Opinión

Zoido-Montoro: poli bueno, poli malo

Prometer… prometer hasta meter y una vez metido, nada de lo prometido. En algo tan básico como soez parecen estar instalados los ministros Zoido y Montoro en materia de equiparación salarial de policías nacionales y guardias civiles con el resto de cuerpos autonómicos, Mossos incluidos. Sí, Mossos, esa institución armada en abierto desafío al Estado de Derecho y el orden constitucional que —al no atender a su obligación de cumplir y hacer cumplir la ley—  obligó a desplazar a Cataluña a sus compañeros nacionales. Hombres y mujeres comprometidos con España y los españoles que hicieron su trabajo en condiciones precarias y, una vez más, cobrando menos.

Cuando en política alguien no está dispuesto a decir la verdad —toda la verdad y nada más que la verdad, sería lo deseable— o quiere minimizar las consecuencias negativas de una promesa rota, recurre al eufemismo. Esa antigua treta, más propia de la izquierda populista, que consiste en renombrar conceptos, hechos u objetos con un término en apariencia equivalente aunque en fondo signifique algo muy distinto. Así, de la “equiparación salarial íntegra en 2018” de poli bueno Zoido hemos pasado en un abrir y cerrar de ojos al “incremento importante de sueldo en 2020” del Gran Hermano fiscal —poli malo— Montoro, a quien sólo pensar que si una vez cumplido el compromiso de su homónimo, sirviese como reclamo para tamaña ocurrencia al resto de funcionarios públicos, le entran sudores fríos.

¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡No cuadran los números! Con la de alternativas para el despilfarro de dinero público que existen en tantos comederos y bebederos de favores políticos, ¿cómo organizar las cantidades necesarias que exige el pago justo y digno a quienes se juegan el tipo por nosotros? Qué insensibles e inoportunos los profesionales de la seguridad pública reclamando un sueldo idéntico al de los Mossos cuando la prioridad de toda la vida es premiar a los esbirros del independentismo y enchufar partidas extraordinarias a los medios catalanes que masturban al separatismo y escupen su propaganda —en plena aplicación, o eso dicen, del 155—.

Los ángeles custodios de los ciudadanos, hartos de ser los tontos útiles, salen a las calles donde trabajan cada día para manifestarse con respeto, pero sin descanso. Motivos no les faltan. Revolotean las principales ciudades de la geografía española  y recuerdan que merecen lo que piden y que cumplirlo es posible. Será difícil contentarlos con limosnas, triquiñuelas y plazos. Están preparados para resistir en los peores escenarios y tienen mucho callo de tantas palmaditas históricas a sus espaldas. Lástima que no les alcance a los mandamases ministeriales la voluntad real de decretar lo que saben que deben a quienes nunca les fallan. Quizás Zoido y Montoro tengan la memoria muy frágil pero no van a olvidarse los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado mientras sigan comprobando cómo pasan los meses y, entre mesas técnicas y reuniones a varios bandos, sus nóminas no cambian ni un céntimo. Me permito recordarles a ambos que las elecciones están próximas y las urnas —siendo lo único que parece preocuparles— no suelen perdonar las deslealtades.