Un nuevo estudio analiza cómo el estrés descontrola el impulso de comer
Desvelan claves cerebrales de nuestra relación con la comida
Experimentos con resonancia magnética funcional de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos)
En una serie de experimentos en los que han utilizado imágenes del cerebro obtenidas con resonancia magnética funcional, investigadores de la Universidad John Hopkins han observado cómo el estrés aumenta el apetito de personas adultas, tanto obesas como delgadas.
El equipo vio que el estrés afecta a las respuestas cerebrales a la comida, con activación de áreas cerebrales relacionadas con la sensación de recompensa y el control cognitivo. Los resultados se han dado a conocer en la revista científica PLOS ONE. En ellos se incluye información de 29 adultos (16 mujeres y 13 hombres), 17 de los cuales padecían obesidad y 12 sin la enfermedad. Los participantes se sometieron a dos pruebas con resonancia magnética funcional, una de ellas realizada después de exponerles a pruebas de estrés social y fisiológico combinados. La prueba era un análisis de su reactividad a la comida.
Los científicos estudiaron las imágenes de los cerebros y su reacción a palabras relacionadas con alimentos, tales como menús. Para estimular la respuesta cerebral, pidieron a los individuos que se imaginaran el aspecto, el olor y el sabor de los platos, y cómo se sentirían si los estuvieran comiendo. También aportaron una valoración sobre cuántas ganas tenían de comer, y cómo se sentirían si no pudieran hacerlo, para ver cómo abordaban la sensación de tomar decisiones relacionadas con los platos.
“Los experimentos mostraron que hay ciertas diferencias entre los sujetos obesos y delgados en la respuesta cerebral a los alimentos; los obesos muestran menor activación de las regiones del control cognitivo, sobre todo cuando se analiza la respuesta a estímulos con alimentos ricos en calorías, como el queso fundido”, ha dicho Susan Carnell, profesora de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad Johns Hopkins.
El estudio también muestra que el impacto del estrés se deja sentir en las respuestas cerebrales a la comida. Por ejemplo, en personas obesas la activación del córtex orbitofrontal (la región que controla la sensación de recompensa) es más intensa después de una prueba de estrés.
Carnell añadía: “Asimismo, hemos encontrado evidencia de una relación entre la experiencia del estrés subjetivo y la respuesta cerebral en ambos grupos de participantes. Por ejemplo, las personas delgadas que experimentaban mayor grado de estrés después de la prueba, mastaba menor activación del córtex prefrontal dorsolateral, un área cerebral clave para el control cognitivo”.
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