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Escuchar al cuerpo e identificar los síntomas para evitar que un infarto produzca daños irreversibles

Los síntomas, así como el tiempo de reacción, es muy importante cuando hablamos de ciertas dolencias sanitarias. Cuando se observan síntomas, por ejemplo, de ictus o de infartos se han de encender todas las alarmas de inmediato para evitar que los daños sean irreversibles.

De hecho, con respecto a las enfermedades cardiovasculares, y según los datos de la Fundación Española del Corazón, alrededor del 30% de las muertes en España están provocadas por los infartos de miocardio. Eso sí, también apuntan los expertos que si se acude al hospital con el tiempo, las probabilidades de sobrevivir alcanzan cotas del 95%.

Ante ello, los expertos advierten de la importancia de escuchar al cuerpo y las señales que éste nos manda antes de que ocurra el incidente de salud como una sudoración excesiva, dolor de pecho, náuseas o respiración entrecortada, entre otros síntomas, y acudir al centro hospitalario con celeridad.

La importancia de escuchar las señales del cuerpo

Y este aspecto, desde luego, no es baladí si se tiene en cuenta que los pacientes que han sufrido infartos durante los momentos más duros de la pandemia no han acudido con el tiempo requerido que evita daños importantes. De hecho, y según datos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), tras la declaración de pandemia mundial por parte de la OMS por SARS-COV2-19 y la declaración del estado de alarma por parte del gobierno de España, se detectó una disminución preocupante del número de pacientes con sospecha de infarto –hasta el 40% en las primeras semanas de estado de alarma comparado con el periodo previo– y en el tratamiento del infarto agudo de miocardio en nuestro país.

En este sentido, el Dr. Manuel González Correa, coordinador del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, explica que «esta reducción se debió al miedo de la población al contagio por Covid-19 en centros hospitalarios». Concretamente, por ejemplo, en Andalucía, «se experimentó una reducción de hasta el 56% de los tratamientos de cardiología intervencionista en el infarto (cateterismos), una terapia que es fundamental para el pronóstico de los pacientes».

Un escenario que, según detalla el experto, «casi ha duplicado la mortalidad hospitalaria del infarto agudo de miocardio en comparación con la prepandemia, teniendo como principal causa el mayor retraso en el tratamiento en fase aguda».

«El tiempo es corazón»

Dr. Manuel González Correa. @Quirón

Hay que tener en cuenta, además, y según los detalles, una parada cardiaca puede ser irreversible y, en algunas ocasiones, no tiene que darse entre población mayor. De hecho, el infarto es la primera causa de muerte súbita cardiaca en población de más de 35 años; mientras que en el resto de los pacientes es fundamental la rapidez en instaurar los tratamientos farmacológicos e intervencionistas necesarios para restaurar el riego sanguíneo normal y cortar el daño progresivamente mayor de tejido cardiaco a riesgo. «El tiempo es corazón», concluye el Dr. González Correa.

Además, prosigue que las consecuencias según el tiempo de retraso en el tratamiento o extensión del infarto van desde alteraciones del ritmo cardíaco, problemas valvulares o desarrollo de insuficiencia cardíaca crónica derivado del trastorno funcional cardíaco a consecuencia del daño sufrido en el evento agudo y su repercusión en su función como bomba de sangre del organismo.

La llamada a emergencias domiciliarias es fundamental

«El factor tiempo durante la fase aguda es fundamental para el buen pronóstico de la enfermedad y secuelas de la misma», detalla el Dr. González Correa. Por ello, desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) se lanzaron reiterados mensajes para concienciar a la población de que los servicios de cardiología se encuentran preparados para el tratamiento del infarto agudo y que, además, es fundamental la llamada a emergencias domiciliarias ante la sospecha para seguir beneficiándose de tratamiento médico e intervencionista precoz que tan impacto pronóstico tiene en esta enfermedad.

El especialista aclara también que cuando hablamos de infarto y angina nos referimos a aspectos diferentes de una misma enfermedad, la cardiopatía isquémica o la enfermedad cardiaca derivada de la arteriosclerosis. En este sentido, y haciendo la diferenciación, el Dr, González Correa explica que «la angina es el dolor cardiaco ̈por un disbalance entre la necesidades sanguíneas y aporte que recibe de forma transitoria y el infarto es el daño cardíaco establecido por un cese completo o cuasi completo de aporte sanguíneo que deriva en muerte celular y lesión del tejido. Todo bajo el denominador común de la enfermedad arteriosclerótica».

Por su parte, concluye, «la angina se suele producir tras un esfuerzo o actividad intensa, con dolor torácico o de miembros superiores, y cesa, si cesa la actividad que lo produjo. Sin embargo el infarto, aunque cursa también con dolor opresivo en el tórax y sudoración intensa entre otros síntomas, no cesa si se detiene la actividad y puede acontecer en reposo».

El perfil del paciente con cardiopatía isquémica

El perfil del paciente con cardiopatía isquémica es varón (70% de casos), con más de 65 años, con factores de riesgo cardiovascular –hipertensión arterial, hipercolesterolemia, tabaquismo y diabético–. Por lo general, estos pacientes presentan además sobrepeso u obesidad y un alto grado de sedentarismo.

El Dr. González Correa apunta que puede existir cierto componente genético de riesgo asociado, sobre todo en personas con antecedentes familiares directos de enfermedad coronaria muy precoz o población con hipercolesterolemia familiar/ genética.

Fundamentalmente ante un episodio de inicio brusco de dolor torácico opresivo de alta intensidad que se asocia a dificultad para respirar, sudoración importante, náuseas y vómitos, palpitaciones o pérdida de conciencia, podemos sospechar que estamos ante una patología isquémica.

Identificar los síntomas y actuar con inmediatez

Una vez identificados los síntomas relatados previamente o una sensación similar los especialistas apuntan que es fundamental que el paciente cese de inmediato la actividad que está realizando y guarde reposo absoluto; llamar al servicio de emergencias sanitarias para que sea valorado en su domicilio sin dilación.

«Éste es uno de los aspectos más importantes en el proceso de tratamiento de la fase aguda de esta patología», advierte el especialista, porque, asegura, «algunos pacientes cometen la imprudencia de acudir por sus propios medios a los servicios de urgencias con la falsa percepción de que el cuidado llegará antes».

Sobre este aspecto, el Dr. González Correa explica que «desde que se llama al servicio de emergencias el sistema sanitario es conocedor de que hay un paciente agudo que requiere ayuda y empieza a movilizarse para su atención temprana. En el caso de que el paciente decida desplazarse por sus propios medios por esa falsa percepción de que llegará antes a recibir los cuidados, el sistema es ajeno a su problema hasta su llegada a urgencias y la atención es, al final, más tardía y con implicaciones pronósticas». Por tanto, insiste, «es fundamental activar telefónicamente a los servicios de emergencias domiciliarias».

Por último, también hace hincapié en que los centros hospitalario están dotados de protocolos seguridad tanto para el paciente, como para los profesionales que los atienden, por lo que deben acudir al especialista en caso de percibir algún síntoma repentino y no habitual de los referidos anteriormente, para evitar daños irreversibles en su corazón.