La trivialización de la eutanasia
El vídeo que hoy publica OKDIARIO en el que aparece Francesc Augé, un hombre de 55 años que ha solicitado la eutanasia porque «no tenía ganas de vivir», obliga, con independencia de que el documento gráfico pueda ser tomado a broma por algunos, a una seria y profunda reflexión sobre los riesgos de trivializar algo tan importante como «el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona, producido por voluntad expresa de la propia persona y con el objeto de evitar un sufrimiento», que es como técnicamente la ley define la eutanasia aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez.
Parece evidente que el deseo de Francesc -que sufrió varios ictus- de «no vivir más» entra en contradicción con lo que se muestra en el vídeo -grabado hace menos de un año-, pero sería absurdo utilizar este documento para entrar en disquisiciones morales sobre un asunto que se presta a múltiples interpretaciones y también, no nos engañemos, al fraude, lo que, por supuesto, daña a todas aquellas personas -merecedoras del mayor de los respetos- que se abrazan a la eutanasia como forma de poner fin a una vida atroz de sufrimientos y limitaciones.
Desde luego, la vida de Francesc, aparentemente, se parece muy poco a las suyas, lo que obliga a extremar la vigilancia de los profesionales que deben determinar si la solicitud de una demanda de eutanasia cumple con los criterios legales previstos, entre ellos que los demandantes padezcan una enfermedad incurable que origine sufrimientos físicos o psíquicos constantes e insoportables, sin posibilidad de alivio y con un pronóstico de vida limitado. La familia de Francesc se opone a la eutanasia y a tenor del vídeo parece que sus razones son fundadas.
En todo caso, no parece que «el no tengo ganas de vivir» sea un argumento de peso en virtud de las imágenes que ofrece OKDIARIO. Estamos ante un asunto -con independencia de los distintos posicionamientos- que se presta a múltiples y complejas interpretaciones que hay que abordar con el máximo respeto, pero lo que está claro es que lo más detestable es la trivialización de la muerte.
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