Sergio Marqués, paciente de ictus: «La cocina fue mi terapia y mi salvación»
Un año después de sufrir un ictus en un servicio de comidas, el cocinero arandino vuelve con fuerza y gratitud con el libro "Tapas de Burgos"
Reúne 40 recetas y una historia de superación
El chef burgalés Sergio Marqués, natural de Aranda de Duero, vivió en abril de 2024 uno de los momentos más difíciles de su trayectoria personal y profesional. En pleno servicio de comidas, una urgencia médica le obligó a detenerlo todo, se trataba de un ictus. Este episodio le cambió la vida, pero no le arrebató su pasión. Hoy, apenas un año después, vuelve con fuerza y con un nuevo proyecto entre manos: la publicación de su primer libro, ‘Tapas de Burgos’ (La esquina del Alveo) un homenaje a la cocina de su tierra y a su propia capacidad de reinventarse.
El libro se presentó oficialmente a finales de abril en el salón de actos del Hospital Casaverde Valladolid, que es el centro en el que Sergio llevó a cabo la terapia de neurorrehabilitación y en entrevista concedida a OKSALUD asegura estar «agradecidísimo» y recordar su tiempo allí como «una gran ayuda, sin duda, una de las mejores etapas de mi vida».
Sergio Marqués es un ejemplo de superación y de pasión por la vida. Con una vitalidad contagiosa y un amor inquebrantable por la cocina, en esta entrevista demuestra que, incluso después de un golpe tan duro, es posible reinventarse y seguir adelante y nos comparte su inspirador testimonio y cómo ha convertido la adversidad en una nueva oportunidad para seguir ligado a su gran vocación: la gastronomía. Porque su libro, no sólo reúne cuarenta recetas, sino también el sabor de la resiliencia y la fuerza de los sueños cumplidos.
PREGUNTA.- Un año después de su ictus, presenta su libro Tapas de Burgos. ¿Qué significa para usted este momento tan especial?
RESPUESTA.- Es algo muy emocionante para mí, porque el libro simboliza muchas cosas. No es solo una recopilación de recetas, es también el reflejo de mi historia, de mi lucha y de todo el proceso de recuperación que he vivido desde que sufrí el ictus. Cuando empecé a trabajar en el libro, estaba en pleno proceso de rehabilitación. Muchos días no me sentía con fuerzas, pero la cocina siempre ha sido mi refugio, y volcarme en este proyecto me permitió seguir adelante, mantenerme activo, ilusionado. Ha sido mi motor, mi terapia personal.
Las presentaciones del libro también han sido muy especiales. En particular, hay dos que me han emocionado profundamente. Una fue en el Centro Neurológico Casaverde de Valladolid, donde he estado rehabilitándome durante estos meses. Allí me sentí rodeado de una nueva familia: terapeutas, compañeros, profesionales de una calidad humana enorme. Personas que me han acompañado en los momentos más duros y que han celebrado conmigo cada pequeño logro. Fue un acto muy emotivo. La otra presentación, fue en mi antiguo centro de trabajo, y fue como cerrar un círculo, volver a ese lugar con una nueva perspectiva, con la fuerza de haber superado una etapa muy difícil.
P.- ¿Cómo recuerda los primeros días tras el ictus y el inicio de su rehabilitación?
R.- Al principio todo es miedo. No entiendes bien lo que ha pasado ni lo que va a pasar. Hay incertidumbre, fragilidad. En mi caso, sabía que debía ponerme en manos de los profesionales cuanto antes. Me costó aceptar lo que había sucedido, pero una vez asumido, tuve claro que quería salir adelante.
Cuando me dijeron que había plaza en el Hospital Casaverde Valladolid, sentí un gran alivio. Era justo lo que necesitaba: un centro especializado, con un enfoque integral. Desde el primer día me sentí acompañado, entendido. No era solo un número o un paciente más. El equipo me ayudó a recuperar habilidades físicas, pero también a reconstruirme emocionalmente. Porque el ictus no solo afecta al cuerpo, también te remueve por dentro. Pierdes autonomía, pero también seguridad, autoestima… La rehabilitación te ayuda a ir recuperando todo eso poco a poco.
P.— La cocina ha sido siempre su pasión. ¿Qué papel ha jugado en su proceso de recuperación personal y emocional?
R.— La cocina lo ha sido todo, ya no solo en este proceso, sino que siempre ha sido muy importante durante toda mi vida. Creo que ha sido un poco el motor de todo, mi pasión y mi vocación. Gracias a Dios, también ha sido mi trabajo profesional por lo que puedo afirmar que, definitivamente, la cocina ha jugado un papel importantísimo.
Después del ictus, mi recuperación ha sido a través de este libro tuve que reaprender muchas cosas, incluso gestos básicos. Pero la cocina me devolvió esa sensación de control, de propósito. Me ayudó a enfocarme en lo que sí podía hacer, en lo que aún tenía por A través del libro conseguido pues mantener un poco el foco en los pensamientos positivos en el proyecto y bueno intentar al final me ha olvidado un poco de lo que era la situación del ictus en general, aunque siempre está ahí presente. Era como decirle al mundo (y a mí mismo), que seguía aquí, que aún tenía mucho que ofrecer.
P.- ¿Cómo surgió la idea de plasmar su amor por las tapas en un libro y que ha supuesto este proyecto para su vida?
R.- A decir verdad, este proyecto lo tenía desde hace mucho tiempo o en la cabeza. O sea, llevaba trabajando en ello intermitentemente cerca de 4 años, lo que pasa es que sí que es verdad que lo aparcaba por momentos. Según eran las etapas de mi vida, pues tenía más o menos tiempo para dedicarle.
El día que me que me sucedió lo del ictus, en el trayecto de ambulancia de Burgos a Aranda de Duero Burgos, que fueron pues unos 40 minutos, me dio tiempo a tomar muchísimas decisiones y a pensar en todas las que había tomado a lo largo de mi vida y, desde luego, pensé en todo lo que quería haber hecho y el libro, era sin duda una ellas. Sentí en el corazón que lo tenía que terminar. Cuando pude, me decidí a acabarlo y, al final, este proyecto me ha ayudado muchísimo en mi recuperación y en mantenerme animado y con un desafío estimulante en mente.
P.- ¿Qué ha sido lo más difícil y también lo más gratificante en este proceso de superación?
R.- Bueno, yo creo que lo más difícil ha sido tomar conciencia de la situación real. Me explico: cuando empecé a recuperarme, a trabajar en mi rehabilitación (esto me ocurrió un 5 de abril), yo siempre decía que iba a trabajar fuerte, duro, y a dejarme la piel para llegar a estar como el 4 de abril. Pero hubo un punto en el que empecé a levantarme y un día, al salir de la cama, me dije a mí mismo que el yo del 4 de abril ya no iba a volver nunca más y que tenía que asumir que a partir de ese momento mi vida iba a ser diferente. Esto no tiene por qué ser ni mejor ni peor, pensé, iba a ser ‘distinto’. Así que tomé la decisión de luchar día a día y adaptarme a esa nueva vida con las herramientas disponibles. Eso, creo, ha sido lo más difícil.
Lo más gratificante de todo este proceso de superación ha sido la gente que he conocido: mi nueva familia, mis nuevos amigos, que han venido para ayudarme, para curarme, y, sobre todo, para quedarse siempre ahí.
P.- ¿De qué manera le ha cambiado la vida al ictus tanto a nivel personal como profesional?
R.- Bueno, pues voy a empezar por lo profesional: es evidente que no puedo ejercer la profesión de chef o jefe de cocina como la ejercía antes del ictus, debido a mis limitaciones físicas. Pero bueno, he decidido reinventarme, reciclarme y empezar una nueva vida como escritor de gastronomía.
Y esto enlaza un poco con el comienzo de la pregunta, sobre cómo me ha cambiado a nivel personal. Diría que el ictus me ha quitado muchas cosas, evidentemente (o, mejor dicho, las ha cambiado), pero me ha dado dos cosas muy valiosas. Una es la tranquilidad. De repente me encuentro tranquilo, disfruto cada momento, estoy presente en cada cosa que hago. Y la otra es el tiempo. He ganado muchísimo tiempo. Antes, mi vida era una vorágine de correr, trabajar, pensar, hacer platos, menús… Estaba haciendo una cosa, pero pensando en otras cinco a la vez. Al final no vivía, trabajaba continuamente y no vivía realmente ningún momento. Lo tengo clarísimo, he ganado tranquilidad y tiempo.
P.- ¿Qué mensaje le gustaría lanzar a las personas que, como usted, han vivido un ictus o están atravesando un proceso de recuperación?
R.- Que no se rindan. Uno de los motivos principales para acabar el libro (porque sí es verdad que desde la ambulancia decidí terminarlo y hacer todas las cosas que me gustan), ha sido precisamente ese: demostrar a la gente que pasa por una situación similar a la mía que, al final, esto es un cambio en la vida. No sabemos si nos va a llevar a una vida mejor o peor, en muchos casos, incluso mejor, pero lo importante es que hay que seguir adelante. Después del ictus, la vida sigue, no se ha acabado en ningún momento.
La presentación en Casaverde también ha sido importante para mí en ese sentido: transmitir a toda la gente que está pasando por esto y que se encuentra en la primera parte del proceso, que es muy dura, un mensaje de esperanza. Por ejemplo, he echado un poco de menos que, cuando a mí me ocurrió, nadie entrara en mi habitación y me dijera: “Mira, a mí me pasó hace un año y aquí estoy, sigo con mi vida, con mis proyectos, con mis ilusiones”.
Yo creo que el consejo que quiero transmitir es: intentar ver las cosas con optimismo, pelear, luchar, y tener muy claro que la vida no se ha acabado.
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