Un veneno llamado comunismo emocional
La evolución de los seres humanos corre paralela a la de la violencia. No hemos progresado tanto como creemos… La Ley del Talión sigue vigente. “Ojo por ojo, diente por diente, herida por herida, quemadura por quemadura, vida por vida”, dice el Deuteronomio. Basta con ver las atrocidades que Putin comete contra el pueblo ucraniano y admitamos que vivimos una historia de violencia. En España no se derrama la sangre, pero un amargo veneno llamado comunismo emocional se ha introducido en la clase política y alienta el resentimiento. En un sistema donde apenas existe la separación de poderes de facto, tan sucia pócima que sale de los sótanos de la Moncloa hace un daño terrible entre quienes se oponen al déspota.
El radicalismo de este Gobierno de ultraizquierda prospera cuando la derecha se duerme en los laureles. Así fue desde que ZP y ahora Sánchez, llegaron al poder para dilapidar la economía, empobrecer a la gente y sumir a la nación en el caos. Los conservadores, una vez más, se verán obligados a reparar el desastre económico que siempre dejan tras de sí los desquiciados aventureros del PSOE. Pero la derecha ha despertado y ha puesto al nefasto déspota contra las cuerdas, al borde del KO, según afirman todas las encuestas. Si la izquierda alardea de tener ultras en sus filas, también la derecha tiene derecho a contar con las huestes de Abascal. Entre ultras que odian a España y ultras que la defienden a muerte, hay una enorme distancia.
El radicalismo es la penitencia que la historia impone a un conservadurismo inadecuado. Por eso surgió Vox, para controlar a los parásitos que integran el más ruin Gobierno que ha tenido España jamás. Tanto para bien como para mal y por encima de las líneas divisorias de los partidos, Feijóo, Ayuso, Moreno, etc., comparados con estos chorizos del Ejecutivo que amargan la vida a los españoles son una bendición, pues nos han devuelto la esperanza en el futuro. Los demagogos de la ultraizquierda y sus patrañas caminan con paso firme hacia su extinción. Ni siquiera fingir arrepentimiento los salvará, porque ya nadie los cree. No sé si hablo de la ultraizquierda o de basura no reciclable.
Sánchez volvió a hacer el ridículo, lo único que sabe hacer, en el desfile militar del 12 de octubre en Madrid. Llegó tarde y dejó esperando al Rey Felipe VI, a la reina Letizia y a la infanta Sofía. Los horteras desconocen la buena educación y el respeto. Los miembros de la casa real fueron ovacionados y Sánchez despedido, como siempre, entre abucheos e insultos. Ojalá que pronto se vaya a tomar por saco y que no vuelva. España nunca tuvo un presidente del Gobierno tan inepto e impresentable como este mindundi. Muy poca vida le queda para que nos siga triturando con impuestos. Pues la derecha ganará las próximas elecciones por goleada y tendrá que mendigar asilo en Cuba o Venezuela, países donde el comunismo emocional está bien visto.
Lo último en Opinión
Últimas noticias
-
El vídeo de Aldama ante el juez: «La foto con Sánchez fue en un reservado en el que estábamos con Koldo»
-
‘La Vanguardia’, terror de Elon Musk
-
¿Qué pasará con los jueces sustitutos?
-
Las diferencias entre el nuevo incendio en la selección femenina y el ‘caso Vilda’
-
Comparando a Begoña Gómez con Freddie Mercury