Huevos Benedictine

Los huevos Benedictine son uno de los platos estrella de cualquier buen Brunch, así como de muchos desayunos. Un plato contundente y muy proteínico, perfecto para paliar los efectos de la resaca, o eso cuenta la leyenda…

La leyenda de los huevos Benedictine

Como tantas otras recetas, parece ser que la de los huevos Benedictine está también basada en una leyenda. El nombre le viene de Lamuel Benedict, un corredor de bolsa de Wall Street. Una mañana de 1894, Benedict se levantó con un gran malestar consecuencia de una interesante resaca, y decidió ir al restaurante del antiguo Waldorf Astoria de Nueva York. Allí pidió al cocinero un desayuno especial para acabar con su resaca, éste consistía en un par de huevos escalfados, bacon, tostadas con mantequilla y salsa holandesa. De dónde le surgió esta idea lo desconocemos, pero esa es la leyenda. El maitre decidió incluirlo en el menú aunque cambiando las tostadas por muffins ingleses y ¡voilà! así nacieron los huevos Benedictine.

Los huevos Benedictine son un plato alto en proteínas y con una dosis correcta de hidratos de carbono, por lo que son perfectos para un buen desayuno siempre y cuando vayan acompañados de fruta, y siempre y cuando los consumamos con moderación.

Además de su composición original con bacon o jamón, hay muchas variaciones actualmente, con espárragos verdes, salmón ahumado e incluso pisto. Nosotros os presentamos la receta clásica.

Receta de huevos Benedictine

Ingredientes

• 2 huevos
• 4 lonchas de beicon
• 2 muffins ingleses ó 2 rebanadas de pan ó 2 molletes
• Salsa holandesa
• Mantequilla
• Aceite de oliva
• Una cucharada de vinagre

Elaboración

1. Preparamos la salsa holandesa. Ya os hemos hablado antes de ella, podéis ver la receta aquí.
2. Freimos el beicon en una plancha con un poco de aceite de oliva, lo tenemos unos minutos hasta que esté crujiente y haya expulsado la mayor parte de la grasa. Sacamos y ponemos sobre un papel de cocina.
3. Untamos los panes con un poco de mantequilla y los tostamos en otra sartén. Si no hemos encontrado muffins o molletes, podemos cortar las rebanadas de pan con un molde para que queden redondeadas.
4. Llenamos tres cuartas partes de una cazuela de agua, le echamos una cucharada de vinagre y lo ponemos al fuego. Cuando esté a punto de hervir apartamos del fuego y echamos los huevos uno a uno con mucho cuidado. Te recomendamos que antes casques el huevo en un bol y lo eches directamente desde éste para evitar que se rompan. Un vez metido el huevo en la cazuela, tapamos y dejamos cocer 3 minutos. Lo sacamos y lo pasamos por agua fría para que deje de cocinarse.

   

5. Colocamos en un plato las dos rebanadas de pan, y en cada disponemos un par de lonchas de beicon y encima un huevo. Por último regamos con un buen chorro de salsa holandesa y ya tenemos nuestro plato.

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