Encuentran diferencias moleculares en el cerebro autista
Un equipo de investigadores estadounidenses ha descubierto una característica que distingue el tejido cerebral de personas autistas
Investigadores de la Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos) han identificado una diferencia molecular en el cerebro de personas con autismo al compararlo con personas sin esta condición.
El autismo (o los trastornos del espectro autista, TEA) es una condición del neurodesarrollo que se asocia con diferencias en la conducta y en las interacciones sociales, movimientos repetitivos o en el habla, y no está claro el motivo de esa diversidad.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista científica American Journal of Psychiatry muestra que los cerebros de las personas con autismo tienen niveles bajos de un tipo concreto de receptor del glutamato, el neurotransmisor excitatorio más abundante en este órgano.
James McPartland, profesor de psiquiatría y psicología infantil en la Universidad de Yale, investigador principal, ha explicado: «Hemos hallado esta diferencia, realmente importante, que es significativa y tiene implicaciones en términos de intervención en la atención a personas con autismo, y puede ayudar a comprenderlo de una forma más concreta que nunca».
Un desequilibrio de la señalización entre neuronas
Las neuronas, células que forman el tejido nervioso, se comunican entre sí usando señales eléctricas y mensajeros químicos, los neurotransmisores. Cuando una corriente eléctrica se propaga por una neurona, provoca la liberación de neurotransmisores que envían la señal a otras neuronas.
Las señales del cerebro pueden ser excitadoras o bien inhibidoras. Las primeras hacen que se libere glutamato, que funciona como un semáforo en verde e indica a otras neuronas que se activen. Con las señales inhibidoras, por el contrario, el efecto es el de un freno que detiene la actividad de las células.
El cerebro necesita un equilibrio exacto entre estos dos tipos de señalización para funcionar adecuadamente. Una de las hipótesis sobre las causas del autismo es que hay un desequilibrio entre las señales de ambos tipos. Los investigadores sugieren que una alteración en este mecanismo podría explicar las numerosas diferencias observadas en los individuos con autismo.
Partiendo de esa teoría, han usado imágenes obtenidas por resonancia magnética y tomografía por emisión de positrones (PET) para buscar diferencias entre los cerebros de 16 adultos con autismo y 16 personas definidas como ‘neurotípicas’ (en la categoría de ‘normalidad’). La resonancia magnética ofrece información sobre la anatomía de cada cerebro, mientras el PET muestra cómo funcionan los cerebros a nivel molecular.
David Matuskey, profesor de radiología de la misma universidad, ha explicado que con el PET se puede trazar un mapa molecular de «lo que está ocurriendo con el sistema de glutamato».
Receptor de glutamato mGlu5
Así han observado la escasez del receptor de glutamato conocido como mGlu5 en los participantes con autismo. El hallazgo refuerza la idea de que el desequilibrio entre señales excitadoras e inhibidoras en el cerebro puede contribuir a las características propias del autismo.
Quince de los participantes con esta condición también se sometieron a un electroencefalograma, una prueba que mide la actividad eléctrica en el cerebro. Basándose en sus resultados, los investigadores vieron que las medidas guardaban relación con los niveles bajos de mGlu5.
El estudio puede tener implicaciones para la clínica. Si bien los PET son un instrumento muy empleado para estudiar el cerebro, también son costosos e implican exponer a los pacientes a radiación. El electroencefalograma podría ser una herramienta más accesible para investigar el funcionamiento del cerebro.
Otro de los científicos, Adam Naples, ha dicho que no creen que el electroencefalograma vaya a sustituir completamente al PET, pero «podría ayudarnos a entender cómo los receptores de glutamato contribuyen a la actividad cerebral de una persona».
Además, conocer el «perfil molecular» del autismo podría ayudar a diagnosticarlo mejor y ofrecer una mejor atención a los pacientes. McPartland ha añadido que, a fecha de hoy, él suele pasar un rato jugando con los niños en la consulta para determinar si tienen autismo y que, a partir de este hallazgo, cabe la posibilidad de buscar ese elemento objetivo y medible que diferencia el cerebro autista.
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