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Día Europeo para el Uso prudente de los antibióticos

¿Por qué se toman tantos antibióticos? Estas son las consecuencias

Los antibióticos se utilizan para tratar muchas infecciones bacterianas adquiridas en la comunidad y en hospitales. Se consideran piedras angulares de la medicina moderna porque son necesarios para prevenir y tratar infecciones asociadas, entre otras cosas, con el tratamiento del cáncer y quemaduras, enfermedades crónicas, cirugía de dispositivos, trasplantes y atención neonatal, documenta un estudio recogido por la Librería Nacional de Medicina de EE.UU.

La resistencia a los antibióticos (RA) es una forma de resistencia a los medicamentos en la que las bacterias pueden sobrevivir a la exposición a los antibióticos. Es un proceso inevitable, que se acelera debido al comportamiento humano, ya que el mero uso de antibióticos enriquece y selecciona la resistencia en humanos, animales y el medio ambiente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera, según recoge en un informe, el rápido desarrollo de bacterias multirresistentes (MDR) como una de las amenazas más importantes para la salud pública a nivel mundial, ya que restringe gravemente la posibilidad de tratar enfermedades infecciosas.

Cómo documenta un trabajo de ‘Anales de Pediatría Continuada’: «El uso juicioso de antibióticos se refiere a su prescripción sólo cuando están indicados y que el elegido tenga el espectro más corto necesario para ser efectivo. Un uso apropiado significa la elección no sólo del correcto, sino también en la dosis y duración adecuadas para no promover el desarrollo de resistencias. Es incuestionable que su empleo a cualquier edad, esté o no médicamente justificado, contribuye al desarrollo de bacterias resistentes como por ejemplo la colonización nasofaríngea por neumococos resistentes o infecciones urinarias por Escherichia coli resistentes. También hay riesgo de contraer una enfermedad invasiva por microorganismos resistentes con la dificultad consiguiente de su tratamiento».

Y en él se insiste: «La decisión de prescribir un antibiótico puede afectar desfavorablemente a otros niños y este hecho también faculta a los médicos porque significa que por cada antibiótico no prescrito varios niños están protegidos de potenciales consecuencias».

La clave la establece Christian Gortázar, Jefe del grupo de sanidad y biotecnología del IREC, quien forma parte del grupo de expertos de la Organización Colegial Veterinaria Española que trabajan en el seguimiento y control de Covid-19. Catedrático de sanidad animal e investigador de la UCLM: «Tan poco como sea posible, tanto como sea necesario».

Recuerda el experto que es importante señalar que no estamos ante enfermedades emergentes. «En realidad, se trata de una pandemia silenciosa que ya está en marcha, una de bacterias resistentes a antibióticos. Pueden causar la muerte de personas por una simple infección… Si los antibióticos no funcionan, se puede producir una septicemia y la muerte. Esto es cada vez más frecuente, porque según pasan los años vamos perdiendo antibióticos por la proliferación de resistencias. Acabaremos con muy pocas armas contra las bacterias». 

E insiste: «Ha habido un mal uso de los antibióticos pero eso está cambiando, tanto en el ámbito de la medicina humana como en el mundo animal, al menos en los países desarrollados. España ha dado pasos de gigante en ese sentido. Lo malo es que apenas se descubren nuevos antibióticos». 

Planes de actuación

Son muchas las estrategias que se han desarrollado para lograr un uso racional de estos fármacos. Así se ha desarrollado el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). Se trata de un plan estratégico y de acción cuyo objetivo es reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos y, consecuentemente, disminuir el impacto de este problema sobre la salud de las personas y los animales, preservando de manera sostenible la eficacia de los antibióticos existentes. 

El PRAN fue aprobado en el año 2014 por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de la Salud y por la Conferencia Intersectorial de Agricultura como respuesta a la Comunicación de la Comisión Europea del 17 de noviembre de 2011, que solicitó a los Estados miembros un Plan de Acción sobre Resistencias Antimicrobianas, así como a las Conclusiones del Consejo de la UE del 29 de mayo de 2012, en las que se instó a un abordaje conjunto de este problema. El período de vigencia del primer PRAN fue de cinco años (2014-2018). En marzo de 2019 el Pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y la Conferencia Sectorial de Agricultura aprobaba el PRAN 2019-2021 y, en septiembre de 2022, se publicaba el PRAN 2022-2024, que continúa avanzando sobre la base ya construida con los mismos objetivos.

Para alcanzar su objetivo, el PRAN propone una estrategia One Health bajo seis líneas de acción comunes para la salud humana, la sanidad animal y medioambiente:

En estos momentos, participan en el desarrollo del plan todas las comunidades autónomas, diez ministerios (Sanidad, Consumo, Agricultura, Economía, Educación, Ciencia, Universidades, Interior, Defensa y Transición Ecológica), más de 70 sociedades científicas, organizaciones colegiales, asociaciones profesionales y universidades, y alrededor de 300 colaboradores expertos.

Otra iniciativa, como recuerda la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, es el proyecto europeo de investigación y mejora de la calidad que busca un uso más racional de los antibióticos a través de un enfoque centrado en el paciente, para mejorar queremos el consumo y la dispensación de antibióticos, dirigiendo las intervenciones a aquellos profesionales sanitarios que un paciente puede encontrar cuando busca asistencia sanitaria. Son los médicos y enfermeras de Atención Primaria, los médicos de familia, los que trabajan en los servicios de Urgencias y Emergencias cuando las consultas están cerradas (fines de semana, por la noche…), las residencias y sus instalaciones, así como los farmacéuticos comunitarios. Sabemos que algunos pacientes acuden a los farmacéuticos para obtener asistencia rápida. 

Se trata de Happy Patient que pretende lograr una reducción del 40% de la prescripción/dispensación innecesaria de antibióticos mediante una intervención multidisciplinar en los profesionales sanitarios. Aquellos profesionales que son el principal punto de contacto de los pacientes a la hora de buscar asistencia son la clave para reducir este consumo inadecuado. Cambiar el comportamiento de la prescripción y la dispensación es crucial para frenar el problema de la RAM, pero también es un gran desafío.

El papel de la población 

Pero también el freno a este problema está en manos de los pacientes. “Para detener la RA, un objetivo estratégico es mejorar la conciencia y la comprensión del público, dice la OMS. Otros objetivos son fortalecer la base de conocimientos y evidencia, reducir la incidencia de infecciones, optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos en la salud humana y animal, y desarrollar argumentos económicos para la inversión sostenible . Mejorar la conciencia y la comprensión del público depende de una comunicación, educación y formación eficaces”, documenta un trabajo de ¡BMC Public Health’. 

En él se insiste: «Los estudios sugieren que una mejor comprensión de los antibióticos puede hacer que las personas se sientan y actúen de manera más responsable pero, aunque es un requisito previo para un comportamiento sensato, la información en sí misma podría ser insuficiente para cambiar el comportamiento. Investigar las percepciones, creencias y, en última instancia, el comportamiento de salud pública que influyen en la RA es crucial para identificar dónde y cómo intervenir en la educación sanitaria y la promoción de la salud».