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Navidad

Cómo se celebraba la Navidad durante la Guerra Civil

Cómo se celebraba la Navidad durante la Guerra Civil: tradiciones, cambios y la vida cotidiana en un país dividido.

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Verdadero origen de la Navidad

  • Francisco María
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La vida cotidiana durante la Guerra civil española se transformó por completo: primaba el miedo, la escasez y la incertidumbre. La Navidad, por supuesto, se vio impregnada de esta atmósfera. El impacto de la guerra en las tradiciones fue enorme, pero las celebraciones no desaparecieron. Por el contrario, se adaptaron

La Navidad en la Segunda República

Durante la Navidad en la Segunda República había una mezcla de lo religioso y lo familiar. Aunque el gobierno republicano había establecido un estado laico, la mayoría de las familias, especialmente en las zonas rurales, seguían manteniendo tradiciones católicas como la Misa del Gallo o el belén.

Era una época de reunión en casa, con cenas modestas, villancicos y pequeños regalos para los niños. El gran evento que unía a todo el país, sin distinción política, era el sorteo de la Lotería de Navidad. Tal evento fue una parte esencial de la historia social de los años 30. De hecho, sigue siéndolo.

La guerra y la Navidad

Con el estallido de la guerra en julio de 1936, España quedó partida en dos zonas: la republicana y la sublevada o nacional. Esta división creó dos formas muy distintas de entender y vivir la Navidad.

Zona republicana

El conflicto generó una fuerte corriente anticlerical, especialmente en los primeros meses. Muchas iglesias fueron cerradas, quemadas o reconvertidas. Las celebraciones religiosas públicas se prohibieron en numerosos lugares.

Los belenes desaparecieron de las plazas y las misas se celebraron en la clandestinidad. Sin embargo, esto no significó el fin de la fiesta. Las celebraciones en tiempos de guerra se transformaron en actos de solidaridad y propaganda.

Se organizaban cenas colectivas para los milicianos y refugiados. También se hacían colectas para el frente y se promovía una “Navidad del pueblo”, alejada de lo religioso y centrada en los ideales revolucionarios.

Zona nacional

El bando sublevado utilizó la religión católica como una de las banderas de su “cruzada”. Por eso, la Navidad se celebró de forma mucho más tradicional y pública. Se fomentaron las misas multitudinarias, los belenes en lugares destacados y los villancicos, muchos de ellos con letras adaptadas para exaltar la patria y la fe.

Era una herramienta de propaganda muy poderosa que enfrentaba la “España católica y tradicional” con la “anti-España ateísima”. Se organizaban envíos de turrones y tabaco a los soldados en el frente, y la Iglesia jugaba un papel central en las ayudas a los necesitados.

El frente

En las trincheras se vivía en medio del frío, el barro y el peligro. La Navidad abría una especie de “paréntesis emocional”. Los soldados de ambos bandos recibían una ración extra de comida o un paquete de casa con algún dulce y cartas, si había suerte. Era común cantar villancicos alrededor de una hoguera.

De este contexto surgieron algunos de los momentos más conmovedores del conflicto: las treguas espontáneas. La más famosa ocurrió en la Nochebuena de 1936 en el monte Kalamua (País Vasco).

Los soldados requetés navarros (del bando nacional) y los milicianos vascos (del bando republicano) acordaron dejar las armas. Salieron de sus trincheras, compartieron cigarrillos, vino, chocolate e incluso intercambiaron periódicos y cartas para sus seres queridos.

Cantaron juntos “Noche de paz” antes de volver, al día siguiente, a ser enemigos. Este tipo de gestos también se dieron en otros frentes. Fueron un testimonio de cómo la cultura popular en conflicto podía, por un instante, superar la división.

La terrible separación

En el frente, los soldados celebraban la Navidad de manera precaria y cargada de nostalgia. Las cartas enviadas a casa, los pequeños obsequios improvisados o una breve tregua no oficial eran gestos que ayudaban a sobrellevar la dureza del combate. Estas experiencias reflejan claramente el impacto de la guerra en las tradiciones, ya que la Navidad se adaptó a un entorno dominado por la muerte y la separación, sin perder del todo su valor simbólico.

La Lotería y el legado

Un símbolo perfecto de la división del país fue la Lotería de Navidad. En diciembre de 1938, por primera y única vez, se celebraron dos sorteos oficiales: uno en Barcelona (zona republicana) y otro en Burgos (zona nacional).

El impacto de la guerra en las tradiciones fue profundo y duradero. La Navidad dejó de ser una fiesta unificadora para convertirse en un escenario más de la contienda. Para las familias, significó navidades marcadas por la separación, el hambre y el miedo a los bombardeos.

Finalmente, la Navidad durante la guerra fue también un reflejo de la cultura popular en conflicto. Canciones, postales y mensajes navideños se cargaron de contenido político y propagandístico, reinterpretando el sentido de la festividad según los valores de cada bando. Así, lejos de desaparecer, la Navidad se transformó en un espejo de la sociedad española en guerra: frágil, dividida, pero empeñada en conservar, incluso en las peores circunstancias, un espacio para la esperanza y la memoria compartida.

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