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Hace casi mes y medio y el presidente del Gobierno de España no ha felicitado aún a la oposición de Venezuela, ganadora por abrumadora mayoría de las elecciones, aun en medio de unas enormes complicaciones y extremos impedimentos. Tampoco ha felicitado al presidente electo Edmundo González Urrutia ni a María Corina Machado, ni les ha reconocido como presidente electo de Venezuela ni como coordinadora de la oposición ganadora, héroes que son de esta etapa histórica.

El presidente Pedro Sánchez no ha condenado los al menos 27 asesinatos ni ha dado el pésame a sus familias, tampoco ha condenado ni pedido la excarcelación de 2.400 personas desaparecidas porque sí de sus casas, ni así mismo ha condenado lo ocurrido a más de 100 niños, a los que se les ha conculcado los más mínimos derechos humanos.

El presidente del Gobierno no ha condenado a un dictador sanguinario que ya anunció un baño de sangre antes de las elecciones. Mes y medio después no ha felicitado a los ganadores de las elecciones ni condenado tampoco mes y medio después tantos hechos execrables citados. Tampoco ha condenado al ex presidente Zapatero, brazo derecho de quien es un criminal señalado por delitos de lesa humanidad por Naciones Unidas; y, mes y medio después, sigue sin hacerlo.

Hace pocos días el presidente Pastrana ha reunido a más de 30 mandatarios de Hispanoamérica junto a los ex presidentes del Gobierno de España señores González, Aznar y Rajoy, sin que lo haya hecho Zapatero, para denunciar ante la Corte Penal Internacional de La Haya al presidente Maduro para que sea detenido y juzgado. El presidente del Gobierno tampoco se ha pronunciado, ni menos sumado a la iniciativa. Estaba muy ocupado en China mientras, en el Congreso, Cayetana Alvarez de Toledo defendía, en un memorable discurso,  la proclamación de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, lográndose al día siguiente en la votación pese al no del Partido Socialista. Esto va a quedar para la historia.

El presidente del Gobierno ausente en China pero dando las instrucciones para no hacerlo en el Congreso y, a su regreso a España, ha tenido la osadía de recibir al presidente electo en la Moncloa sin reconocerle como tal.

La hipocresía es inenarrable y el oscurantismo de todo esto es tenebroso. Mes y medio después, el presidente del Gobierno no declara ni reconoce al presidente electo de Venezuela cuando todo el mundo libre tiene claro, sin duda alguna, la victoria aplastante de la oposición. Eso sí, no se reclama a Marruecos a uno de los asesinos de los guardias civiles de Barbate, se vulnera la Constitución cediendo los impuestos a Cataluña –renovando así la compra de votos por la que ostenta su cargo–, fagocita el Banco de España y lo blinda para él y, mientras, protege a su amigo Zapatero cómplice de un criminal. Para rematar, el presidente del Gobierno proclama: «Vamos a avanzar con determinación en nuestra agenda con o sin el concurso de un Poder Legislativo». ¿Qué más hace falta para ser el líder absoluto de tanta indecencia e indignidad? ¿Cabe mayor desprecio y atentado a lo que significan los tres poderes de la democracia?

Por ello, los españoles con dignidad, de cualquier idea, nos manifestamos en Ferraz en Madrid desde hace 314 días en contra de la inconstitucional Ley de Amnistía y en defensa de la independencia judicial, de la división de poderes, del Estado de derecho, de la igualdad de todos los españoles, de la libertad y de la democracia; y, desde el 29 de julio, también a diario en defensa del pueblo venezolano, del reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, de María Corina Machado como líder de una lucha espiritual y democrática sin precedentes en el mundo libre, ejemplo preclaro en defensa real de la democracia para todos, y para denunciar a un presidente de Gobierno que desde hace más de mes y medio pone impedimentos y excusas inadmisibles a lo que significa el clamor unánime del pueblo venezolano y el clamor unánime del pueblo de España, de Europa y del mundo, que lucha por la libertad y por la democracia. Exigimos desde la sociedad civil el inmediato reconocimiento del presidente electo de Venezuela al presidente del Gobierno, sin pasar una semana más. Suficiente tiempo ha sido ya admitiendo este robo inadmisible de las elecciones. De lo contrario, le acusaremos de ser cómplice de un criminal. No cabe excusa alguna.

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