo de casi dos horas hasta llegar al Instituto Anatómico Forense, en ciudad universitaria, para dedicarle el recorrido la medallista encontrada muerta esta semana en la Sierra de Guadarrama (Madrid).

El cuerpo permanece en este lugar a la espera de que lleguen las pruebas de ADN que confirmen su identificación. Además, los forenses están aún practicando pruebas patológicas y toxicológicas para determinar las causas de la muerte. «Mis hijos no saben que estoy aquí pero tenía la necesidad de despedirme de ella y dedicarla esta caminata», ha comentado a Europa Press la admiradora de Blanca a las puertas del Instituto Anatómico Forense.

Tras escuchar anoche que el cadáver saldría esta mañana hacia el tanatorio de Cercedilla, la mujer ha querido acercarse ataviada con sus botas de montaña y su bastón para poder decir adiós a la que fuera su ídolo durante años. Su cabeza iba cubierta con una cinta y un sombrero.

Tiene especial cariño a la Sierra de Guadarrama. Cuando sus seis hijos eran pequeños, iba a esquiar a Navacerrada. Recuerda con nostalgia esa etapa y por eso guarda un especial cariño hacia la medallista olímpica. «Me da mucha pena que haya terminado así. Siempre con una sonrisa. Qué pena», se ha lamentado. «Es una emoción muy grande la que tengo», ha comentado.

Pese a tener 85 años, la mujer recorre cada día seis kilómetros y va al gimnasio varios días a la semana. Para salir hoy, hizo antes una serie de estiramientos porque no sabía si iba a llegar a su destino. Ante la posibilidad de que el cadáver salga mañana y una llamada de uno de sus hijos, la mujer ha decidido volver a su casa. «He salido a dar un paseillo», le ha dicho a uno de sus hijos. Tras ello, se ha llevado la mano al corazón y ha dicho «adiós» mirando al edificio.

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