Opinión
OPINIÓN

Trump marca el rumbo: de Gaza a Ucrania

  • Pedro Fernández Barbadillo
  • Columnista de Internacional. En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).

El eje del mundo no pasa por los polos, sino por la Casa Blanca. Donald Trump hace girar el mundo a su voluntad, que es, gracias a Dios, la de un pacificador. El hombre que en 2017, nada más iniciar su primer mandato, iba a llevar a la humanidad a un conflicto mundial, debido a su inexperiencia, su nacionalismo y su megalomanía, según repetía la izquierda al completo y hasta la derecha neocón, se reveló como alguien que amenazaba con palabras, pero usaba las manos para firmar acuerdos de paz. En su segundo mandato, ha proseguido esa política pacificadora, una excepción entre los últimos presidentes de Estados Unidos, dados a enviar tropas a países lejanos y recurrir a los bombardeos mediante drones.

En poco más de una semana, Trump consiguió que el Gobierno de Netanyahu y Hamás aceptaran un alto el fuego y anunció una nueva cumbre con Vladímir Putin para detener la guerra en Ucrania. Respecto a Gaza, Trump reveló un plan integral para poner fin al conflicto de Gaza, que representa, sobre todo por su amplio apoyo, un cambio radical en la diplomacia de Oriente Próximo. Pero con una condición ineludible: la eliminación de Hamás.

El éxito de su propuesta demostró no sólo la difícil situación interna e internacional de Netanyahu, sino, también, el hartazgo de los gobiernos de los países musulmanes con Hamás, ya que éstos dejaron claro a la diezmada cúpula de la organización que debía aceptarlo. Y con la retirada de las tropas israelíes, el mundo entero (salvo los occidentales que emplean la causa palestina para a atacar a sus propias naciones) ha contemplado, de nuevo, la crueldad de los milicianos de Hamás; en este momento, asesinando a otros compatriotas bajo la acusación de ser colaboradores de Israel, el delito habitual al que recurre toda banda terrorista, incluso ETA, para justificar sus matanzas contra la población a la que afirma liberar.

Si los jefes de Hamás rompiesen el acuerdo, habrían cargado de razón a Netanyahu y a Trump para “desencadenar un infierno” sobre Gaza, como dijo el neoyorquino. Y muchos de quienes han criticado a los israelíes hasta ahora, a partir de entonces se encogerían de hombros. Porque el mundo está cansado de este conflicto interminable.

Y con la probable supresión de este frente en la amplia guerra que se está librando en distintas áreas de lo que se llama en geopolítica “la isla del mundo” (Europa, Asia y África) entre EEUU y sus aliados contra Rusia y los suyos, Trump, orlado como un pacificador, convoca a Putin a otra cumbre, dos meses después de la celebrada en Alaska, pero que no detuvo los combates en Ucrania.

Aunque la fecha es aún desconocida, el lugar, en cambio, ya se ha elegido: Budapest. Para el primer ministro húngaro, Viktor Orban, es un triunfo, pues reconoce que su postura, dentro de la OTAN y de la UE, contraria al belicismo frenético del francés Macron, los alemanes Von der Leyen y Merz y el polaco Tusk, sería la más adecuada para alcanzar la paz. Y le viene como anillo al dedo para las elecciones parlamentarias de abril próximo.

Sin embargo, hay un pésimo precedente. Fue en la capital de Hungría donde se firmó en 1994 el Memorándum de Budapest por el cual Ucrania, independiente desde hacía tres años, cedía a Rusia, considerada sucesora de la URSS, su arsenal nuclear, a cambio del respeto a su soberanía y su integridad territorial. Como garantes firmaron EEUU y el Reino Unido, y luego se adhirieron China y Francia; todas potencias nucleares. Pero Putin lo rompió al invadir Crimea en 2014 y luego el resto del país en 2022.

¿Con qué puede presionar Trump a Putin? Quizás con la entrega de misiles Tomahawk al gobierno de Kíev para que pueda atacar y destruir blancos en el interior de Rusia, más al este y el norte incluso de San Petersburgo y Moscú. Aunque el presidente se los negó hace unos días en Washington a Volodímir Zelenski, este compromiso puede darse la vuelta si Putin le vuelve a desdeñar. Joe Biden ya envió a Ucrania HIMARS, un sistema de lanzacohetes montado en un camión y con un alcance máximo de 500 kilómetros, lo que, a pesar de las amenazas del régimen de Putin, no ha causado reacción rusa contra los miembros de la OTAN.

Mientras tanto, el Partido Demócrata y la galaxia de organizaciones que lo parasitan y viven a su costa han tratado de recuperar la iniciativa contra Trump con una serie de manifestaciones en numerosas ciudades del país el sábado 18 bajo el lema de “No Kings”. Como de costumbre, la izquierda plantea los debates entre ella o el caos y sus distintas versiones, como el fascismo, la tiranía o la extinción por la emergencia climática. Esta maña cada vez atrae a menos gente.

Los republicanos respondieron recordando las décadas que llevan varios políticos demócratas en el Congreso, como Nancy Pelosi (42 años) y Chuck Schumer (45 años); y, también, que los caciques del partido del Ku Klux Klan designó a Kamala Harris candidata a la presidencia sin que tuviera un solo voto de los militantes en las primarias. El mismo Trump difundió un vídeo elaborado por un admirador que le muestra en un avión desde el que arroja excrementos sobre los manifestantes. Una reacción que demuestra que la izquierda por fin tiene en frente a un movimiento que usa sus mismas armas de propaganda.