Una década de investigación para terminar con la enfermedad de Südeck
En 1990, el cirujano alemán Paul Südeck puso el nombre al síndrome de dolor regional complejo, conocido también como distrofia simpática refleja (DSR), como la “inflamación de curación trastornada”. Cada año aparecen 15.000 nuevos casos, pero, a día de hoy, la enfermedad de Südeck ya es historia: un cirujano español ha convertido esta enfermedad incurable en cuestionar la propia existencia como patología específica.curable.
Esta patología osteomuscular crónica, que afecta a las manos, antebrazos, pies y piernas, es muy dolorosa. Produce rigidez de las articulaciones, con escasa movilidad, sensación de quemazón acompañado de una hipersensibilidad cutánea, fuerte inflamación, enrojecimiento, sudoración, etc. Sus causas se desconocen y pueden tener consecuencias graves. Puede producirse a cualquier edad, pero es más frecuente en mujeres entre los 40-60 años, aunque cada vez se diagnostica más entre los jóvenes.
Su incurabilidad llevó a Francisco Piñal, prestigioso cirujano cántabro, director del Instituto Piñal & Asociados y jefe de Servicio de Cirugía de Mano y Muñeca del Hospital La Luz a cuestionar esta enfermedad: investigó durante una década sus causas y averiguó que, tras los diagnósticos de distrofia simpática, se encuentra errores de diagnosis y
falta de conocimiento de una patología oculta. “He atendido a numerosísimos pacientes etiquetados como enfermos de distrofia simpática refleja o enfermedad de Südeck y hemos sido capaces de hallar y tratar su verdadera patología. Las fracturas intervenidas de forma inadecuada en el área de la muñeca están en el origen de muchos de estos diagnósticos. Estaban enmascarando casos de artritis reumatoide, fracturas de metacarpiano, mal-uniones tras fracturas de radio o prótesis colocadas de forma deficiente; sin olvidar el porcentaje de estos casos que pueden ser abordados como neuroestenalgias (dolor continuo en el nervio), y cuadros de compresión dinámica del nervio mediano”, asevera Piñal.
Mediante una intervención que restaura la funcionalidad de la mano, la cirugía impulsada por Piñal elimina el dolor. Sus avances en la curación han sido reconocidos por la prestigiosa Sociedad Americana de la Mano: el doctor Piñal será el ponente extranjero invitado por esta institución americana y presentará un estudio con 100 casos que muestran como asignando a cada paciente en su patología y tratándola apropiadamente, se consigue la curación de esta enfermedad que a priori es incurable.
“Esclavos” de su vida
“Son pacientes que tienen una vida esclavizada por la enfermedad, polimedicados con opiáceos y psicótropos, pero que tienen una salida diagnosticando apropiadamente la patología de base”. Para este especialista la distrofia simpática refleja ha sido un “obstáculo para el avance de la investigación médica, además de una forma de abandono a pacientes para los que existen soluciones reales. De hecho, en las decenas de casos en los que he podido descartar la enfermedad de Südeck, hallando las causas reales subyacentes.
Piñal asegura que “uno de los mayores retos ha sido conseguir que el paciente abandone una medicación que no era necesaria y que le había creado adicción”. Este ha sido el caso de Camelia, de 46 años, que describe los síntomas que padeció tras una operación que le habían realizado de liberación del túnel del carpo hacía 8 meses.
El Dr. Francisco Piñal una vez identificada de forma precisa la patología de origen de esta paciente y de acuerdo con sus características, indicó que se trataba de una compresión secundaria dinámica del nervio mediano no detectada con anterioridad.
El nervio afecto, clave en la curación
Tras su investigación, el doctor Piñal ha podido establecer que dos de cada diez pacientes diagnosticados con distrofia simpática reflejan en su cuadro clínico carácterísticas idénticas a los pacientes con neuroestenalgia del nervio mediano. “Si corriges el daño en el nervio afecto, se curan. Mediante un procedimiento mínimamente invasivo restauras la funcionalidad de la mano de la paciente y eliminas el dolor”, asegura Piñal.
Candela cuenta que “no podía cerrar la mano, me dolía muchísimo. Tenía las manos hinchadísimas y los médicos me mandaban medicinas para la cabeza fármacos analgésicos y neuromoduladores para reducir el dolor; entre estos últimos, algunos empleados en cuadros psiquiátricos o de epilepsia”.
Gracias al procedimiento realizado, la paciente recupera la movilidad en su mano y suspende la ingesta de fármacos contra el dolor al desaparecer el mismo. “Mis investigaciones me llevan a considerar a la enfermedad de Südeck como una patología inexistente que, en realidad enmascara el verdadero origen del problema. Así su abordaje, en el caso de Camelia, pasa por un correcto diagnóstico y el diseño de un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo para su curación”.
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