Opinión

Urge rebajar impuestos al coche eléctrico

Es muy difícil, por no decir prácticamente imposible, que el coche eléctrico -que nació para marcar un antes y un después en el sector de la automoción- consiga ganarse la atención de un mercado que asiste perdido a la maraña de predicciones en torno a la viabilidad de este tipo de vehículos. Los mismos fabricantes que se abrazaban jubilosos al potencial del coche eléctrico han tenido que corregir sus proyecciones al comprobar que no ha despertado entre los usuarios el interés previsto, en gran parte por el alto precio y por la complejidad de una recarga que presenta no pocos inconvenientes. En estas circunstancias, la única opción de lograr que el coche eléctrico sea atractivo es con ayudas públicas y con un marco fiscal mucho menos severo.

Bajar los impuestos al coche eléctrico es una necesidad que el Gobierno parece rechazar sin demasiados argumentos. Todas las medidas públicas puestas en práctica hasta el momento han sido parches, porque las dudas que plantea el vehículo eléctrico pivotan, sobre todo, en torno al precio objetivamente más alto que ofrecen en comparación con los vehículos de combustión.

Es verdad que la ventaja del coche eléctrico es indudable en múltiples aspectos, pero también lo es que este tipo de vehículos presenta inconvenientes que van más allá del precio, como por ejemplo el limitado desarrollo en torno a los puntos de carga, que convierten su uso en carretera, y en grandes distancias, en un problema objetivo. Para seducir al mercado hace falta algo más que poner en valor su potencial ecológico, porque los usuarios, por definición, huyen de las complicaciones. Si el coche eléctrico quiere ser competitivo, el primer problema es su precio; el segundo, su autonomía -por mucho que haya avanzado de forma indudable- y el tercero, la dificultad que presenta en carretera su recarga. A este paso, el coche eléctrico se convertirá en un coche de uso exclusivo en ciudad, algo que no estaba en las previsiones optimistas de los fabricantes.