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PSICOLOGÍA

Dr. Navalón: «La presión estética está llevando a los adolescentes al auge de la cosmeticorexia, un trastorno mental»

"Es un trastorno que va mucho más allá de la vanidad. Se trata de una obsesión patológica con la apariencia física"

Cada vez más jóvenes caen en una obsesión por la perfección estética alimentada por redes sociales, filtros y estándares imposibles. Este fenómeno, conocido como cosmeticorexia, ya es una preocupación creciente entre psiquiatras y psicólogos. El doctor Víctor Navalón, especialista en salud mental en Vithas Valencia 9 de Octubre, alerta de sus graves consecuencias. Hablamos con él sobre el alcance de este trastorno, su impacto y las formas de prevención.

P. ¿Qué es exactamente la cosmeticorexia y por qué deberíamos preocuparnos?

R. Es un trastorno que va mucho más allá de la vanidad. Se trata de una obsesión patológica con la apariencia física, que lleva a las personas —cada vez más jóvenes— a someterse compulsivamente a tratamientos estéticos, usar productos cosméticos en exceso e incluso buscar cirugía para corregir rasgos que consideran defectuosos. Esta obsesión muchas veces enmascara inseguridades profundas, baja autoestima o conflictos emocionales no resueltos.

P. ¿Qué consecuencias puede tener para los adolescentes y niños?

R. Son muchas, y muy serias. Ansiedad, depresión, trastornos alimentarios e incluso autolesiones. El deseo constante de verse perfectos puede desconectarlos de la realidad, llevarlos a rechazar su cuerpo y a vivir en una insatisfacción constante. Es un caldo de cultivo para problemas de salud mental que, si no se detectan a tiempo, pueden dejar secuelas.

P. ¿Hasta qué punto influyen las redes sociales en esta patología?

R. Son determinantes. Vivimos en la era del filtro y de la comparación constante. Las plataformas digitales proyectan estándares de belleza inalcanzables, muchas veces falsos, que calan especialmente en mentes jóvenes. Acaban creyendo que su valor está en cómo lucen, no en quiénes son. Es urgente enseñar a los adolescentes a mirar con pensamiento crítico y a proteger su autoestima.

P. ¿Cómo puede detectarse la cosmeticorexia?

R. Hay señales claras: una preocupación excesiva y diaria por el aspecto, tiempo prolongado frente al espejo, gasto compulsivo en cosméticos, peticiones recurrentes de intervenciones estéticas. Pero también hay signos más sutiles: evitar situaciones sociales por no verse bien, compararse constantemente o hablar negativamente de su cuerpo. Padres, profesores y sanitarios deben estar atentos.

P. ¿Y cómo se trata?

R. Requiere un enfoque multidisciplinar. La psicoterapia, especialmente la cognitivo-conductual, es clave para desmontar creencias distorsionadas. En algunos casos se necesita apoyo farmacológico si hay ansiedad o depresión. También es útil educar en imagen corporal realista, y en situaciones extremas, limitar el acceso a procedimientos estéticos. Lo esencial es una intervención temprana, que frene la espiral de deterioro emocional.

P. ¿Qué mensaje le daría a los padres preocupados por este fenómeno?

R. Que escuchen sin juzgar, que observen con atención y que no minimicen la angustia de sus hijos por la imagen. Lo que parece superficial puede esconder mucho dolor. Y que no duden en pedir ayuda profesional: la prevención es mucho más eficaz que la reparación.

P. ¿Se puede salir de la cosmeticorexia?

R. Sí, absolutamente. Con apoyo emocional, tratamiento adecuado y una red familiar y social consciente, los jóvenes pueden reconstruir una relación sana con su cuerpo y consigo mismos. La clave está en hacerles ver que valen por lo que son, no por cómo se ven.