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Cómo reducir el azúcar en los postres tradicionales de Navidad sin perder el sabor

La nutricionista Noelia Miralles defiende que reducir el azúcar no implica perder sabor ni tradición en los dulces navideños

Con la llegada de diciembre, los dulces típicos se multiplican en mesas y escaparates. Aunque se asocian a momentos de celebración, su elevado contenido en azúcar puede acentuar desequilibrios si se parte de una alimentación ya sobrecargada durante el resto del año.

En este contexto, la nutricionista, Noelia Miralles, con más de 146.000 seguidores en Instagram, señala a OKSALUD que el verdadero desafío no es el consumo puntual, sino la falta de moderación mantenida. «El problema aparece cuando llegamos a diciembre con un consumo elevado de azúcares durante todo el año; si eso ocurre, la Navidad solo suma más», explica la nutricionista, añadiendo que mantener cierta conciencia durante todo el año permite disfrutar de los postres navideños «sin culpa». «La comida también es cultura, y hay que saber disfrutar de estos dulces con nuestros familiares y amigos», destaca.

Para Miralles, los turrones, mazapanes y polvorones son los postres más problemáticos por su alta densidad calórica. «Incluso los elaborados de forma artesanal suelen contener una proporción muy alta de azúcar», indica. No obstante, insiste en que no se trata de prohibirlos, sino de disfrutarlos desde la moderación: «Conviene ser conscientes de su composición y no consumirlos desde septiembre, cuando ya comienzan a aparecer en los supermercados».

Versiones más ligeras

La experta propone alternativas que permiten conservar el espíritu navideño sin sobrecargar el organismo. «Un flan casero de mandarina o de alguna fruta de temporada, elaborado con poca azúcar o con endulzantes naturales como dátiles o eritritol, mantiene la tradición y resulta más ligero», recomienda.

Como opción sencilla, sugiere recurrir a frutas frescas: «La uva es un clásico de estas fechas, y también se pueden preparar brochetas con frutas de temporada. Son postres sabrosos, nutritivos y festivos».

Miralles apuesta por técnicas que permiten reducir el azúcar sin recurrir a edulcorantes artificiales. «La canela o la esencia de vainilla potencian el sabor dulce sin necesidad de añadir azúcar», explica. También destaca que calentar frutas maduras aporta caramelización natural, mientras que ajustar texturas con yogur o frutos secos triturados ayuda a crear postres equilibrados y agradables.

Dátiles o eritritol

Entre las alternativas al azúcar refinado, la nutricionista resalta el uso de dátiles o frutas enteras, que «aportan dulzor junto con fibra y micronutrientes». En cuanto a la miel, reconoce su valor aromático, aunque recuerda que «sigue siendo azúcar libre y debe consumirse con medida». El eritritol, añade, es especialmente útil «en postres donde queremos mantener la textura original sin alterar demasiado la receta».

Miralles advierte que muchos postres etiquetados como «sin azúcar» pueden resultar igual o más calóricos. «A veces se sustituyen los azúcares por grandes cantidades de frutos secos, aceites o harinas, creando postres más energéticos que los originales», comenta. También señala la importancia de no caer en el autoengaño: «No se trata de cambiar un exceso por otro. La clave está en el equilibrio y en conectar con nuestras señales de hambre y saciedad».

La especialista considera que el gusto por el dulce puede entrenarse semanas antes. «Reducir poco a poco el azúcar en bebidas o yogures baja de forma natural el umbral de dulzor», afirma. De este modo, al llegar la Navidad es más fácil disfrutar de postres caseros menos dulces. «Mi recomendación es mantener una alimentación lo más natural posible durante todo el año; así cuidamos nuestra salud y disfrutamos más de la comida», apunta.

Leer las etiquetas

Para quienes optan por postres industriales, Miralles insiste en revisar la lista de ingredientes. «El azúcar no debería aparecer entre los tres primeros, aunque es difícil evitarlo en estos productos», advierte. También aconseja mirar la cantidad de azúcares por cada 100 gramos y desconfiar de los reclamos de «sin azúcar añadido» que esconden edulcorantes artificiales.

«La clave es no demonizar los dulces, sino cuidar nuestros hábitos diarios. Si mantenemos una rutina saludable durante todo el año, disfrutar de un postre tradicional en Navidad no supondrá ningún riesgo», concluye la nutricionista.