Dra. Paloma Sanz: «Lo que es bueno para el corazón, es mejor para los riñones»
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Cada año, la Sociedad Española de Nefrología (SEN) realiza un informe sobre la enfermedad renal crónica (ERC) en España con motivo de la celebración del Día Mundial del Riñón. Su objetivo es recopilar en un documento los datos actualizados de incidencia y prevalencia asociados a esta patología en nuestro país, extraídos de los diferentes estudios e informes disponibles. La ERC es conocida mundialmente como una epidemia silenciosa por su alto impacto en la Salud Pública y el desconocimiento que tiene la población acerca de ella.
Tener ERC condiciona, por una parte, aumentar el riesgo de sufrir un evento relacionado con la enfermedad vascular, y, por otra parte, el deterioro progresivo de la función renal puede llevar al paciente a necesitar tratamiento renal sustitutorio (TRS) con diálisis o trasplante de riñón. Para explicarnos el alcance de la enfermedad y en qué consiste, OKSALUD entrevista a la doctora Paloma Sanz Martínez, miembro de los grupos de trabajo de nutrición en ERC de la SEN y nefróloga en el Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, para que visibilice lo qué es la insuficiencia renal y cómo se combate en España.
PREGUNTA.- ¿Qué signos pueden alertar a una persona que podría padecer una insuficiencia renal?
RESPUESTA.- Hay signos que nos pueden avisar de problema en los riñones, como es el cambio de coloración de la orina, rojiza cuando hay pérdida de sangre, espumosa cuando hay pérdida de proteínas, concentrada y mal olor en el caso de las infecciones orina. También, la disminución en la cantidad de eliminación de orina, con retención de líquido que se refleja en edemas (hinchazón pies) es otro síntoma. Hay que saber que los riñones no duelen cuando hay insuficiencia renal, sólo duelen cuando hay infecciones o cálculos que obstruyen la salida de la orina. La elevación de las cifras de tensión arterial puede ser un aviso de que hay un problema de riñón.
Pero lo más habitual es que el fallo renal crónico no tenga ningún síntoma. Puede que hasta etapas muy finales de la insuficiencia renal, no se note nada, por eso se la llama la enfermedad “silente” por lo que es muy importante hacerse controles para detectarlo sobre todo en aquella población de riesgo a padecerla, como es la gente con hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad, elevación del ácido úrico, enfermedades inmunológicas, y aquellos que tengan algún familiar con patología renal.
P.- ¿Es importante la detección precoz? ¿Cómo se puede lograr?
R.- Es muy importante, ya que es en las etapas precoces cuando se puede revertir el problema, pero como he comentado, la insuficiencia renal no da síntomas, por lo que hay que buscarla. Se recomienda en la población de riesgo (hipertensos, diabéticos, enfermedad cardiovascular, arterioesclerosis, obesos, dislipemia, familiar con enfermedad renal crónica, toma prolongada de nefrotóxicos, obstrucción crónica, infección crónica, antecedente insuficiencia aguda, enfermedades autoinmunes), hacerse, al menos, una vez al año, un análisis de sangre con estudio de filtrado glomerular con orina de 24 horas y proteinuria.
P.- Una vez diagnosticada la insuficiencia renal, ¿Qué medidas se pueden adoptar para que el paciente pueda retrasar el inicio del tratamiento renal sustitutivo?
R.- La más importante es la remisión precoz al nefrólogo para el control de la enfermedad, evitar la progresión y controlar las complicaciones. Hay que hacer un control de los factores de riesgo cardiovasculares, de la tensión arterial, del nivel de azúcar, bajar peso, dejar de fumar, hacer ejercicio…todo lo que se conoce como cardiosaludable, es fundamental para evitar la progresión de la ERC.
Además, hay que evitar fármacos nefrotóxicos como son los antiinflamatorios, los contrastes radiológicos, ciertos antibióticos, etc. Hay que seguir una dieta nefroprotectora: baja en sal y baja en proteínas de origen animal porque las proteínas se transforman en urea que debe eliminar el riñón.
También hay que realizar una ingesta de líquido adecuada al grado de insuficiencia renal, evitando episodios de deshidratación. El nefrólogo le indicará la toma de medicación nefroprotectora como son fármacos que disminuyen la pérdida de proteínas (antiproteinúricos).
P.- ¿Qué tipo de vida debe llevar un paciente en TRS?
R.- Depende de la opción de TRS. En general, se intenta que sea lo más normal posible y que adapten la terapia renal a su vida cotidiana, acorde a su edad y enfermedades asociadas. Es importante que cuiden la dieta, eviten el sobrepeso y prestar especial cuidado al control de la sal, el líquido y los alimentos ricos en potasio. Importante que hagan una vida los más activa posible, ejercicio controlado y hacer un buen cumplimiento del tratamiento farmacológico. Los pacientes en hemodiálisis acuden al hospital o a un centro especializado, a recibir sesiones unas 3 veces por semana, que duran entre 3 a 4 horas. La mayoría dejan de orinar y deben limitar la ingesta de líquido, que es una de las cosas que más afectan su calidad de vida.
Los pacientes en diálisis peritoneal pueden llevar a cabo el tratamiento en casa. Se realizan varios intercambios de un líquido a través de una catéter en el abdomen y tienen más “liberada” la dieta. Los pacientes trasplantados, en España es la técnica mayoritaria, es la que menos afecta a la calidad de vida del paciente, la que más se adapta a una normalidad, si bien, deben ser muy estrictos con su medicación para evitar rechazos y pérdida del trasplante. Hay que elegir el momento recomendado, si se dan las condiciones adecuadas, para que la mujer trasplantada se quede embarazada si así lo desea.
P.- ¿Cuánto tiempo puede vivir un paciente que sigue TRS?
R.- No hay unos años en concreto, depende sobre todo de la edad y la patología asociada (comorbilidad). La principal causa de fallecimiento en TRS son los eventos cardiovasculares (infarto corazón y cerebral) ya que la mayoría de nuestros pacientes son hipertensos, diabéticos, arterioesclerosis de años de evolución, que marcan su pronóstico.
La supervivencia es mayor en los trasplantados, por eso debe ser, si se puede, el tratamiento de elección. Yo he tenido pacientes que tras 2 años en diálisis peritoneal, se han trasplantado, y al cabo de 17 años han vuelto a diálisis, estando luego más de 10 años en hemodiálisis. Otros, sobre todo los niños y jóvenes que se trasplantan hasta 2 y 3 veces, llegan a estar más de 40 años en TRS. Cada caso es diferente.
P.- ¿Todos los pacientes son susceptibles a trasplante?
R.- Desafortunadamente no, la enfermedad renal afecta, sobre todo, a gente de más de 65 años, con mucha patología cardiovascular, como estamos comentando, con arterias calcificadas donde no se puede conectar un trasplante, patologías severas (cardíacas, pulmonares, etc.) o tumores que contraindican el trasplante. Aproximadamente entre un 15-20% del total las personas en tratamiento renal sustitutivo (TRS) pueden ser candidatos a un trasplante.
P.- ¿Es hereditaria la enfermedad renal? ¿Se deben tomar medidas en caso de tener algún familiar con ERC?
R.- En algunos casos sí es hereditaria. Sabemos que hay enfermedades que se transmiten de padres a hijos, como son la poliquistosis o el Alpor, donde la alteración genética está muy identificada. Pero hay otras muchas que no se manifiestan tan claramente, que catalogamos como insuficiencia renal no filiada, y en las que sí hay una alteración genética, de la que alguien puede ser portador y sólo manifestarse en algún componente de la familia.
Cada vez son más los estudios en este sentido, con mapeo genético que detecta estas patologías y se puede dar consejos genéticos. Por lo tanto, en el caso de tener algún familiar con enfermedad renal, está indicado un estudio, al menos una vez al año con analítica de sangre y orina.
P.- ¿Cómo se puede prevenir la insuficiencia renal?
R.- Haciendo una vida cardiosaludable, eso todo el mundo lo entiende, “lo que es bueno para el corazón, es mejor para los riñones”. Dieta baja en sal, en grasas, en azúcar, evitar alimentos ultraprocesados, una buena hidratación, hacer ejercicio, no fumar, seguir un control de la tensión arterial, evitar medicamentos nefrotóxicos (como los tan famosos antiinflamatorios que con la toma continuada pueden dañar el riñón), y sobre todo, un diagnóstico precoz. Es una patología que no da síntomas y debemos buscarla en aquellos pacientes de riesgo, como ya hemos comentado.
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