Zurdos, cierren al salir
Hay campañas que sólo se entienden desde el odio que desprende el tufo que las lidera. La que ha protagonizado el periodismo sanchista en España pasará a los anales de la historia como la huida más celebrada por la libertad desde que las tropas soviéticas salieron de Europa del Este. Sánchez dio la orden, bajo amenaza de cortar el grifo, y los medios serviles y periodistas sumisos corrieron a desaparecer de X, la red social antes llamada Twitter, en la que el zurdo ya no se siente cómodo. Han visto los popes del despotismo iletrado, con ínfulas de periodistas independientes, que no pueden prohibir como antes, protegidos por la misma red progre que le reía las gracias censoras, y por ello, abandonan. Bien hecho. La verdad sufrirá menos a partir de ahora.
La izquierda política, mediática y digital ha evidenciado con esta huida masiva su pertenencia a la secta. Ya sin caretas ni dudas. Han tenido la oportunidad de demostrar que siguen siendo un colectivo independiente, con criterio propio, voz libre y autónoma del poder mangoneador. Pero la guita siempre se impone a los principios, y hace mucho frío fuera de la subvención y el confort del poder, sobre todo del poder sanchista. La verdadera revolución tecnológica empezó el día en que cualquier ciudadano puede acceder a la información y contarla sin pasar por el filtro de los intermediarios tradicionales. Cuando los periódicos vivían de sus lectores, la decencia les mantenía a salvo. Hoy, la mayoría son amanuenses de lujo, escribas a sueldo y correveidiles del engaño.
Los medios ya no son el medio. La tradicional búsqueda de la información ha perdido la batalla frente a otras formas de obtener acceso a ella. Aquel periodismo riguroso que basaba su deontología en contar que Juan había fallecido a gente que no sabía que Juan estaba vivo, ya no existe. Ahora se dedican a contar lo que Pedro, Georges o Bill quieren, aunque lo que cuenten no sea verdad. La red de desinformación la tejen ahora las cabeceras históricas, alineadas en su mayoría a la izquierda de la izquierda. Eligieron ser felpudos del poderoso antes que periodistas y es ahí cuando perdieron el dominio de la información. Reaccionan así porque no soportan que la gente tenga su propio criterio de elección. Y como buenas ovejas, conformes en el pastoreo, siguen la orden del perro, que les conduce al matadero sin rechistar. Sin pienso no hay trabajo y al unísono, convocan rebelión doliente y victimista. En realidad, les molesta la libertad, la verdad y la democracia. Tanta paz llevéis como descanso dejáis, palmeros del bulo.
Antes de que Musk comprara X, los comisarios políticos que dirigían la red, al gusto del zurderío censor, cancelaban la cuenta de cualquiera que osara publicar, criticar o cuestionar el feminismo, el lobby LGTBI, al hijo de Biden, a las empresas tecnológicas, a la inmigración ilegal y oenegés que las fomentaban o publicar la nacionalidad de violadores, agresores sexuales y terroristas. Desde que Elon despidió a la inquisición siniestra que manejaba Twitter, y la izquierda digital se quedó sin censores a los que invocar, la desinformación en la red disminuyó, hecho probable que el periodismo zurdo no admite ni soporta, pues los bulos los crean ellos, aunque se los atribuyen a los demás, no como la pureza ideológica, el monopolio sentimental y la patrimonialización del pueblo, conceptos que son uno e indivisible para la izquierda.
Ya lo dijo Milei: cuando los zurdos no pueden luchar en igualdad de condiciones, alteran las reglas para jugar con ventaja, porque en dicho equilibrio de poderes, sus ideas pierden, y por eso, huyen. Ese repliegue de velas del equipo de opinión sincronizada hay que celebrarlo, porque ahora seguirán desinformando, pero en sus charcas, sin sentar cátedra corregida por la comunidad. Gracias por tantos años de superioridad moral, de trola subsidiada y de bulos patrocinados. Vuestro miedo y escape es el triunfo de la libertad y la verdad. Cierren la puerta al salir, zurdos de la desinformación.
Coda: mientras se escribían estas líneas, la agencia Efe, medio oficial de propaganda de Sánchez (como antes lo fue de Franco) publicó un bulo sobre un helicóptero que se había estrellado en una de las torres más altas de Madrid. El bulo fue desmentido y corregido por la comunidad digital, pero no así por medios como La Vanguardia, que enseguida recogió la noticia. La Vanguardia emitió un comunicado horas antes anunciando su salida de X por la desinformación que había en la red.
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